Renaciendo De Las Cenizas

Saray estuvo unos días en cama bajo el cuidado extremo de Gloria quien se mudó a su habitación para cuidar de ella día y noche.

La fiebre no regreso, el resfriado paso, pero el deseo de volar y la decisión de hablar con su padre se hacía más fuerte.

Eugenia parecía ignorarla aun más, para ella no era más que una dramática que deseaba llamar la atención.

Cuando se sintió lo suficientemente fuerte salió al jardín se sentó bajo un árbol y comenzó a leer.

Gloria le trajo un jugo de naranja para que se mantuviera hidratada.

Al atardecer comenzo a sentir frio e ingreso a la casa.

Tomo una ducha tibia y se dispuso a esperar a su padre.

Luego de la silenciosa cena, en la que nuevamente fue invisible, se encaminó al estudio de su padre, siempre después de cenar se disponía a trabajar.

A los pocos minutos Saúl llego a su estudio grande fue su sorpresa al encontrar a la pequeña esperándolo.

Saray esperó pacientemente que su padre abriera la puerta.

Señor Salazar necesito hablar con usted dijo con una frialdad que podía helarle la sangre.

Saúl se preguntaba porque su hija no le decía padre, aunque viéndolo desde su punto de vista razón tenía, la había engendrado, pero un padre presente no había sido.

Adelante hija la palabra pareció quemarle la garganta.

Saray entró sin expresión alguna era la segunda vez en pisar el estudio de su padre, estar ahí la llevo a años atrás cuando siguió a Samuel a ese lugar para que le devolviera su muñeca favorita el castigo fue épico.

Toma asiento las palabras la trajeron a la realidad.

Al mirar en dirección de su padre, este señalaba el espacio restante en el sofá donde estaba sentado.

Saray se sorprendió, pero no lo demostró, se sentó lo más alejada posible, acción que le dolió a su padre, como había llegado al punto en que su hija le temiera hasta ese punto se preguntaba.

Con voz apacible y con una elocuencia que dejaría a cualquiera loco, le contó sus deseos, entregándole una carpeta con toda la información del colegio al que deseaba asistir.

Saúl miraba los documentos, luego miraba a su hija, volvía la vista a los documentos y nuevamente a la pequeña de casi 11 años.

Sé por el abogado que mi abuela me dejo una suma considerable para mis estudios y la villa donde vivió, tú eres mi tutor legal y no puedo irme sin tu autorización, no deseo continuar en esta casa y si no puedo irme de una forma será de otra, he consultado con un abogado y puedo cambiar de tutor incluso pudiera emanciparme con mi edad si demuestro que puedo valerme por mi misma, cosa que llevo años haciendo.

Sé que tú eres más sensato que la señora Eugenia y no querrás un escándalo en tribunales, es por ello que te pido investigues y corrobores la información que te he brindado y aceptes mi decisión de ir a ese colegio.

Saúl estaba perplejo no asimilaba todo lo que la pequeña le hablaba, sin dudas su hija era muy valiente.

Que tenga feliz noche, señor dijo y se dispuso a salir.

Investigaré y te daré mi respuesta en unos días respondió con firmeza aunque por dentro sentía una culpa que le oprimía el pecho.

Saray solo asintió y salió.

Cuando se dispuso a subir las escaleras sus hermanos la interceptaron, burlándose de ella por como convulsiono hace unos días, se preguntaba como sus padres preferían a semejantes idiotas, seguro llevarían la empresa a la quiebra, pero eso poco y nada le importaba.

Camino haciendo oídos sordos a las burlas de los dos, pero a estos no les gusto que ella los ignorara.

Simón le corto el paso y Samuel le metió el pie.

Saray aun débil trastabillo y se fue hacia adelante, por más que intento sostenerse no pudo y su frente choco contra el borde de un escalón, rápidamente el mármol lujoso se tiño de rojo, el pánico en los ojos de sus hermanos era innegable.

Una empleada que presencio todo grito presa del pánico.

Gloria corrió y desde lo alto de la escalera vio a la pequeña y a sus hermanos quien intentaban huir.

Saúl salió apresuradamente del estudio encontrando la horrible escena, su hija yacía desmaya mientras la sangre brotaba a borbollones.

Que han hecho grito corriendo escaleras arriba.

La tomo en brazos, presionando la herida con su mano, su blanca y costosa camisa se tiño de carmesí, mientras corría al auto donde el chofer le abría la puerta.

Nuevamente, la princesa era internada en la clínica y los rumores de negligencia de los padres se esparcía por los pasillos.

Saray estuvo internada toda la noche, afortunadamente solo fue una leve contusión.

La nana Gloria llamó al abogado de la abuela y este se presentó muy temprano con un poder notarial donde revocaban a Saúl Salazar como tutor legal de la niña.

El mismo manejaría las finanzas de la menor hasta sus 18 años, órdenes específicas de su abuela, quien parecía haber previsto algo así.

Saúl intento protestar pues eso restaría poder sobre las acciones de la empresa, pero nada podía hacer, sin proponérselo la maldad de sus hermanos la sacaron del infierno.

Gloria fue a la mansión y tomo solo cosas importantes para ella y la niña, como obsequios de la abuela, fotos y algunos libros.

No llevo ni ropa, ni joyas nada que los padres le hubiesen comprado.

Eugenia agradecía que el error se marchara sin imaginar las consecuencias que más adelante sus acciones tendrían.

Saúl por el bien de su hija rompió los documentos del colegio, cuando la bomba explotara sobre las acciones heredadas por Saray seguro su esposa e hijos la buscarían para presionarla u obligarla a volver.

Ya era suficiente con el daño que había recibido y él fue un espectador sin defenderla.

Saray convaleciente pidió irse de inmediato, su chofer personal y amigo, renuncio y las siguió.

Viajaron en un avión privado a Canadá, el abogado cambio la opción de colegio, Saray quería uno en Londres, este era igual de bueno y los Salazar no la encontrarían tan fácilmente.

Se instalaron en una hermosa casa rural, el abogado inicio con órdenes de alejamiento, no podían acercarse a menos de 20 metros de la menor.

Eso le pareció estúpido a Eugenia, es mi hija grito molesta por la osadía.

Si no me diga y cuando ha actuado como madre, las palabras del abogado la dejaron sin argumentos.

El abogado cambio los documentos de Saray Salazar por Saray Fuentes Soto los apellidos de Fidel el chofer y Gloria la nana.

Ante todos ellos eran sus padres y si la familia Salazar la buscaba no encontraría a Saray Salazar jamás.