Del Odio Al Amor

Cristián

Siento la bofetada que me dio, pero eso no me detiene para traerla aún más a mí.

— Que te duele la verdad, le digo, tomándole el rostro.

— Suéltame.

— No, no se me apetece hacerlo, le digo aún más cerca, tomando su cintura aún más fuerte, bajo mi mano a su cadera y siento que voy a explotar, mi erección duele mucho, me pego a ella para que sienta como me la puso, se la restriega mientras nuestras miradas se encuentran y...

Pierdo los estribos y dejo de pensar, uno nuestros labios, la beso con deseo y desespero, pone fuerza para zafarse, pero la tomo con más fuerza, hasta que nuestras lenguas se tocan, la beso con más hambre y ella acepta el beso, bajo mi mano hasta su abertura y subo sintiendo su mini prenda, que me prende aún más, meto mi mano, para sentir su c**o y...

Vuelvo a recibir un bofetón.

— Yo no soy ni seré una de tus put**

— Le tomo la muñeca, pero puedes serlo, te llevo a donde me cojo a todas y sientes que bien encajo en ti.

— Estúpido, cada día haces que te odie más, cuento los días para que esta farsa se termine.

— Yo nunca pierdo y si un día quiero que seas mía lo serás y si no quiero el divorcio también.

— Te odio, dice largándose a su habitación.

Maldición digo pateando el mueble de la esquina, bajo las gradas y bebo otro Whisky de un solo trago, caerá porque caerá.

Emma

Tres meses antes...

Después de la inauguración de mi restaurante tuve bastantes visitas, la comida es una prueba de ello, antes de eso había creado una página sobre el restaurante, quise tener la temática de París, a mi padre le encantaba todo sobre París, conoció Francia en una época y siempre me decía que yo era su Belle Dama, de ahí nació el nombre de mi restaurante, fue todo un éxito, queda en el centro de New York y muchas personas importantes llega, unos días después. Cocinaba y cantaba, todos me dijeron que lo hacía demasiado bien para ser Real, un día una chica cantante pidió trabajo, nos comentó que cantaba y que podía hacer show de canto para llamar a más clientes, me pareció buena idea, tener música en vivo, acepte y fue todo un éxito.

Zoe insistió en que cantara, que lo hacía muy bien, lo intenté una noche y todos quedaron encantados, todos los viernes es de noches en vivo.

El último mes ha llegado un cliente muy frecuente, el cual me lleva rosas, alaga a cada nada mi comida y siempre me llama para felicitarme, es un hombre mayor, pero atractivo, nunca falta los viernes e incluso habla muy bien de mi restaurante.

Me ha invitado a salir, pero el tiempo no me ha dejado hacerlo, pero un día haré tiempo para poder salir con él, Cristián sale con muchas, por qué yo no podría.

Actualidad...

Entro a mi alcoba, cierro con llave y me tiro a la cama a llorar como una niña pequeña, Cristián siempre ha sabido como hacerme sentir mal, cree que por qué lo bese, me acostaré con él, pues está muy equivocado, soy una estúpida, me deje llevar de su aroma, de sus manos, de su belleza y de su hombría, nunca he estado con un hombre, al sentirlo tan seca y él restregando su hombría en mi abdomen, me hizo caer en el deseo de ese intenso y apasionado beso, pero todo lo arruinó al tratarme como lo que soy para él, un simple objeto de su casa.

Despierto al siguiente día con la misma ropa, no sé en qué momento me quede dormida, me levanto de la cama y tomo una ducha larga, lleno la Tina y me relajo.

Salgo del baño y me arreglo, uso maquillaje natural, me pongo loción, salgo del cuarto y la casa por ser sábado está vacía, no se encuentra ni él en casa y me alegro por eso

Salgo de la casa ya arreglada, con botines negros, medias negras y un vestido ajustado corto, con gabardina besh, aún esta frio el clima en New York

Me subo a mi auto, manejo directo al restaurante, no sé por qué estoy pensando en el beso de ayer, sacudo la cabeza, ese imbécil no se merece mis pensamientos.

Llego al estacionamiento y me bajo, cuando el día se me arruina con el carro que está parqueado a dos filas del mío, el Ferrari negro me indica que el idiota está en el restaurante.

Ingreso al restaurante por la parte trasera y efectivamente es él, pero que carajos, está con una mujer, ese idiota solo quiere arruinarme el día, ella le coquetea y él se deja tocar por ella, pero me acerco un poco más y... Esa zorra viene a reuniones con Patrick, no la conozco, de seguro es una prostituta de clase alta.

Ingreso a la cocina, pico unos vegetales con enojo, me besa, me toca y eso mismo hace con otras, maldito si cree que voy a caer en su red, pico con más velocidad y la ira me atrapa más, que termino cortándome un dedo, maldición grito.

— Está bien chef, pregunta marleny una cocinera.

— Sí.. No sé, te encargas de esta área iré a revisarme.

— Chef quieren hablar con usted.

— No tengo tiempo, digo subiendo las gradas que dan a mi oficina.

— Para mí siempre hay tiempo, dice esa voz grave que tanto odio.

— Pues yo atiendo a quien yo quiera, es mi restaurante.

— Nuestro querida, dice con altivez.

Me volteo con la servilleta manchada de sangre, tengo la bata del uniforme y mi ira aumenta al verlo como si fuera el dueño.

— ¿Qué te pasó? Pregunta, pensaba en el beso.

— Idiota, me encaminó a la oficina, ingreso, estoy por cerrar y pone el pie.

— ¡Que, hoy es día de joderme!

— Podrí ser, si tú así quieres.

Ruedo los ojos.

— Habla que no tengo todo el día, necesitas algo.

— Hablemos del restaurante, se acerca a mi acorralándome.

— ¡No tengo ganas que hablar!

— Pues yo si preciosa, lo pusiste con mi dinero, cuando nos divorciemos no recibirás más dinero y por haber puesto un negocio con mi dinero sin mi permiso, pasa hacer mi propiedad.

— Jajaja, no me hagas reír.

— pues aunque te cause gracia, recuerda que firmaste y....

— Le doy un bofetón, tranquilo, recibirás todo el dinero que me diste por estos años.

— Eso espero preciosa.

— Ahora lárgate, le señalo la puerta.

— Tu escritorio se ve muy apetecible, te f***aría tan duro, que no quisieras que me fuera de tu escritorio y....

Mi piel se eriza, mi corazón late fuerte que no siento en qué momento se me acerco.

— Solo pídelo, quieres que te diga cómo te lo haría, en que posiciones te pondría, en como me derramaría en tu c**o, lo dice en mi oído y mi entrepierna se humedece, nunca había sentido a un hombre tan cerca y calentándome como él lo hace, mi subconsciente pide a gritos que me mueva, pero mi cuerpo quiere sentirlo, puede ser un hijo de pu**, pero tiene el don para calentarme.

Se acerca a mi boca, rosa su dureza en mi vientre, cierro los ojos por instinto y.... Nada, no siento sus labios.

Abro los ojos y está por la puerta, me gusta saber que se humedece tu c**o con mi presencia y me fascina saber que eres irresistible a mis encantos, me guiña un ojo.

— Eres un maldito le grito y tomo lo primero que veo en mi escritorio y se lo tiro, pero cierra rápidamente la puerta.

Soy la más estúpida de todas, grito y el pecho me sube y baja por la ira que tengo, desgraciado que se cree.

Bajo con enojo de mi oficina, le diré que no vuelva a poner un pie en mi restaurante, llego a la parte del parqueo, cuando...Maldito, se está besando con esa.

Cristián

Me pone como no tiene idea, aspiro su loción, huele tan bien, mi erección no baja y verla con los ojos cerrados solo hace que desee tomarla ahora y aquí mismo, pero algo me detiene, no quiero que se enamore de mí, porque yo solo quiero su cuerpo, la haré mi en menos de nada, ahora sé que puedo hacela mía cuando yo quiera, pero no debo dejar que se enamore.

Me alejo y me grita, me tira un cuadro, se molestó y eso es un punto a mi favor.

Bajo y me dirijo a mi mesa, hora de irnos Charloth.

— Ya la estás haciendo caer por lo que veo.

— Yo nunca pierdo, ya te lo dije.

— Bueno, gracias por aceptar mi invitación a comer dice.

— Lo hice para provocarla, no porque quiera comer contigo, rueda los ojos.

— Vamos, quiero sexo, eso es lo único en común que tenemos, me besa y no la detengo, pero siento una mirada y es ella, la veo y Charloth se aleja, pero se marcha molesta.

Charloth