📚¡UN CEO! ¿DE PADRASTRO?
Él guarda una venganza.
Ella, un pasado que no la deja en paz.
Valentina es madre soltera y ha aprendido a sobrevivir en silencio.
De noche baila bajo luces artificiales de un club, ocultando su nombre, identidad y su dolor.
Todo su mundo se pone de cabeza cuando empieza a trabajar como secretaria del CEO más reconocido del país, mientras lucha por salvar a su hija enferma.
El amor es un lujo que no puede permitirse... o eso creía.
Armando Garza, frío, calculador y poderoso, tiene un solo objetivo: una venganza .
Pero su mundo perfectamente controlado se tambalea cuando una pequeña empieza a llamarlo “papá”...
Y cuando sus días se entrelazan con los de Valentina, la mujer que nunca debió cruzarse en su camino.
El deseo será inevitable.
El peligro, constante.
Y el pasado... letal.
¿Podrán amarse entre secretos, traiciones y mentiras?
¿Podrán forjar otra historia o su futuro ya está escrito?
Una novela con temas sensibles. No apta para todo público.
NovelToon tiene autorización de Frida Escobar para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Una revelación.
Me levanto al siguiente día para ir a la empresa. Es muy cansado, no lo negaré, ya que ayer, después de salir de la empresa, estuve un rato con Emma, mi persona favorita. Después de dejarla dormida, tuve que ir al club. Me enojó ver a Nora y a su novio discutiendo, pero durante el tiempo que estuve afuera nunca vi que él le pusiera una mano encima ni que siquiera la mirara. El imbécil de su novio.
Llegué en la mañana pensando en dormir un poco con mi hija, pero ahora me levanto con dolor de cuerpo y de cabeza. El cansancio es mucho, pero es normal; soy madre soltera y tengo dos trabajos. Cada vez que veo el rostro de Emma, sé que todo el esfuerzo vale la pena.
Ayer, Julián me preguntó si tenía alguien importante en mi vida. Respondí rápido que sí: mi hija. Antes de irse, dijo algo sobre un novio, y entendí que creyó que tengo uno. No es que me urja corregirlo, pero se ha portado tan bien conmigo que no quiero que crea que soy una mentirosa.
Me despierto más tranquila, ya que hoy es mi descanso en el club. Hago planes con Emma:
—Cuando lleguemos, iremos a la feria de la que tanto habla Trini.
Ella salta en la cama feliz, pero la hago sentar para que no se agite demasiado.
Salimos al trabajo con mi tía.
—Te veo cansada —me dice mientras conduce.
—Lo estoy, tía.
—Renuncia al trabajo del bar —me sugiere.
No respondo durante el trayecto. Al llegar al estacionamiento, me bajo del carro, le sonrío y ella me abraza.
—No me canso de decirte que eres una súper madre.
Asiento, porque en un momento así necesito escucharlo. Sé que mi hija es mi responsabilidad, pero es diferente cuando alguien más reconoce tu esfuerzo, sobre todo otra madre soltera.
Entramos juntas y, en el elevador, nos topamos con Armando y Julián.
—Sube —me dice Julián, deteniendo las puertas. Mi tía se despide y baja, ya que su área está en otro piso.
Subo y Julián me hace un espacio entre él y Armando.
—¿Es tu mamá? —me pregunta.
—No —respondo, breve, porque nunca me ha gustado que sepan de mi vida.
El elevador empieza a subir. Desde que se cerraron las puertas, siento el aroma de Armando. Su perfume y el de Julián son muy diferentes, y no sé por qué me pongo nerviosa cerca de Armando.
Es solo un imbécil —me susurro, intentando disimular que su presencia me desestabiliza. Bastante tengo con su aire de superioridad.
Cuando las puertas se abren, soy la primera en salir. Siento las miradas de ambos a mis espaldas. Saludo a la secretaria de Julián y camino hacia mi puesto. Acomodo todo, pero siento cómo mi jefe se detiene.
—Trae toda la documentación que tengas, la revisaremos ahorita —me dice serio, entrando a su oficina.
Julián me sonríe desde el pasillo antes de entrar él también a la suya. Tomo todos los archivos y los llevo a la oficina de mi jefe.
—Siéntate —me indica frente a él.
—Te diré la fecha y la hora, y tú buscarás en los archivos la documentación correspondiente para entregármela lo más rápido posible.
Suspiré, ya que no tengo otra opción. Abre su computadora plateada, sencilla y neutra. Me pierdo un poco en su frialdad: no hay decoración, solo el brillo metálico. Un hombre como él cuida mucho sus cosas.
—Señorita Valentina —escucho que me llama fuerte por primera vez usando mi nombre completo—. Creo que los dos queremos irnos temprano, así que concéntrese; necesito que esto se agilice.
Regreso mi atención a los papeles, busco la fecha que me indica y se la entrego. Él la captura en la computadora. Ahora entiendo por qué le urgía una secretaria: hay demasiado trabajo pendiente.
No sé cuánto tiempo llevamos trabajando, pero me levanto para ir al baño. Al regresar, lo encuentro hablando por celular.
—Comeremos aquí —me dice, y me enoja tener que verlo más tiempo.
De pronto, tocan la puerta. Entra una señora con dos órdenes de comida, las deja en una mesa de centro y se retira. Él me señala una de las órdenes. Saco mi cartera: es de un restaurante caro. Ofrezco una cantidad que considero justa; no estoy para quedar bien con nadie.
—Come, porque si no, no aguantarás lo que falta —me advierte.
La puerta se abre de golpe.
—Díganme que escuché mal, que no es lo que estoy pensando… aunque solo basta verlos para darse cuenta —dice Julián riéndose, con una carpeta en la mano.
—Dime que no vienes solo a decir pendejadas —le responde mi jefe. Julián se ríe más fuerte.
—Amo a este hombre y su forma de ser —dice mientras le entrega la carpeta. Él la revisa y se le escapa una media sonrisa.
—Muy bien.
—Nos vemos hoy en el club. Quizás veas a la mujer que por unos segundos no pudiste evitar mirar. ¿Cómo era que se llamaba?
—Por lo que veo, tú eres el más interesado —responde, guardando la carpeta en una gaveta.
—Solo cuando veo que algo le llama la atención a mi amigo —respondo, molesta.
—Fuera, que tengo cosas que hacer.
—Ah, sí, ya me acordé… Arabeska —dice Julián mientras me mira para después retirarse. Siento como si me hubieran echado un balde de agua fría. Ese es mi apodo en el club.