Que pasa cuando la rivalidad y los problemas empieza por una herencia? Fabián pensaba casarse con Tania pero está huye un día antes de la boda no quedandole otra alternativa que tomar a la hermana de Tiana. Diana una chiquilla que tenía muchos planes pero en ningúna de ellas estaba casarse con un CEO cruel y calculador, poco a poco se va dando cuenta que su hermana no era lo que ella creía, hay solución? claro que sí, un hijo esa en la condición para que ella pueda ser libre antes del año, pero todo toma un giro inesperado.Esta novela no es para todo público, sobre todo leerla como lo que es UNA NOVELA.
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Pelea en el club
Fabián se aleja con los hombres que lo acompañan cuando termina todo.
—Ahora mi hermano les entrega un cheque con muchos ceros —dice.
—¿Supiste qué más pasó? Ya sabes lo que hizo tu hermano —le pregunto.
—Mi padre está molesto conmigo, y sobre Dilan, según escuché, los padres casi fueron a llorarle a mi hermano cuando Fabián hizo que su negocio se viniera abajo. Nadie quería asociarse y los pocos socios que tenía lo abandonaron.
—Así es la gente, te abandonan cuando más los necesitas.
—¿Qué onda con Tania? Según escuché a mi madre, le contó que no quieres responder el celular solo porque no te dieron el dinero que pediste. Diana, si necesitas dinero, yo puedo ayudarte.
No lo dejo terminar de hablar y acelero el paso, molesta.
—Pensé que tú me creías —le digo cuando me alcanza.
—No es eso, solo quería que lo supieras. Puedes confiar en mí. Si necesitas algo, me lo puedes decir. Me sorprende que mi hermano no te haya dado una tarjeta; si Tania tenía una cuando era "su novia", me dice, tú que eres su esposa debiste tener una.
—Muchas gracias, ya voy tarde a clases —le respondo.
Entro a clases y no me puedo concentrar. Cuando salgo, pido un taxi y llego al departamento. Como siempre, no hay nadie. Me cambio y hago mi tarea. Veo la tarjeta que Fabián me dio y la dejo en la mesa de noche.
Salgo, ya soy mayor de edad, quiero ganar mi propio dinero. No sin antes pasar a un cajero y meter la tarjeta de mis ahorros, lo último que me queda, ya que pagué por adelantado la universidad, que es muy reconocida, pero también muy cara. Guardo el dinero en mi cartera y recorro la plaza. Entro a un café bar, donde solicitan en el horario que estoy disponible. Me entrevistan y me preguntan si me puedo quedar ese mismo día.
Me dan uniforme y un locker donde dejar mis cosas. Están prohibidos los celulares, así que lo apago. Me indican qué hacer, tomo órdenes y las llevo. Termino mi turno y me dicen que lo hice bien. No me da tiempo de cambiarme, así que salgo con el uniforme. Paro un taxi que me lleva al departamento. No hay nadie. Me cambio, lavo el uniforme a mano y ocupo el centrifugado para secarlo. Entro al área de lavado y pongo el uniforme a secar.
Así son mis días, la misma rutina. Damián no va a clases, no respondo las llamadas de mis padres, a Fabián no lo he visto; no llega a dormir y para mí es mejor. Pasan 15 días y recibo mi sueldo, muy feliz. Mis cuatro compañeros salen a festejar y me insisten en que vaya con ellos. Lo dudo, pero termino accediendo, no sin antes cambiarme de ropa. Merezco distraerme con amigos.
Llegamos y pedimos una mesa, ordenamos. Nos llevan una botella. Yo pido bebidas preparadas, ya que nunca he tomado así, como ellos, que toman directo de la botella.
Me río con ellos por las ocurrencias que dicen, como imitan al jefe que es un gruñón.
Me levanto al baño y cuando regreso, mis compañeros ya no están en la mesa, sino que dos de ellos están en el suelo agarrándose a puños y mis dos compañeras intentan separarlos.
Me acerco para ayudar y uno de los muchachos del otro grupo me da un golpe en la cara. Solo sé que me arde toda la mejilla y caigo al suelo, sujetándome la cara. Me duele mucho, no puedo identificar qué parte porque el dolor se extiende por toda la mejilla.
El de seguridad llega a separarlos y mis compañeras me levantan.
Mis compañeros, al ver mi rostro, se enojan y empiezan a pelear otra vez.
Nos sacan a los cinco. Al parecer, este club es de los familiares de los que nos agredieron.
En el camino me cuentan que todo empezó porque le faltaron el respeto a mi compañera. Ella es la más guapa del trabajo, con un cuerpo muy voluminoso, pero a pesar de eso, es muy buena persona.
Tomamos un taxi y nos llevan a cada uno a su casa. Yo pido al último, ya que no quiero que sepan dónde vivo. Pensarán que al vivir en ese lugar no necesito el trabajo, y sí que lo necesito. Insisten y termino dando la dirección de mis padres, que no es tan lujosa como el departamento de Fabián, pero tienen lo suyo. La empresa les ha dejado buenas ganancias.