Del Caos A Las Estrellas.

Caos y Pasión 5

Capitulo 5: Una visita inesperada..

Elsa ISASA..

Mar estaba convencida de que ese hombre, soberbio y masculino, era una broma que el altísimo le hacía por cometer tantos errores en su adolescencia, fumar hierba, emborracharse, escaparse de su casa por la ventana y tantas macanas más.

Sintió un cosquilleo de sus hormonas al mostrar la incisión de las cánulas en esa cintura esculpida pero su cuerpo realmente se sacudió cuando comenzó a acariciar su cuello para explicar lo de la traqueotomía.

Fue una muy mala idea. Su cuerpo temblaba y el de Carlo ardía. Debía parar con esto. De inmediato.

Lo tomó de la mano y lo llevó a la cocina.

– Tengo hambre Carlo. Cocinamos por favor. -

– Nena. Me estabas explicando muy bien tu trabajo de mañana…

– Pues la clase ha terminado. A cocinar- dijo.

Lo vió colocarse el delantal con florcitas de Robertito y se maldijo internamente. Era una mala persona. Él tenía una sonrisa dulce en el rostro. Y ella quería arrojarle todas las verduras del refrigerador o mejor aún besos ardientes en zonas prohibidas.

– ¿Te parece bien una tortilla.? Sé hacerla Mar. Te gustará--

– Me encanta. Yo haré la ensalada. Pon música y abre otra botella.

– Okey. Pero no bailes por favor.

– ¿Por qué? -

– Me distraes. Es ese meneo de tus caderas- dijo partiendo los huevos. Apenas terminó de hablar se dió cuenta que no era muy normal en los gay calentarse por el meneo del cuerpo de las féminas – debo batir tres huevos y no sabría para qué lado girar el batidor - contestó mostrándole el utensilio con una carita de ángel .

– Okey. No bailaré. Te prometo. - respondió ella - y comenzó a preparar la ensalada.

Cada tanto se miraban de una manera extraña. Era como si ambos de golpe estuvieran pensativos o condicionados.

Entonces ella comenzó a hablar del Dr Dartes.

Michelangelo de aquí. Michelangelo de allá. Quien Diablos se llamaba Michelangelo. Ese doctor debía ser gay – pensó con odio en su mente Carlo.

– ¿Estás segura que al Dr Dartes le gustan las mujeres? – dijo mascullando.

– ¡No intentes robarmelo Carlo!. Es mío.- dijo ella molesta. No sabía porque estaba molesta con él si ella era la pecaminosa.

Él sirvió la esponjosa tortilla y ella el bol de ensalada de rúcula con un poco de picante.

Se sentaron a cenar y el ambiente se hizo íntimo y complicado.

Comieron en silencio y luego de juntar los trastes y limpiar juntos Carlo le dijo.

– Me iré a acostar. Quiero que descanses bien porque tú tarea de mañana exigirá mucha concentración. ¿Cierto? –

– Así es. Gracias por tan rica cena. -

– Mar. Mañana cuando volvamos de nuestros respectivos trabajos creo que te confesaré algo importante.

– Ah no! Quiero saber hoy. ¡Ya sé!. ¿Conociste a alguien en tu trabajo? Dime. Es eso….

– No. No conocía a nadie. Es algo personal. Y me costará hablar del tema. Te lo contaré mañana. Vete a dormir nena. –

– Está bien. Buenas noches querido. - le dijo dándole un beso en la mejilla.

Sus sueños esa noche se poblaron de sexo ardiente y lujurioso con Carlo. Pero de alguna manera llegó el amanecer.

Temprano antes de irse al hospital vigilo por la puerta entreabierta al adonis tostado que dormía profundamente en unas sábanas blancas en la inmensa cama.

Sobre él, en la cabecera , un cuadro de un gigante pene, llamó su atención y le volvió a traer a la realidad.

Se estaba enamorando de un imposible. Y eso no le podía pasar a ella. Debía enfocarse en parecer y comportarse como una profesional frente al doctor Dartes.

Apenas llegó al Sanatorio, Stella le pasó una chaquetilla impecable y se marchó al quirófano.

Pasó la prueba de fuego bajo la mirada atenta del genio médico. Las horas transcurrían entre una operación y la otra. Dartes parecía cada vez más atento con ella y satisfecho con su trabajo.

Ella no despegaba la mirada de sus manos, viendo cada movimiento perfecto del médico.

– Doctor. No me queda más que felicitarlo. Es usted un genio. - dijo mientras se limpiaban y sacaban sus chaquetas y barbijos.

– Cómo no serlo con una colaboradora brillante como usted Mar. Realmente tuve una impresión equivocada ayer.

– Estaba muy descompuesta del estómago. Comí algo en el avión que me cayó terrible..Me alegro que mi trabajo le haya parecido correcto.

– ¿Podemos tuteamos verdad? Quieres tomar algo en la confitería- respondió el doctor con tono conquistador.

– Mañana doctor ,si puede ser. Hoy tengo un compromiso importante - dijo sonriendo en forma encantadora Mar.

Él parecía un poco apesadumbrado y la despidió con un apretón muy fuerte y cariñoso en las manos.

Estaba coqueteando con ella. Ya lo tenía como había soñado hace mucho tiempo pero ahora quería volver a su casa y escuchar el secreto de Carlos. Estaba desde la noche intrigada por ello. Cuando llegó al departamento una señora elegante hablaba con el conserje.Ella siguió de largo hacia su meta.

Apenas abrió la puerta y lo vió le dijo:

– ¡Te extrañe!- Y le abrazo con naturalidad..

– Yo también nena. Te esperaba ansioso - respondió sonriendo.

Pero ese glorioso abrazo fue interrumpido por un golpe en la puerta.

La tarada del azúcar volvía a las andadas - pensó Mar y fue a abrir.

La señora Eugenia , muy seria le miraba como para fulminarla.

– ¿Qué hace usted aquí ? Creo que no son horas de trabajar. ¿Dónde están sus hijos? Dígame la verdad, ¿anda usted de romance con mi hijo?-

– ¡Mamá–Gritó Carlo.

– ¿Es su mamá? Yo no…porque él es…– de golpe recordó que los padres de Carlo no sabían nada de su condición – soy solo una gran amiga y no tengo hijos señora.

– Es mi novia mamá. ¡Debemos decirle la verdad nena! –

– Claro – dijo Mar abrazándolo – somos novios. Va. Pareja. Nada serio aún señora. No sé preocupe.

– No amamos mucho. Esa es la verdad- y con un gesto pasional le dió un gran beso en la boca que le dejó temblando.

Cuando pudo reponerse de la sorpresa de su nuevo novio Mar pudo invitar a Eugenia a pasar y Carlos a acomodar las valijas de su madre. El sentía el sabor dulce de la boca de Mar y pensaba aprovechar la gran oportunidad que le daba esta inusitada visita de su mamá.