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Plata

Plata

Status: En proceso
Genre:Amor-odio / Apoyo mutuo / Amor en la guerra / Matrimonio entre clanes / Secretos de la alta sociedad / Viaje a un mundo de fantasía
Popularitas:32.8k
Nilai: 5
nombre de autor: thailyng nazaret bernal rangel

Noveno libro de saga colores.

El reino se tambalea con la llegada de la nueva reina proveniente de una tierra desconocida, Sir Levi, ayudante del rey, emprenderá un viaje para hacer un trato con el gobernante, Eudora, la aspirante espía, insistirá en acompañarle, una tentación a la que el sir no podrá resistirse.

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4. Aguas intranquilas

...LEVI:...

Estaba acostumbrado a los viajes en barco, a las tormentas y agitaciones, incluso me puse a la orden para colaborar en el barco, soltando sogas y atando algunas. El agua salada me tenía mojado de pies a cabeza, en plena primera noche y ya teníamos una verdadera dificultad, no podíamos dejarnos desviar del curso.

Salí de la proa y crucé el puente, bajando las escaleras laterales mientras me aferraba a cualquier cosa.

La señorita Eudora se tambaleó en la cubierta y fruncí el ceño.

Me aproximé y la tomé de ambos brazos.

— ¡Vuelva a su camarote! — Exigí, parecía algo mareada, me observó, tuvo una arcada y de pronto sentí algo caliente que salpicó mi rostro.

Mierda, eso era vómito.

La solté bruscamente, sintiendo una furia inmenso.

Una ola sorprendió al barco.

Ambos terminamos arrinconados a uno de los laterales.

Un grito me dejó alerta.

La señorita casi cae por la borda cuando el barco volvió a chocar con otra ola, su cuerpo saltó por encima de la baranda, yéndose en picada hacia abajo.

Alcancé sus piernas, el mar se agitaba abajo de ella, si la soltaba, se la tragaría para siempre.

Sus gritos desesperados lograron romper el sonido del mar.

Con todas mis fuerzas, tiré de sus piernas, la atraje devuelta.

Me aventé hacia atrás y ella terminó aterrizando sobre mí.

El agua nos volvió a salpicar.

Al menos así me lavaba el vómito.

El abrigo lo tenía desabrochado, lamentablemente, con la poca luz, no pude ver más, ni siquiera su expresión.

Estaba temblando, tan asustada.

Me levanté y la ayudé.

La guié hacia la entrada de las bodegas.

— ¡Por lo que más quiera, no vuelva a subir! — Gruñí, perdiendo la paciencia.

Maldición.

Pasé la mitad del tiempo corriendo en el barco de un lado a otro.

No dejé la cubierta hasta que logramos salir de la tormenta.

Bajé tan agotado que me tambaleé hacia mi camarote.

Entré y solté una larga respiración.

Toqué mis orejas, preocupado de perder mis aretes con tanto ajetreo, pero allí seguían.

Me quité la ropa llena de sal y resto de comida de la señorita Eudora.

Por fortuna tenía una tina en mi camarote y usé el agua para limpiarme.

Esa mujer me estaba sacando de mis casillas.

Cuando conocí a esa doncella pensé que podría ser una más de mis felinas, cumplía con todo lo que necesitaba para mis juegos. Parecía tan sumisa y delicada, incluso insegura. La primera vez que la ví quedé impactado por una criatura de extraña belleza, quería tenerla encadenada y así satisfacer mis deseos bajos.

Era perfecta para ser una esclava del placer.

La consideré por mucho tiempo.

Quería un acercamiento para abordar el tema sin asustarla.

Pero, ahora parecía tan diferente a lo que creí.

Por eso la descarté y no volvería a considerarla.

Me provocaba darle una lección por cuestionarme y contestarme.

No todas las mujeres les encantaba ser mi felina, por eso era selectivo y no podía mezclar las cosas, algunas siempre tendrían un mal carácter y en seguida esas eran descartadas, no tenía deseo o descontrol con ellas porque no era lo que buscaba.

Pero, la señorita Eudora me provocaba tanta molestia, jamás me afanaba con señoritas así.

Mi vida privada estaba tan oculta que casi nadie sabía sobre esto.

La princesa Ania una vez se interesó, tan curiosa por mi vida solitaria Insistió sin parar.

Le mencioné e incluso le mostré mis cadenas, casi pega un grito en el cielo, me gritó insultos que ni yo conocía y comentó que mataría a cualquier hombre que intentara semejante cosa con ella.

Ella siendo tan rebelde tampoco entró en la lista a considerar.

Pensé que la doncella podría hacerlo, ella estaba acostumbrada a servir, las sirvientas solían ser perfectas para arrodillarse y esperar las demandas de su amo.

Me sequé con una toalla mientras observaba mi rostro en el espejo.

En Hilaria podía tener libertades con mis juegos, siempre con prudencia, pero desde que llegué a Floris no conseguí a alguien que no viera mis gustos como una perversión peligrosa.

Por eso lo mantenía oculto y en el castillo no me había atrevido a empezar, no con tantos nobles juzgando cada paso que daba.

El rey por supuesto que se interesó en mí y quise intentar algo nuevo, pero cuando le mencioné mi fijación, se espantó.

Conocía su trauma con la fallecida reina, pero a diferencia de ella yo no usaba las cadenas, grilletes y fustas para causar dolor, aunque obviamente, el pobre no estaba completamente curado para arriesgarse a intentarlo.

De todas formas, yo prefería las criaturas femeninas, así que no me molestó dejar las cosas con el rey.

Alguien tocó la puerta del camarote.

Me cubrí el cuerpo con una bata.

Abrí.

La señorita Eudora estaba en el pasillo.

— ¿Qué desea?

Seguía con el cabello despeinado por el agua salada, la ropa húmeda y la mirada de terror por casi caer al mar.

— Lo siento por vomitar la cena encima de usted — Se apenó, hizo una reverencia de disculpa — Lo lamento.

— Su imprudencia casi la envía al fondo del océano.

— Lo sé, no debí subir — Dijo, bajando la mirada — No volveré a hacer algo tan imprudente.

— Si vuelve a hacer una tontería la enviaré devuelta a Floris, en un bote — Fruncí el ceño — Me importará poco si se la comen los tiburones.

Elevó su mirada.

La pupila azul estaba más clara que la café.

— No lo haré.

— ¿Entendió que un viaje en barco no se toma a la ligera?

— Lo entendí — Susurró.

— Vaya a descansar, vuelva a su cama — Asintió con la cabeza e hizo ademán de retirarse — Espere.

— Dígame — Se quedó quieta.

— Sus ropas están mojadas.

— No tengo más.

Me acerqué al baúl y sentí su mirada desde el umbral.

Abrí el baúl.

Rebusqué entre mis ropas oscuras.

— ¿Qué hace?

La fusta pequeña apareció y me tensé.

La señorita Eudora observó un poco desconcertada, preguntándose problamente para que traía eso junto a mi ropa.

Podría decirle que se pusiera en manos y rodillas sobre el suelo, empezar a darle con ella en sus glúteos y muslos como castigo.

Se me endureció de inmediato.

Seguí buscando entre la ropa, ocultando esa cosa de cuero de mi vista.

Saqué dos camisas y dos pantalones.

— Soy más delgados que la mayoría de los hombres — Dije, tendiendo la ropa — Póngase esto mientras consigo algo para usted.

— Ah, no podría aceptarlo... Yo...

— Primera regla de una aspirante, no cuestionar las órdenes de su superior — Espeté, casi al punto de tomar la fusta para darle.

— Gracias — Tomó la ropa.

— Use un cinturón — Le entregué uno de los míos, mierda el cuero hizo cosquilleo en mi mano.

Lo tomó — Se la devolveré en cuanto tenga que ponerme, buenas noches.

Se alejó y la seguí con la mirada.

La imaginé encadenada de muñecas y tobillos, suplicando por mí.

...****************...

El día estuvo quieto, aunque el cielo seguia gris, aquellas aguas no eran las de Hilaria, no había sol, ni cielos despejados, mientras avanzamos más al norte, más frío se tornaba todo.

Tenía que usar abrigos al dejar el camarote.

Me quedé observando el mar.

Los recuerdos llegaron a mi mente.

Volver a mi tierra natal me producía más nervios que el posible ataque que pudiéramos sufrir.

Había perdido mi acento.

La señorita Eudora atravesó el puente, recibiendo miradas de todos los hombres marineros.

Subió las escaleras hacia el timón, donde estaba el capitán Alber.

La ropa que le dí le quedaba ancha, pero la imagen me arruinó completamente.

Perfecta para una fantasía.

El cabello lo traía recogido en una trenza, los mechones se le escapaban con el viendo, tan plateados y brillantes.

— Al parecer el capitán a flechado a la señorita — Comentó un marinero a otro.

Fruncí el ceño.

— Esa belleza hechiza a cualquiera — Le contestó el otro.

— Afortunado el hombre.

Maldito Alber, no se como rayos había hecho para entrar en la flota del rey, me parecía poco responsable, falto de seriedad y disciplina.

Me iba a quejar de él cuando volviera a Floris.

Era un hombre contratado recientemente y si yo abría la boca para desestimarlo, lo echarían de inmediato.

Aunque, aceptaba que había lidiado con la tormenta de forma eficaz.

La señorita Eudora tomó el timón, el capitán Alber se colocó a su lado, parecía estar dandole clases de navegación.

Apreté mis puños.

Bajé las escaleras y crucé por la cubierta.

Recibí miradas de los marineros.

Subí las escaleras y llegué al timón.

— Mantén firme, no pierdas el curso, a estribor — Dijo Alber, muy afanado mostrando su ingenio.

— Oh, estoy guiando una nave, se siente genial — La señorita Eudora sonrió.

— Sin desviar los ojos del botalón, la punta del barco es tu guía.

— Señorita Eudora — Dije y se tensó.

— Sir Levi, el capitán me enseña a navegar.

— No está aquí para navegar, le recuerdo que insistió en viajar conmigo para aprender a ser una "Escucha"

¿A caso esa doncella sumisa fue parte de una falsa personalidad?

Se quedó quieta y me evaluó, sorprendida.

— Entiendo, mi lord, pero usted no me ha enseñado y debo entretenerme en algo.

Apreté mi mandíbula y me atravesé en su visión.

— Usted no se toma con interés el aprender — La reparé detenidamente.

Deseaba ser mi ropa en estos momentos, observé sus manos en el timón, muy aferradas.

— Es bueno aprender de todo un poco — Comentó el capitán.

Le lancé una mirada desdeñosa y guardó silencio.

— Venga conmigo — Ordené a la señorita.

Ella se separó del timón.

— Gracias por enseñarme un poco, capitán.

— A la orden, señorita Eudora.

Maldito, se le salía los ojos.

Bajé las escaleras y la señorita me siguió.

— Empezaremos las lecciones desde hoy, todos los días, sin falta — Gruñí, con las manos cruzadas detrás de mí, me giré hacia ella y se quedó en frente.

Malditas lecciones, prefería las otras.

— Soy todo oídos — Recogió las mangas de la camisa.

— El propósito de un escucha es brindar información clave para mantener al reino estable, fuerte y libre de cuestionamientos, un espía debe aportar información que sea clave para acabar con enemigos y sus intenciones en contra de la corona.

— Sé lo que es un escucha — Dijo y incliné mi cabeza a un lado.

— No lo sabes y por ser tan arrogante fuiste echada de la hermandad de espía.

— No, ellos dijeron que mi apariencia sería un problema, un espía debe tener rostro común y mis rasgos son un faro — Dijo, cruzando sus brazos.

— Depende de usted, no de sus rasgos. ¿Cuándo era doncella recibía muchas miradas?

— No — Dijo, con expresión curiosa.

— ¿Por qué no?

— El uniforme, mi posición de sirvienta.

— Fue común por muchos años, así que su apariencia no es el problema — Dije, caminando de un lado a otro — Debe actuar con naturalidad, puede ser cualquier persona, un sirviente, un mercader, un marinero — Señalé a mi alrededor — Solo debe actuar como lo hacia cuando era sirvienta, asumir que es esa persona.

— Era buena siendo sirvienta porque sé como hacerlo, crecí sirviendo.

— ¿Siempre escuchó cosas indebidas mientras servía? — Me llevé una mano a la barbilla.

— Por supuesto, pero no eran de mi incumbencia.

— ¿Nunca notaron que escuchaba?

— Siempre estuve presente, no le dieron importancia.

— Es porque asumieron que un sirviente no tiene poder, que nadie creería en su palabra, por eso los escuchas asumen papeles de personas de baja posición, gente que es invisible para el resto del mundo.

Ella se quedó sopesando mis palabras.

— Quiere decir que debo ser invisible.

— Por supuesto, practicaremos en este entorno, haremos de usted uno de los tantos marineros que hay en este barco — Dije, señalando los hombres que trabajaban — Se dará cuenta de que ya nadie la mirará como ahora.

— Ellos saben quien soy en realidad.

— Deseo con toda el alma que un barco pirata venga e intente tomar este barco.

Se estremeció.

— ¡No diga eso ni de broma!

— Si sucios piratas no la notan, entonces estará lista para entrar en terrenos enemigos.

— De acuerdo, entrenaré.

— No es lo único que hará — Dije y se desconcertó — Tiene que aprender a defenderse — Saqué mi espada, le dí con ella en la pantorrilla.

La señorita Eudora cayó al suelo.

Todos los marineros me fulminaron con la mirada.

Ella se quejó, tratando de levantarse.

— Eso fue trampa — Me observó desde el suelo, tenía un gesto de dolor en su expresión.

— No hay reglas en un combate real — Apoyé la punta de la espada en el suelo.

Quería que suplicara por más.

1
juana maria meneses bautista
excelente inicio de la historia una nueva aventura que leer....
lu
obvio que escuchó, por eso se sintió más emocionado
lu
la saga es muy buena
Yise
Golozaaaaaaa aissshhh q calorrrchh q capitulo más intenso ufffffff mira q jiros más bruscos e inesperados dio, pero me encantó....... Eudora bb cosita rika debes estar agradecida q has atrapado a esa fiera solo para tí, así q ve con calma q ya ese macho pecho peludo espalada plateada es tuyo todo tuyo. Golozaaa /Chuckle//Chuckle//Chuckle//Chuckle//Chuckle//Chuckle/
Blacina Calvo Fernández
Excelente historia. Poco a poco Eudora ha ido enamorando a Levi.
Yilli Paola Soto Nuñez
claro que escucho y por eso se prendió más que no se resistió y sembró la semilla en ella cuando quieran regresar van llegar con un nuevo integrante en el barco
Sol
si escucho pero no sabe cm reaccionar a esa palabra q significa mucho
Marcela Lopez
está emocionante 🥰
Mary Ney
Escritora dele a Albert una buena esposa,, se la merece, har sir ya estas enamorado creo que escuchaste Eudo el Te Amo/Smile/
Laura Ojeda
me encanta autora gracias.. creo que Levi y Eudorita van a ser padres si siguen así....
𝓔𝓶𝓪𝓷𝓭𝓮𝓻 🖤
👁️👄👁️ yo al ver que Levi le dió como cajón que no cierra y le echó sus bendiciones a 10 meses de llegar a Floris 🤣🤣🤣 Probablemente haya bebé salvajito nuevo❤️💖
Nella Reyes
claro que te escucho sólo que no sabe como decir la palabra aún pero de que la siente la siente... sino no se hubiera derramado en ti.... apuesto a que deseo en silencio poner la semilla de un bebé en tu vientre
Daiana Ibarra
Albert de cada lugar quiere un recordatorio ahora quiere a l salvaje q le pida al rey como pago x su trabajo
Daiana Ibarra
cuando lleguen al rey van a llegar con un bebé recién nacido si siguen asi
Nella Reyes
Eudora eres una heroina, no sólo salvaste a la guerrera, también a las mujeres y niños que iban a ser asesinados y por último salvaste a tu suegro... tienes un corazón de oro puro así que Levi debe estar además de Enamorado, orgulloso que no cabe en su pecho la mujer fuerte que eres
Orozco Beatriz
si escuchó, solo que se emocionó y te dio como cajón de gabeta mal colocado 🤭🤭
Eliana Cardona
🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣
Eliana Cardona
Que emocionante es esto 👋👋👋
Faveamny Calderon
naaaa si te escucho querida pero típico de los hombres hacerse los sordos para no te er que demostrar sus sentimientos o aceptar que cayeron en las garras de cupido 🤭🤭🤭🤭
Melissa Janeth Basilio Polo
gracias , gracias por actualizar ....moría de la impaciencia por leer otro capítulo 🥺
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