Resiliencia:La Historia De Amelia Hidalgo

Richard salió de su casa subió a su auto y condujo por la ciudad, era domingo por la mañana y el poco tráfico se sentía como una bendición porque le daba la oportunidad no solo de disfrutar del paisaje sino también de pensar y sin proponérselo terminó llegando a la casa de Miguel y se sorprendió de encontrarlo caminando por la urbanización en compañía de su hija Josefina y su yerno Adrián y eran la viva imagen de la armonía familiar, comparado con él que rara vez salía a pasear con Isabel y Tomás.

Detuvo su auto, se bajó y caminó en dirección al grupo porque necesitaba hablar con Miguel y asegurarse de que todo estaba bien con la boda de Tomás y Amelia y disipar esa mala sensación que recorría su cuerpo.

—¿Miguel podemos hablar? — preguntó Richard.

Miguel se volvió al escuchar que lo llamaban y le hizo una seña a su hija para que ella y Adrián continuaran caminando y les diera espacio para conversar.

—¿De qué quieres hablar, Richard?

—De que es lo que está pasando entre nuestros hijos.

—Eso debes preguntárselo a tu hijo.

—Sabes que no me va a decir nada.

—Richard, lo que sea que esté pasando entre nuestros hijos … no nos compete.

Miguel no negaba que era un abogado curtido en años de experiencia y sus respuestas eran vagas, pero a la vez dejaban entrever algo de información, sin embargo, no traicionaría a su hija, porque Tomás y Lisa debían pagar por lo que hicieron.

—¿Me vas a negar que la reunión de anoche fue una declaración deliberada de que le retiras tu apoyo a Tomás?

—No lo voy a negar porque es la verdad, no pienso hacerle daño, pero tampoco lo voy a ayudar, no después de todo lo que ha hecho.

Richard finalmente lo comprendió su hijo había hecho algo malo y la familia Hidalgo estaba muy resentida.

—Miguel por la amistad que nos une … no le hagas daño a Tomás.

—Precisamente porque somos amigos es que no le voy a hacer nada, pero es tiempo de darle una lección a Tomás.

Richard observó como Miguel se alejaba y cerró los puños con impotencia como si su silencio le pesara más de lo que podía decir, así que lo llamó nuevamente.

—Miguel…

Miguel se detuvo, pero no se volvió del todo porque sentía una punzada amarga, ya que ningún padre quiere enterarse de que su hijo es una mala persona y no estaba de ánimo en ese momento para hacerlo.

—Richard, por ahora … mejor no forcemos las cosas

Richard alzó la vista al cielo, como buscando una señal, suspiró hondo y entonces dijo las palabras más sorprendentes que Miguel podría escuchar.

—¿Miguel, puedes recomendarme a un buen abogado de divorcio?

Miguel se volvió y no podía creer lo que acababa de escuchar, porque Richard era un esposo muy devoto y era evidente cuanto había amado a Isabel a pesar de todos sus defectos.

—Richard, ve a casa y conversa con tu esposa sobre tus dudas

—¿Qué pasa si llevo años intentándolo y ella no me escucha?

Miguel lo miro con pesar.

—Entonces ven a hablar conmigo … después de la boda

—¿Por qué tiene que ser después de la boda de Tomás y Amelia?

—Porque solo entonces entenderás el motivo.

Miguel quería creer que Isabel no era parte del engaño, pero su naturaleza desconfiada le decía que era así, pero cumpliendo con los deseos de su hija no actuaría de forma maliciosa y dejaría que los mentirosos se desenmascararan por sí mismos.

Miguel apresuró su paso hasta encontrarse con Adrián y Josefina los cuales lo estaban esperando a una distancia prudente.

—Creo que el matrimonio de Richard e Isabel no podrá soportar lo que está por ocurrir—dijo Miguel sin rodeos.

—Es lo mejor para él— dijo Adrián con firmeza—Aun es joven y puede encontrar a una persona que lo valore de verdad.

Adrián Rivas de 29 años era un cardiólogo y estaba casado con Josefina desde hace 05 años y al igual que su esposa era un hombre de rostro severo y comentario mordaces, pero cuando se trataba de sus pacientes cambiaba a una persona muy amable y atenta al igual que con su familia política la cual consideraba como propia.

—Hablas con demasiada seguridad — dijo Josefina pellizcándole su cintura.

Adrián se estremeció, pero luego esbozó una sonrisa porque sabía que ella le estaba jugando una broma, a pesar de sus demandantes profesiones, se amaban y el matrimonio entre ellos estaba lleno de armonía y por eso les desagradaba tanto Tomás porque sabían que Amelia nunca encontraría la felicidad al lado de un hombre que no solo no respetaba su carrera profesional, sino que no aprobaba su físico.

—Descuida cariño que de mi te vas a deshacer cuando deje este plano … y aun así te voy a seguir como un fantasma— dijo haciendo una expresión graciosa.

—Ustedes dos respeten la cara de este viejo — protestó Miguel con fingida molestia.

Isabel se despertó y era la una de la tarde y no era algo inusual, lo sorprendente era que Richard no hubiera preparado el almuerzo, revisó su teléfono y le pareció curioso que su esposo no le enviara un mensaje para notificarle el motivo de su ausencia, aunque lo que si había eran varios mensajes de Tomás contándole lo molesto que era que Lisa no dejara de hablar sobre los síntomas de su embarazo.

—Supongo que saldré a algún lugar para comer — dijo con indiferencia como si la ausencia de Richard no le importara.

Casi anochecía cuando Amelia encendió su teléfono y entre varios mensajes de Tomás encontró el de Ezra y sonrió recordando lo amable y agradable que era y en especial ese beso que le dio tan lleno de anhelo y ternura.

—Déjame adivinar … ¿Mensaje del chico sexy? — dijo Kate con emoción.

Amelia se sintió un poco avergonzada porque si bien Ezra le parecía sexy y atractivo, en este momento su cabeza estaba demasiado enredada para pensar en relaciones.

—Es solo un amigo— respondió intentando disimular su rubor.

—Claro … — replicó Kate con complicidad.

Ezra estaba muy ocupado debido al banquete, pero cuando terminó con su labor y pudo revisar su teléfono, puso una enorme sonrisa porque se dio cuenta de que Amelia le había respondido.

Mientras tanto Lisa apenas pudo probar un bocado ese día.

—¿Te gustó la comida? —preguntó Tomás sin levantar la vista de su teléfono.

—Tengo el estómago revuelto

—Por favor Lisa deja el drama — respondió él con impaciencia—Tengo cosas pendientes así que nos vemos luego.

Tomás al notar que ella ese día no estaba dispuesta a tener intimidad, luego de comprar la comida se fue dejándola sola, sin importarle lo mal que se sentía.

Lisa revisó en su directorio y se dio cuenta de que no había a quien llamar porque en su mayoría las amistades que tenía eran muy superficiales como para que sintieran interés de ayudarla y los que no simplemente la odiaban por su manía de seducir a sus parejas.

Richard regresó a su casa y lo primero que notó es que no había nadie para recibirlo, Isabel no solo no había cocinado, sino que había salido y supuso que era para almorzar en un restaurante, pasear y hacer gastar el dinero en compras innecesarias.

—Mi esposa es tan considerada — murmuró Richard con ironía amarga.

Al caer la tarde Tomás e Isabel regresaron y encontraron a Richard durmiendo en su sillón reclinable y ninguno de los dos se detuvo a  colocarle una manta, solo despertó en la madrugada tiritando del frío y con el cuello adolorido debido a una mala postura.

—Es bueno saber que tengo una familia con la cual contar en todo momento —dijo en voz baja, con una mezcla de sarcasmo y tristeza.

Entró en la habitación y se dio cuenta de que Isabel yacía en la cama durmiendo plácidamente, iba a acostarse cuando se dio cuenta del teléfono de su esposa el cual se estaba cargando en la mesita de noche, sintió curiosidad, pero a la vez dudó, pero su inconformidad era muy grande así que se animó, por suerte se dio cuenta de que este no tenía clave.

Era la primera vez que violaba los límites de su privacidad, pero no le importaba, abrió la aplicación de mensajería y fue cuando encontró el chat entre su hijo y su esposa, y lo que leyó casi lo hizo desmayarse debido a su contenido porque era muy devastador.