El Dolor De Una Partida

-Padre no quiero volver a mi país todavía quisiera que viajáramos y disfrutaramos del tiempo que nos queda juntos- dijo la joven bajando su cabeza y con lágrimas en los ojos.

-Si es lo que tú deseas Así será mi niña, prepara todo y viajaremos cuando tu lo desees- dijo el hombre con una sonrisa tierna. Las semanas siguientes, Adhara y su padre estuvieron viajando por diferentes partes del mundo, entre ellos París por supuesto, fueron unas semanas donde se disfrutaron el uno al otro, por lo que don José tuvo que comunicarse telefónicamente con el notario de su confianza, para que le ayudara con todos los trámites necesarios para dejar todo organizado a su muerte.

-Hija, quiero que volvamos ya a mi casa, no quiero morir si no es ahí- dijo Don José, quién sabe que su tiempo se ha acabado.

Adhara con sus ojos húmedos, asintió con la cabeza.

-Está bien papá, mañana mismo volveremos.

En el aeropuerto, aterriza el jet privado de José Rivero, quién baja en compañía de su hija el hombre se sigue viendo igual de saludable por fuera, por lo que nadie sospecha de su verdadero estado de salud.

Una vez estando en casa, Don José Llama telefónicamente a Alejandro, le cuenta que está de regreso y le pide que los acompañe a la hora de la cena para presentarle a su hija y ahora esposa. Luego de colgar Alejandro sale de su oficina directo a su casa para arreglarse, ya que la tarde casi termina y si bien es cierto que no ve ese matrimonio más allá de un favor, quiere dejar una buena impresión.

Llegada las 8 de la noche, se estaciona un lujoso coche frente a la mansión Rivero y de él baja un joven muy guapo, de uno noventa de estatura, ojos grises que cautivan, labios rosados que atraen y un cuerpo bien definido con espalda ancha, expectorales y brazos muy bien trabajados, que se refleja por encima de su camisa algo ajustada, el hombre parece creado por los mismos dioses y quien a sus escaso 23 años es el sueño de muchas. Alejandro Miller...

Dentro de la mansión, Adhar, se dirige a la habitación de su padre a informarle que la cena está lista, al tocar varias veces sin recibir respuesta decide entrar, encontrando a su padre Sentado en una silla frente a la gran ventana de la habitación que da una vista Hermosa de la ciudad y donde se sentía el aire fresco la noche.

-Padre, vengo para que bajemos, la cena ya está lista- dice la joven dirigiéndose hasta la silla, al llegar nota que su padre tiene sus ojos cerrados por lo que inmediatamente lo toca y lo llama, pero esté no le responde, desesperada Adhara comienza a gritar alertando al joven que está entrando a la mansión en ese momento, quién sube hasta la habitación de donde provienen los gritos, Alejandro se acerca y le revisa el pulso a don José, pero ya no se le siente, rápido lo alza en sus brazos y lo lleva hasta la cama donde tiempo después es atendido por el médico de la familia. Sentada a su lado y con su mano agarrada se encuentra Adhara quien llora a mares cuando el doctor le dice que su padre ha muerto, ella guardaba la esperanza que solo se hubiera desmayado.

Alejandro también destrozado, observa a la joven envuelta en su dolor y siente unas ganas terribles de abrazarla y apaciguar en algo el dolor que ambos estaban sintiendo, pues a él también se le fue la única persona a quién le importaba, su único amigo, su padre...

-Señorita Adhara debería ir a descansar un poco, no se preocupe por nada, yo estaré aquí para lo que se ofrezca, y si me lo permite, yo me haré cargo del funeral- le dice el joven a la chica. Ella al levantar su rostro se encontró con esos ojos grises que inexplicablemente le transmitían paz, los jóvenes que no habían tenido tiempo de presentarse, se quedaron mirándose, experimentando la paz interior que ambos se trasmitían, hasta que una de las empleadas acabo con el momento, ya que llegó informando que afuera se encontraban algunos reporteros interesados en conocer si la muerte del Magnate José Rivero era real o no, pues el rumor se había extendido como pólvora en poco tiempo.

No se preocupe señorita yo me haré cargo, por favor dígales que en un momento los atiendo y traiga algo de comer la señorita- le dijo Alejandro a la empleada.

-Si joven, enseguida, compromiso!

-Alejandro, guio a la joven fuera de la habitación hasta una mesa qué había en una pequeña sala.

-Muchas gracias por su ayuda y le tomo la palabra, por favor encárguese de los reporteros y del funeral de mi padre- Luego de que Adhara le diera a Alejandro algunas recomendaciones sobre el funeral, llega la empleada con la comida para ella.

-Muchas gracias, pero no tengo apetito.

-Debe comer para que tenga fuerzas de enfrentar lo que viene, además estoy seguro de que su papá no hubiese querido verla así- Le dijo Alejandro, la joven al escuchar esas palabras, volvió a llorar con sus manos en el rostro, Alejandro se acercó y la abrazó sin poder evitarlo, la joven se aferró a esos brazos que le transmitían la seguridad de que todo estaría bien, era como si un simple abrazo hiciera desaparecer el dolor que ambos sentían.

-Venga, coma un poco- volvió a decirle Alejandro, quien casi tuvo que paladearla para que comiera.

Luego de asegurarse que la joven comiera, Alejandro bajó hasta donde los reporteros y dio oficialmente la noticia del fallecimiento del hombre más rico de la ciudad, José Rivero. Después les pidió marcharse de la propiedad en respeto al el dolor de la hija del millonario.

-Llegado el momento, las personas de la funeraria llegaron por el cuerpo de don José para prepararlo, pero Adhara se resistía, no quería separarse de él, por lo que Alejandro la tomó delicadamente de sus manos y la atrajo hacia el permitiendole ocultar su rostro en su fuerte pecho.

Luego de que la funeraria saliera de la mansión, Alejandro le aconsejo a la chica descansar ya era bastante tarde y debía recuperar fuerzas. Alejandro se quedó toda la noche cuidando a la joven quien por últimas se quedó dormida en un sillón, mientras él la observaba, realmente esa chica era a la más hermosa que había visto en toda su vida, esos ojos azules la hacen ver encantadora aunque estén hinchados por tanto llorar.