En esta vida parece que el mundo te protege, pero... eres la única que no sabe lo que pasó en la vida anterior, podrás perdonar o será muy tarde para hacerlo.
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Cap. 5 Las Cenizas del Pasado
Serafín dio un fuerte grito, no entiende, pero ya le quedará todo claro.
—Rey Dragón, donde llevas a mi hija —Serafín enfatizó en la última palabra, ya que había cuidado a los gemelos Valerian como un padre.
Elian se detuvo en la puerta y sin voltearse, solo aclaró la situación.
—Rey Regente Valerian, ella va a estar conmigo 24/7, ella no sabe comportarse y estoy seguro de que en la noche hará alguna travesura, la pequeña pichoncita es indomable para ustedes, así que yo me quedo con ella, envíen a su doncella a mis aposentos para que la atienda, y para el resto, el joven Yled se queda conmigo para atender mis…, asuntos —dijo para después salir caminando apacible.
Serafín casi se desmaya, Jonier lo sostuvo de inmediatamente lo llevó a su habitación, había algunas cosas que debía decirle, algo que le daría otra perspectiva.
Esa noche, Gisela, su doncella, miraba con miedo a los guardias en la puerta, ella mudaba la ropa de niño y todos sus implementos para que Dely los use durante el día.
Los Dragónes que custodiaban, ellos, la miraron de reojo y la dejaron entrar, con miedo vio a Dely sentada en un sillón totalmente descolocada, ella no entendía lo que estaba haciendo ese Dragón.
—Mi…, mi lady, ¿qué está pasando?, realmente te quedas aquí? —dijo Gisela asombrada y que no confía en ese clan por nada del mundo, son despiadados y crueles, unos asesinos de sangre fría.
—Gisela, no sé qué decirte, la verdad es que yo ignoro lo que pasa, solo sé que ese tipejo ahora me va a tener bajo su ala apestosa de Dragón todo el tiempo —dijo haciendo un puchero, ella sabía que lo que había dicho Elián a su tío y hermano era verdad, las Fénix siempre habían sido consentidas, así que, por primera vez en su vida, estaba en manos de alguien quien parece no querer consentirla.
Su doncella parpadeó varias veces, de verdad que no entendía, y más aún que ese rey despiadado no haya delatado a la princesa Valerian, eso era aún peor, parecía querer sacar provecho de esto y no le gusta naba para nada lo que se le pasaba por la cabeza.
*_*
El primer rayo de sol se colaba por la ventana cuando Dely sintió el calor. Demasiado calor.
Algo pesado —y terriblemente familiar— rodeaba su cintura. Una respiración lenta rozaba su nuca. Y ese olor a hierbas amargas y metal forjado solo podía pertenecer a una persona.
Elian.
Los ojos de Dely se abrieron como platos. En un instante, todo el fuego de su sangre se encendió.
—¡¿QUÉ DEMONIOS?! —giró bruscamente, quemando las sábanas al liberarse de su abrazo. Elian apenas tuvo tiempo de abrir los ojos antes de que un almohadazo lo golpeara en pleno rostro.
—¡¿Cómo TE ATREVES a meterme en tu cama, lagarto asqueroso?! —rugió Dely, llamas danzando en sus puntas de los dedos. Sus venas como lava ardiente se deslizaba por sus delicados brazos.
Elian, sorprendentemente despeinado y con la marca de la almohada en la mejilla, se incorporó con calma. Pero Dely no estaba acabando.
Estaba más que indignada por esta situación.
—¡Te voy a convertir en cenizas! —Un tazón de porcelana voló hacia su cabeza. Elian lo esquivó con elegancia, pero el jarrón de agua que siguió le mojó la mitad del torso.
—Pichoncita, si querías verme mojado, solo tenías que pedírmelo —murmuró mientras se quitaba la camisa transparente, revelando (muy a propósito) los músculos marcados bajo la tela pegada.
Alto y fuerte como todo un Dragón de guerra, sabía muy bien cuáles eran sus mayores virtudes y su físico era una de ellas.
Dely enrojeció como una amapola, pero no solo por vergüenza, sino por rabia pura.
—¡Fuera de MI habitación! —Un cojín ardiendo pasó rozando la oreja de Elian. Dely no podía creer que hora tiene que dormir con él, ella pensó que pondría guardias en su puerta, no que se meta en la cama con ella.
—Nuestra habitación —corrigió él, atrapando sus muñecas con una rapidez sobrenatural. Su rostro acercó más al de ella dejándola sin aliento, sus labios rozaron suavemente mientras Dely sentía un hormigueo por todos lados.
—Y grita más fuerte, a ver si así el Juez de Almas no sospecha que aquí hay una Fénix —dijo con una sonrisa burlona. El aprovechó para rozar su cuerpo con el de ella y vio su piel erizarse en vivo y directo.
Dely se quedó helada. Elian aprovechó para acercar sus labios a su oreja, su voz ahora grave y peligrosa:
—¿O prefieres que repita lo de anoche? Porque juraría que te acurrucaste contra mí como un gatito —el golpe que recibió en el estómago lo dejó sin aire. Ella estaba más que furiosos y avergonzada, había soñado con mucho frío y fue un cálido cuero que la envolvió en la tristeza de ese sueño, no recuerda la razón de su tristeza, pero recuerda lo emocionante y cálido que se sentía ese cuerpo que la consolaba en el silencio.
—¡Eso fue por el frío! —Dely escupió las palabras mientras se retiraba hacia la puerta—. ¡Y si vuelves a tocarme, te arranco las escamas una por una! ¡Lagarto lascivo!
Elian, doblegado, pero sonriendo como un lobo satisfecho, observó cómo ella salía corriendo, con su peluquín mal puesto y la túnica al revés.
—Pronto saldrás de mi cama, desnuda y con mis marcas en tu piel —susurró el joven mientras da un suspiro.
Justo entonces, Jonier apareció en el umbral, mirando el caos: sábanas quemadas, muebles revueltos, y un Rey Dragón semidesnudo y mojado.
—¿Le diste un infarto o solo pretendes volverla loca? —preguntó, arqueando una ceja. Elian conocía muy bien la situación de ese Dragón, todo esto era más de lo que podían manejar, pero debían hacerlo.
Elian se pasó una mano por el pelo y soltó una carcajada.
—Esa es mi pichoncita —dijo con una sonrisa satisfecha, sus ojos cargados de amor infinito. Debía ser paciente, claro que lo más difícil es enamorar al enemigo, pero sabe que lo más difícil será soltar al amor de tu vida.