Una Boda Por Conveniencia

—Lo primero que vamos a hacer es ir de compras, ropa y comida, no hay empleados en la casa.

—Está bien, me enseñaron a cocinar mis empleadas, las empleadas de mi padre.

Dije después de saber que no tendríamos personal.

—Perfecto porque yo soy un inútil.

Él eligió la ropa que usaríamos los dos, protectores solares, trajes de baño y otras cosas innecesarias. Yo compré comestibles para todo el mes y muchas bebidas alcohólicas. A nadie le gusta llorar tomando agua de la canilla.

Nos encontramos y volvimos al auto.

—Pensé que nos íbamos a quedar aquí.

—Nop, nos vamos a una propiedad algo apartada, no está muy lejos.

Demian parece feliz de estar aquí, algo raro porque no estábamos nada felices antes.

—Si no queda otra.

Abordamos y unos minutos muy largos después llegamos a la casa.

—Bueno, llegamos, espero que nos toquen lindos dias para disfrutar y explorar.

—¿De verdad vas a disfrutar estos días en esta isla conmigo?"

Él me ayudaba a bajar todo lo que habíamos comprado.

—¿Y por que no? hace mucho tiempo no me tomo vacaciones y eso nos va a dar tiempo para descansar y relajarnos y quien dice, también conocernos y llevarnos bien.

—Tienes razón, no tenemos que llevarnos mal, podríamos conocernos y hasta hacernos amigos.

—¿Pequeña casa? pequeña es decir grande, ¿como vamos a hacer para no chocarnos a cada rato? Es ultra pequeña.

Entramos juntos y vimos que había una sola habitación, una sola cama, una cocina y un solo baño. La sala de estar era del tamaño de la habitación, dos sillones de solamente un cuerpo muy pequeños, que hace imposible dormir en ellos y un lavadero que también se usa como almacén.

—Genial, mi madre lo pensó muy bien, no tenemos espacio. Así vamos a estar juntos en todo momento.

—De verdad que quiere un nieto muy pronto.

Me reí de mi propio comentario. Demián solo me miró y negó con la cabeza.

—Espera, tenemos que organizarnos. vayamos a la habitación y veamos dónde vamos a dormir, después guardamos todo.

—Obviamente yo voy a dormir en la habitación y vos ahí.— señale los sillones miniatura y le sonreí. Agarre mis bolsas y las guardé en el cuarto mientras el me seguía.

—¿Y cada ves que quiera ir al baño voy a tener que golpear tu puerta para entrar

—Así es.

—Es injusto, podemos usar los dos la habitación, además hay un solo televisor y un solo aire acondicionado. Voy a dormir en el piso si quieres.

—En el piso. Y no vas a invadir mi intimidad. Podemos comprar un colchón pequeño para que no duermas incómodo. Me da no se qué que duermas sobre la alfombra.

—Hecho.

Llegar a un acuerdo con el no era difícil. Algo a lo que no estaba acostumbrada ya que mi padre solo sabía decir NO.

Así pasó la primer semana, recorrimos los alrededores, paseamos, hablando de cosas que nos gustan y de los proyectos a futuro que teníamos en nuestra vida. Nos olvidamos de nuestros padres y de las responsabilidades con la familia. No es desagradable convivir con él, ya no lo veo como un extraño, ahora es un conocido simpático. Todo lo que hicimos está primera semana es comer, beber, dormir y pasear. El se siente cómodo conmigo y yo empecé a no estar tan a la defensiva.

El único problema que tenemos es el baño, una ducha para dos personas cuando el agua no es mucha.

—Ya tienes que salir, me hago pis.

—Son mis 10 minutos al día bajo la ducha, espera un poquito o afuera tienes mucho espacio para hacerlo. Estamos solos nadie te verá.

—Por favor. Es en serio.

—Entonces entra y orina tranquila, yo voy a darme vuelta y no te voy a ver.

—No voy a hacer pis mientras te estás bañando eso no es... Correcto.

—Entonces espera.

Maldita agua de coco, es un diurético.

—¿Hace cuanto entraste?

—Tres minutos más o menos.

—Por favor.

El desgraciado no responde pero escuche un golpe seco. Volvi a golpear la puerta y no respondió, me preocupé y tuve que entrar. estaba tirado inconsciente bajo el chorro de la ducha.

¿Que demonios le pasó? Tuve que levantarlo como pude, es pesado. Había sangre brotando de su cabeza. Lo recosté sobre la cama y le di unos golpecitos en la cara para que despierte.

Sus latidos eran normales, su respiración estaba un poquito agitada pero estaba bien.

Un cachetazo más y logré despertarlo.

—¿Estas bien? ¿que te paso?— Parpadeo varias veces intentando enfocar su vista en mi.

— Me sentí mareado y de repente me desmayé. ¿Hiciste pis?... Auch — Se quejó después de tocar detrás de su cabeza.

—No. No te toques, te golpeaste muy duro al caer.

—Así que no era tan urgente después de todo. —¿Es en serio?

—Idiota me asustaste. Hasta las ganas de orinar se me fueron cuando te vi ahí tirado.

—Tengo frío, no debe ser tan grande como normalmente se ve.

—¿De que estas hablando?

—Estoy desnudo en tu cama, y tu sola te las arreglaste para hacerlo, eres una chica fuerte. Pensé que te asustaste al ver mi... Otro Demián.

Senti fuego en mi cara. Es verdad, esta desnudo en mi cama y ni me había dado cuenta de eso hasta que lo dijo.

—No es el primer cuerpo desnudo que veo señor Novacci.

—No creo que uno tan bello como el mio.

—Vi cuerpos mejores. Recuerde que soy estudiante de medicina.

Entre al baño y me reí en silencio, de repente me volvieron las ganas de orinar, no había visto su parte íntima con mucha atención por que siempre mantengo mi ética profesional, pero me causó mucha gracia la vanidad que carga este muchacho.

—¿Por que no estas tapado?— Pregunté al salir.

—Porque dijiste que viste cuerpos mejores y me quedé asi desnudo solo para que veas bien y te des cuenta de lo equivocada que estas.

—Sal de mi cama y vístete. — Ordene al verlo mucho mejor.

—Mandona.

—Exhibicionista.

—Puritana.

—Al menos yo no cargo con un gusanito entre las piernas.

¡Ja! ¡Jaque mate!" Me crucé de brazos y sonreí mientras movía mi meñique en movimiento de gusanito.

—Mentirosa, son 23cm ¡No se de que gusanito me hablas!

—Ok pitón, voy a buscar con que suturar la herida.

—Así es, pitón va mejor con el aspecto de mi miembro. Y Agos — Dijo cuando estaba saliendo de la habitación— Gracias por ayudarme ahí dentro.

—De nada "Esposo" — Le sonreí y cerré la puerta.

Baje y no encontre nada, solo un pegamento de secado rápido que usamos a veces en los rostros para heridas pequeñas. Volví a la habitación y ya no estaba en la cama.

—¿Que estas haciendo?— Estaba encerrado en el baño otra vez.

— Vistiéndome, pero necesito un momento, ya salgo.

Tardó varios minutos en salir, se había enjuagado la sangre de su cabeza y se había cambiado de ropa.

—No pienso quedarme un minuto más en esta casa, ¿si me pasaba algo más serio como ibas a hacer para sacarme de aqui.

—Tenés razón, es un pequeño paraíso pero es irresponsable no tener un centro de salud cerca ni nada para ayudarnos si tenemos que curarnos.

—Lo es. Voy a llamar para que vengan por nosotros.

—Voy a preparar todo entonces. ¿tu cabeza necesita sutura?

—Ni idea, pero ya no sangra.

Me acerqué a el, estaba sentado en el borde de la cama y estaba un poquito pálido. Tenia un pequeño corte.

—¿Puedo cerrar? Tendrá un centímetro la herida en tu cabeza. Este pegamento funciona para la piel.

—Eres tu la futura doctora, no podría estar en mejores manos.

Yo sonreí

—Esto puede arder un poquito

Luego de cerrar la herida le serví un vaso con jugo.

—Gracias esposa.

Le pregunté si tenía idea de por qué se desmayó, él me había contado que despertó y salió a ejercitarse y no se llevó agua para hidratarse y tampoco había desayunado. La temperatura en esta isla es muy alta en ocasiones y deshidratarse rápidamente a veces no lleva mucho tiempo.

—Vamos a prepararte algo para comer. No vuelvas a hacer eso, mira si te pasaba afuera y no estaba cerca para socorrerte.

—No te preocupes por mí, en el mejor de los casos serías viuda, sin tener que soportarme y heredando una gran fortuna de mi parte.

—No digas estupideces, no me interesa tu fortuna, somos muy jóvenes para pensar en esas cosas. Además por fin me estas empezando a simpatizar.

— Tú también. bajemos a comer o voy a volver a desmayarme.

Tomó mi mano y me llevo hasta la cocina. De verdad me cae bien, es un buen chico, solo que estamos obligados a hacer cosas que no queremos, por ejemplo estar en esta casa miniatura y casados para terminar de rematar nuestra terrible suerte.

Después de comer llamamos al chófer que nos trajo y con toda nuestra ropa abandonamos la pequeña caja de zapatos que teníamos por casa.