Atada A Un Alpha

En el momento en que termino la recepción para Talía y Maximiliano, fue cuando el hombre se acercó a su oído y le pregunto de forma suave, si deseaba retirarse.

-           Familia, nosotros no retiraremos - les dice Maximiliano con una sonrisa y de forma carismática - mi esposa ya está cansada y mañana tenemos un largo viaje por hacer, pero ustedes sigan disfrutando de la celebración - les dice tomando la mano de Talía para salir de allí, mientras todos a su alrededor se despiden de ellos, deseándoles no menos que mucha felicidad y amor, para ambos.

Salieron del lugar y subieron al auto, donde el chofer ya estaba esperando por ellos para llevarlos hasta el hotel donde pasarían la noche de bodas. Un enorme edificio el cual representaba elegancia y sofisticación, mostrando una fachada de mármol pulido, con grandes ventanales de vidrios oscuros, que reflejaban la ciudad. La entrada principal contaba con puertas automáticas de cristal, adornadas con detalles metálicos en dorados y plateados, el techo brindaba una iluminación suave que realzaba la vista y creaba un agradable ambiente.

-          ¿Vamos? – le dice Maximiliano a Talia luego de ayudarla abriendo su puerta, el hombre tenía la mano extendida hacia ella, con una sonrisa en su rostro.

-          S… Si – le dice Talia nerviosa tomando la mano del hombre para salir del auto.

Maximiliano toma la mano de Talia y la acomoda en su brazo para escoltarla hacia la entrada del lugar de forma caballerosa, suben las escaleras y entran al edificio, Talia se quedó fascinada con la decoración del lugar, era como entrar en una dimensión donde todo era más brillante y elegante, jamás había estado en un sitio como ese. Caminaron por la estancia hasta llegar a la recepción del lugar, Maximiliano entrego su identificación y enseguida la mujer le entrego la tarjeta de acceso a la habitación, caminaron hacia el ascensor y subieron hasta la suite matrimonial, llegaron frente a la puerta y Maximiliano le dio paso a Talia para que entrara primero.

La suite en su interior, tenía un diseño contemporáneo. En medio una cama king size con sábanas de algodón egipcio, almohadas de alta calidad y cabeceros tapizados en terciopelo y seda. Los muebles eran de madera, lacados en acabados brillantes, y la iluminación era con lámparas de lectura y detalles de luz ambiental. Con una decoración en tonos neutros con acentos en dorado y plateado, obras de arte originales y grandes ventanas con cortinas opacas y translúcidas. Además, la suite cuenta con un baño spa con bañera de hidromasaje, ducha de efecto lluvia y detalles de mármol en paredes y suelo. Un balcón privado con una vista impresionante de la ciudad desde lo alto.

-          ¿Te gusta? – le pregunta Maximiliano sonriendo, mientras Talia observaba impresionada todo el lugar

-          Es impresionante – le dice impactada – creo que no podría pagar la estadía en este lugar ni siquiera con reunir mi sueldo completo durante un año – le dice observando por la ventana.

-          Pues no tendrás que reunir ni un centavo, de ahora en adelante siempre que quieras venir aquí, puedes hacerlo – le dice mientras sirve dos copas de champaña.

-          Es algo loco pensar de esa forma – dice sonriendo – este no es mi mundo, tampoco estoy acostumbrada a tanto – le dice mientras observa las luces de los edificios y las calles.

-          Pues ya no más – le dice Maximiliano acercándose con las dos copas – esta ahora es tu vida – le entrega una de las copas – te prometo que pronto te llegaras a acostumbrar – chocan las copas, luego prueban la campaña – se supone que en momentos como este deberíamos de brindar, pero no soy bueno con esas cosas – le dice sonriendo

-          Yo tampoco soy buena en ello – le dice sorbiendo de la poca.

-          Entonces estamos en un gran problema – ríe

-          Pidamos que nunca tengamos que dar un brindis como pareja – ríe

-          Es la primera vez que te veo reír de esa forma – le dice Maximiliano mirándola fijamente – tienes una sonrisa muy linda – le dice acariciando su mejilla.

-          Por favor, te puedo apostar que se lo dices a todas – le dice tratando de no caer en los encantos del hombre

-          Mmm, puede ser – le dice sonriendo – pero en esta ocasión es cierto – le dice acercándose a Talia y luego la besa.

-          ¿Qué haces? – le dice de forma tímida

-          Quería probar la champaña en tus labios – le dice pegándose a ella – no hare más que eso si tu no quieres – le dice al oído, provocando que la calentura subiera por todo el cuerpo de Talia hasta explotar en su cabeza, sentía las mejillas calientes, lo más seguro es que también estuvieran rojas.

-          Pa… para que me preguntas – le dice nerviosa – de igual forma puedes obligarme con tus feromonas – le dice eludiéndolo.

-          Si, podría – le dice sonriendo – pero no lo hare, dijiste que no te gustaba el control de los alphas con sus feromonas por ese motivo no quiero hacer algo que tu no quieras – roza los labios de Talia con los suyos, pudiendo sentir su respiración – así que, la decisión es tuya – sin decir ni una sola palabra, atrapada entre el deseo que tenía por sentir el toque de ese hombre, quien sabía perfectamente el efecto que estaba causando en ella – entonces, ¿Qué hacemos? – le dice besando su labio con pequeños roces, sin poder darle respuesta Talia simplemente respondió a sus besos y lo abrazo colgándose de su cuello, una respuesta clara para Maximiliano.

Sumidos entre la pasión y el deseo, unieron sus cuerpos sintiendo su calor, sus latidos fuertes que parecían no querer tener calma, su respiración y sus gemidos de placer. Talia sentía que todo su cuerpo vibraba con cada beso de Maximiliano, quien se dio a la tarea de saborear todo su cuerpo desnudo, con caricias suaves y delicadas, causando espasmos acompañados de gemidos.

-          Relájate – le dice Maximiliano a Talia con una voz suave en su oído – te prometo que seré gentil – le dice mientras Talia solo abrazo al hombre, este la beso y luego entro en ella.

A pesar de que Maximiliano no estaba utilizando sus feromonas en ella, pudo sentir un calor emanar de su interior, seguido de la necesidad de seguir unida a él, mientras sentía como llenaba todo su interior con cada embestida, llevándola hasta un punto de desenfreno, una embriagante sensación, la cual no quería que parara.