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MI ULTIMA ESPERANZA

MI ULTIMA ESPERANZA

Status: En proceso
Genre:Vientre de alquiler / Embarazada fugitiva / Amor-odio
Popularitas:10.9k
Nilai: 5
nombre de autor: CINTHIA VANESSA BARROS

Elena lo perdió todo: a su madre, a su estabilidad y a la inocencia de una vida tranquila. Amanda, en cambio, quedó rota tras la muerte de Martina, la mujer que fue su razón de existir. Entre ellas solo debería haber distancia y reproches, pero el destino las ata con un vínculo imposible de ignorar: un niño que ninguna planeó criar, pero que cambiará sus vidas para siempre.

En medio del duelo, la culpa y los sueños inconclusos, Elena y Amanda descubrirán que a veces el amor nace justo donde más duele… y que la esperanza puede tomar la forma de un nuevo comienzo.

NovelToon tiene autorización de CINTHIA VANESSA BARROS para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 24.

POV  Elena

Los primeros días creímos que podíamos con todo. Carla y yo invertimos el dinero del premio en máquinas nuevas, mesas de corte, telas, y pagamos por adelantado varios meses de llegar al sótano del edificio. No era el estudio luminoso que había soñado, pero era un espacio nuestro.

El eco metálico de las agujas fue nuestro nuevo pulso vital. Al principio me llenaba de ilusión escuchando el ritmo de las costureras, sentir que otra vez mi sueño podía levantarse desde las cenizas. Pero pronto comprendimos que la ilusión era más frágil de lo que parecía.

Pasaron los meses y el negocio no despegaba. Abril se volvió mayo, mayo en junio, y así, casi cinco meses se habían ido como agua entre los dedos. Vendíamos poco, apenas lo suficiente para sobrevivir.

El día que tuve que reunir a las muchachas y despedirlas, sentí que se me partía el alma. Me miraban con tristeza, algunas con lágrimas en los ojos.

—Lo intentamos, pero no puedo pagarles más —les dije, sintiendo el nudo en la garganta—. No es justo que trabajen tanto por casi nada.

Una de ellas me abrazó fuerte antes de marcharse.

—Algún día volverá a brillar, Elena. Y cuando lo haga, aquí estaremos para coser a su lado.

Sus palabras me acompañaron como un eco en el sótano vacío. Desde entonces, Carla y yo cosíamos solas, agotando fuerzas entre agujas, hilos y telas baratas que apenas podíamos costear.

La rutina se volvió despiadada. Salía de casa cuando el sol apenas despuntaba y regresaba cuando ya era de noche. Martín me esperaba con los ojos soñolientos, a veces dormido en el sofá, otras veces abrazado a su osito. Me dolía el alma verlo así, pero necesitaba mantenernos a flote.

Y fue en medio de ese vacío cuando lo noté: Martín se estaba pegando a Amanda.

La primera vez que la escuché llegar para recogerlo de la escuela sintió un pellizco en el estómago. Él corría hacia ella, riendo, abrazándola con entusiasmo. Me repetí a mí misma que estaba bien, que un niño necesitaba cariño, que Amanda estaba en su derecho de compartir tiempo con él. Pero mientras las semanas pasaban, la sombra del miedo se hizo más grande.

Más que las facturas vencidas, más que las deudas y la comida racionada, lo que realmente me quitaba el sueño era pensar que un día Martín podría elegirla a ella en lugar de a mí.

El día que acepté la ayuda económica de Amanda me sentí derrotada. Había resistido todo lo que pude, pero no podía seguir viendo a Martín con zapatos gastados ni soportar que me preguntara por qué no teníamos agua caliente.

—Está bien —le dije aquella noche, mirando al suelo para no cruzar sus ojos—. Acepto tu ayuda, Amanda. Pero que sea para Martín. Solo para él.

Ella se movió con un destello extraño en la mirada.

Ese dinero fue un alivio. Pude pagar las rentas atrasadas, la luz, y hasta comprarle una mochila nueva a Martín. Verlo sonreír con sus cuadernos nuevos me dio un respiro, aunque en el fondo sentí que cada billete que recibía de Amanda era una cuerda invisible que me ataba más a ella.

Una tarde cualquiera, después de dejar pedidos en dos tiendas que nos pagaban miserias, Carla y yo caminábamos agotadas por el centro. El viento levantaba mi cabello, el ruido de los autos me aturdía. Sentía los pies pesados, las manos ásperas de tanto coser.

Y entonces lo vi.

Allí estaba él, impecable como siempre, con un traje que parecía hecho a la medida de su arrogancia. Francisco. O mejor dicho, León Carter.

Se plantó frente a nosotras con esa sonrisa ladina que conocía demasiado bien.

—Miren nada más… —dijo, con un tono venenoso—. Se ven patéticas.

Carla reaccionó antes que yo. Dio un paso al frente, con los puños apretados.

—¡Eres un desgraciado! ¡Todo esto es tu culpa!

León ni se inmutó.

—Claro que lo es. Ustedes me expusieron públicamente. Y ahora pagan las consecuencias.

—¡Nos arruinaste la vida! —le gritó Carla, temblando de rabia.

Él se inclinó un poco hacia nosotras, con una calma que helaba la sangre.

—Fue un error meterme conmigo. Por su bien, espero que se mantengan en ese hueco donde están. Porque si intenta perjudicarme de nuevo, les irá muy mal. Y créanme… no será tan benevolente la próxima vez.

La sangre me hervía, pero mis piernas estaban clavadas al suelo. Carla intentó abalanzarse sobre él, pero el sujeté del brazo.

—¡Déjalo, Carla! —le dije, aunque yo también lo odiaba con cada fibra de mi ser.

—¡Te odio! —gritó ella, con lágrimas en los ojos—. ¡Ojalá te pudras en el infierno!

León muy satisfecho, se dio la vuelta y se marchó, dejándonos en la acera como dos sombras deshechas.

El camino de regreso al apartamento fue un silencio cargado. Cuando cerramos la puerta tras nosotras, Carla se derrumbó en el sofá, llorando desconsolada.

—Nos destruyó, Elena… —balbuceaba entre sollozos—. Ese maldito nos destruyó.

Me senté a su lado, tomándole las manos para que dejara de temblar.

—No sirve de nada pelear con él, Carla. Él ya ganó…

Mis palabras sonaron como un veneno en mi propia boca.

El apartamento estaba en penumbras. Desde el cuarto de Martín se escuchaba su risa, jugando con algún juguete. Esa risa fue lo único que me sostuvo esa noche. Porque, aunque León se hubiera salido con la suya, aunque el mundo de la moda nos hubiera cerrado las puertas, yo no pensaba rendirme. Ni por mí, ni por Carla, ni por nadie.

Lo hizo por Martín.

Él era mi última esperanza

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Yusmery Gomez
Espero poder seguir leyendo más Historias cómo está que son muy Hermosas 😌
Yusmery Gomez
buenas tardes autora excelente con muchas adrenalina y pasión 😊😜🤗🥳
ana meson
waaaaawww ésto fue increíble!!!
Yusmery Gomez
Buenos días autora en la Gran espera del Maratón de capítulos de su Hermosa Novela...
Norma Marroquin
sii maraton
Empoderada
mi villana hermosa 😍 eres mala como nos deja hasta mañana
Yusmery Gomez
buenas tardes Autora excelente Novela infinita Bendiciones para usted...
Maria Gonzalez Gonzalez
exelentes capitulos, gracias por tanto 🤭🤣
Maria Gonzalez Gonzalez
cuánta maldad de eses desgraciado poco hombre de Francesco 👿😈❤️
Maggy Martinez
buen día autora /Smile/
Yusmery Gomez
Buenos días Autora gracias excelente capitulos y espero que ya sea mañana para leer más de su Hermosa Novela...
Yusmery Gomez
Buenos días autora 🤣🤣🤣🤣🙈🙈🙈
ana meson
hola hola me encanta!! espero pronto la acción entre Amanda y Elena
Nancy Galeano
siiii maratón, maratón
Maria Gonzalez Gonzalez
maratón, maratón, maratón 🥰
Maggy Martinez
buenas tardes un maratón sería perfecto gracias por la historia 😊
Yusmery Gomez
Buenas tardes autora estoy de acuerdo con los demás lectores ya es hora de acción entré Elena y Amanda que inicie la pasión y el Amor ❤️😍
Yusmery Gomez: sí Autora eso lo tengo Claro 😉
total 3 replies
Empoderada
maratón, maratón, maratón, maratón, maratón, maratón, maratón, maratón, maratón, maratón, maratón, maratón, maratón, maratón, maratón 🙏
Empoderada
excelente nada vulgar todo excelente calidad de palabras y coherente
Empoderada
y te di un voto con flores corazón y puntos exelente obra llegando de mu trabajo y buscando los capítulos
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