Liliana es una joven a la cual se le ha presentado la oportunidad de trabajar en una de las mejores empresas de la ciudad. El trabajo lo necesitaba tanto que hará lo que sea necesario para mantenerlo... Pero con lo que ella no contaba, era que se volvería el blanco del jefe, volviéndose una presa fácil para el despiadado. Sr Dominante.
NovelToon tiene autorización de KeliindA RojanO C. para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Preguntas.
Salgo de la oficina y Alejandro para entrar a la mía, en esta de inmediato mi sonrisa se desvanece al ver la cantidad de trabajo que tengo por delante.
Dando un suspiro me siento en mi escritorio y empiezo a hacer mi trabajo.
Estaba tan concentrada que no me di cuenta en el momento en que María entró. Me sobresalto cuando coloco un jarrón con muchos tulipanes.
—Son para ti, cariño— me guiñó un ojo y volvió a irse.
Miré el reloj y han pasado más de tres horas desde que me sumergí en todo este trabajo.
Llevé mis ojos a la hermosa exhibición que había delante de mí, ¿Cómo sabía que son mis favoritas?
Había una pequeña tarjeta en ellas, al abrirla leí las únicas cinco palabras que mostraban su posesión sobre mí.
-Eres y serás siempre mía- AV.
Eso fue todo lo que necesitó para reclamarme como suya, y realmente lo hizo.
Tomé una flor y la llevé hacia mi nariz aspirando su aroma.
Busque mi teléfono y le envié un mensaje.
-Gracias por las flores-
En el segundo en que mi mensaje fue leído, el teléfono de mi escritorio comenzó a sonar. Lo levanté, sabiendo quién estaba al otro lado. —¿Desea algo señor Valero?—
—Ah ti, ven a mi oficina ahora mismo—
Me levanté con una sonrisa en mi rostro y me dirigí a su oficina bajo la mirada traviesa de Alice.
Cuando iba a tocar la puerta de su oficina, esta fue abierta por el de inmediato, tomándome por la mano me hizo entrar rápidamente.
Me recostó contra la pared y clavó sus ojos grises en los míos.
—¿Cómo quieres que te haga ver que eres mía para que finalmente lo entiendas?—
—Las acciones hablan más que las palabras— poniéndome de puntillas le di un ligero beso en los labios. —Tus acciones aún no han sido del todo claras— terminé de decir con una sonrisa traviesa mi rostro.
Un gruñido salió de su pecho y entonces se lanzó sobre mí. Sus labios atacaron brutalmente los míos y sus manos estaban por todas partes, me incliné y él me levanto.
Me llevo hasta su escritorio donde me dejó suavemente, subió mi falda hasta mi cintura y como un lobo feroz tiró de mis bragas con un solo jalón. Llevo mi cabeza hacia atrás cuando él besa mi cuello.
La siguiente acción me hace sacar un gemido fuerte.
—Ahhh— me recompongo y es cuando veo que él se ha introducido en mí de manera salvaje.
—¿Esto te es suficientemente claro?— dice al tiempo que lo vuelve a sacar y vuelve a introducirse en mi de manera descomunal. Robándome varios gemidos y sin poder responderle. —Que esto te quede claro que eres completamente mia— No termina de decirme eso cuando me toma las manos con una de las suyas, y con la otra aparta todo lo que está en el escritorio recostandome en el sin dejar de embestirme.
Se detiene y me mira intensamente, una sonrisa se dibuja en mi rostro y me levanto y vuelvo a sentar sobre la mesa. Con mis manos lo atraigo hacia mí y muerdo su oreja seductoramente. —Mas fuerte, señor Valero— me alejo para verlo y lo veo tragar saliva.
En este momento desate él infierno, sus embestidas Se volvieron mucho más brutales y a mí cada segundo de ellas.
Él muerde mis labios con fuerza para que no grite, y esto se siente tan jodidamente delicioso.
En este instante momento siento como el clima azota mi cuerpo brutalmente, aprieto mis manos contra su espalda y le doy una señal para que sepa que ya no puedo más. —Joder Marcela— con un gruñido contenido, veo que él también ha llegado al clímax. Ambos caímos sobre el escritorio, y este me hace soportar todo el peso de su cuerpo, pero estuvo indescriptible.
—Dime siempre que eres mía y que siempre estarás a mi lado— susurró en mi oído, había un toque de miedo en su voz que me sobresaltó. Lo removí para verlo a los ojos y en ellos pude notar ese sentimiento, nunca antes había visto eso en él.
Tomé su rostro entre mis pequeñas manos, y él volvió a hundirla en mi cuello, volvió a levantarla y Me aseguré de que sus ojos estuvieran fijamente en los míos. Volví a ver en esos hermosos ojos grisáceos la vulnerabilidad y un toque de pánico que me rompió el corazón y me confundió al mismo tiempo.
—Sabes perfectamente que desde el primer momento en que nuestros ojos se cruzaron soy tuya, y seré solo tuya—
Ambos nos volvimos a sumergir en un beso tierno y delicado, uno que nos llenó de amor todas las partes de nuestro cuerpo.
[•••]
Llegado el mediodía, fui a ver a Alice, colocando ambas manos en su escritorio de golpe hice que se sobresaltara. —Jesús, Marcela—
Reí en grandes carcajadas al ver en su rostro el miedo.
—Es muy divertido ver en la cara de la otra persona cuando se asusta, ahora entiendo por qué lo haces todo el tiempo— La mirada que me lanzó era un poco aterradora mientras yo seguía riendo.
—¿Necesitas algo?—
—Si, me gustaría mucho invitarte a almorzar, pensé que podríamos conocernos mejor— dije moviendo mis pestañas y esta opción la hizo reír.
—Está bien, vamos— dice colocándose de pie y siguiéndome hacia el ascensor.
Alejandro tuvo que irse hace rato apresuradamente después de que lo llamaran de uno de sus restaurantes porque surgió una novedad.
Llegamos al restaurante y pedimos nuestras órdenes.
—Gracias por acompañarme— le dije con una sonrisa. —No tengo con quién más compartir así, aparte de Alejandro—
—¿Quién dijo que no eh? ¿Me estás diciendo que nosotras no somos amigas?— dice con un puchero.
—Si claro que sí— ambos nos reímos. —Eres muy linda—
—Déjame decirte que me agradas mucho y mucho más al saber que eres la causante de esa sonrisa de Alejandro—
—¿De verdad?—
—Te lo digo yo que nunca lo vi en el, ambos se han hecho mucho bien, son tal para cual—
Sonreí ampliamente ante su confesión, escuchar a alguien que no sea Alejandro decir esto Solo me hacía querer atesorar mi tiempo con él para siempre.
En este momento supe que no había nadie más indicado que Alice para que me aclarara todas las dudas que necesitaba aclarar.
—Alice— llamó su atención y de inmediato dejó de comer para verme. —¿Quién es Amara?—
La vi congelarse ante mi pregunta, ni siquiera parpadeó, después de un momento, se recompuso e inmediatamente se puso en alerta...