Los Villanos En Época Moderna

Clarisa se despertó temprano al día siguiente, sintiendo una incertidumbre grande. Se vestía con una blusa verde esmeralda que resaltaba su piel y un pantalón que siempre consideró cómodo. Mientras se miraba al espejo, pensaba en la reunión de esta mañana. Su madre, Giovana, le había mencionado que tenía algo planeado, pero no le reveló nada más. Clarisa no podía evitar preguntarse qué tipo de encuentro era aquel. Con cada prenda que se ponía, ciertos nervios comenzaban a ella, como si presintiera que se trataba de algo importante. Sin embargo, no podía adivinar lo que realmente iba a suceder.

Al llegar al lujoso departamento, Clarisa estaba maravillada por la elegancia del lugar. La decoración era moderna, con muebles caros y arte sofisticado en las paredes. Cuando entró, una señora de aspecto distinguido la recibió cálidamente y sonrió.

— Oh, bienvenida. Derek y yo las estábamos esperando.

Clarisa estudió a la mujer, observando su vestimenta y cómo cada accesorio estaba en perfecto lugar. Todo en ella era el reflejo de un estilo de vida que parecían volver añorar, pero que les había quedado lejanas a Clarisa y su madre por sus malas decisiones. No obstante, Clarisa no tuvo tiempo para pensar mucho en eso, pues a su lado estaba Derek, el hijo de la mujer. Al conocerlo, la primera impresión que tuvo no fue la que se esperaría.

Derek se presentó, era un hombre de treinta años, pero su mirada y su actitud mostraban a alguien con una innegable inmadurez. Se notaba que prefería el mundo de la oficina y los cubículos, con su ropa holgada que no hacía justicia a su figura. Su postura era encorvada, como si el peso del mundo le pesara en los hombros. La forma en que su madre lo había presentado hizo que Clarisa se sintiera incómoda. Sin saber por qué, sus instintos le decían que había algo raro en aquel hombre.

Clarisa, con el alma un tanto inquieta, le susurró a su madre.

— ¿Qué es esto?

La respuesta que recibió fue aún más desconcertante.

— No te sorprendas. Pero es tu futuro esposo.

La incredulidad la invadió, y casi grita, pero Giovana le pisó el pie bajo la mesa justo a tiempo, evitando que hiciera un escándalo.

— Qué guapo muchacho, excelente para mi hija. — Giovana hizo un comentario cuyas intenciones eran claras, mientras giraban sus ojos hacia Derek, quien aún mantenía la mirada baja.

— Perfecto. Haremos una reunión en un mes para presentarlos a ambos en compromiso. — Anunció la madre de Derek con mucha más seguridad y entusiasmo.

La conversación entre mamás comenzó a fluir, mientras Clarisa intentaba procesar lo que significaba todo esto. ¿Un compromiso? ¿Casarse con él? Eran las preguntas que se hacía ella internamente.

La risa y el intercambio de cumplidos llenaban el ambiente, pero de pronto, Derek interrumpió la charla de forma muy torpe.

— Hay un problema, no me gusta su cabello plateado. Me duele los ojos... Me gusta más el castaño oscuro.

Una gran indignación subió por el cuerpo de Clarisa. Su cabello plateado era lo que más amaba de sí misma, era único y lo consideraba único, aunque no sea realmente real. El comentario de Derek fue tan intensa que a Giovana no le quedó más remedio que intentar suavizar la situación.

— Oh, no, no, su color de cabello es solo una fase, es la moda de los jóvenes. Su cabello natural es castaño... Yo sé lo arreglaré antes de la fiesta.

Derek, sorprendido, replicó con una actitud arrogante.

— ¿Me casaré con una niña? — La expresión en su rostro era de confusión.

Clarisa, sintiéndose completamente fuera de lugar, contenía el deseo de gritar que no, que no era una niña. Giovana intervino rápidamente, tratando de tranquilizar el nuevo conflicto.

— No, claro que no. — Se rió, intentando corregir la percepción de Derek. — Clarisa tiene 22 años, este año va a 23. Es una adulta con gustos exquisitos.

— Ujum... — Refutó Derek, como si no estuviera convencido de las palabras anteriores.— si aprender a comportarse, será menos tortuoso el matrimonio.

“ viejo de mamá. Te odio,” gruñó Clarisa, con amargura en su interior.

Luego de que se fueron Giovana y Clarisa, Derek se levantó de la mesa. El regaño de su madre se volvió inevitable, pues su actitud era lamentable ante ellas.

— ¡¿Qué te pasó?! ¡Actuaste como un imbécil descerebrado!

Su actitud no lo había dejado bien parado y rápidamente se retiró a su habitación, dejando a su madre confundida y decepcionada tras él.

Al llegar a su espacio, comenzó a buscar ropa, deseando vestirse de cierta manera que realmente lo representara. Sin querer, su madre lo seguía, exigiendo atención.

— ¡¿Me estás escuchando?!

— Fuerte y claro, madre. — Contestó él, casi indiferente, mientras empezó a desnudar su torso poco apreciado por los otros.

La transformación fue sutil pero poderosa. La ropa ancha escondía un físico trabajado, marcado por el ejercicio y rodeado de una fuerza. Al terminar de vestirse con algo que mostró su verdadera figura, limpió sus lentes y se dirigió hacia su mamá.

— ¿Tienes miedo a que sea gay? — Cuestionó, con un aire juguetón en su voz, disfrutando de incomodar a su madre con ese insulto.

— ¿Qué? ¿Por qué preguntas eso?

— Estás desesperada por casarme. No veo otro motivo... — Derek se acercó a su madre, disfrutando de tener la ventaja, como un niño travieso que intenta fastidiar a su mamá.

La exasperación de su madre fue casi de pegarle con lo que sea. Ella lo miró, tratando de ocultar la irritación que sentía hacia su actitud.

— ¡Derek!

Pero él ya había decidido que este juego terminaba ahí. La frustración de su madre con él se hacía notar, al igual que la provocación que estaba disfrutando.

— Matrimonio... Con una niña presumida... Esto no puede ser peor. Si la impresión que le causé a su madre es de rechazo, esto no se va a dar. ¿Quién casaría a su hijo con un estúpido y descerebrado como yo?

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