El Corazón Del Rey

Axel llegó a la mansión después de encerrar a Lysander Tarasov en una de las bodegas, a pesar de que quería matarlo con sus propias manos, dejaría que Erick se encargara, se dirigió a la recamará de Mila, quería abrazarla, besarla, decirle cuanto la había estado buscando, sus sentimientos se unían a los del León, esa atracción que sintió por ella al inicio ahora era un fuerte sentimiento que jamás antes sintió por una mujer.

- Mila- Entró a la recamará, ella le dirigió la mirada estaba sentada en la orilla de la cama.

- ¿Cómo está ella? – Preguntó con su voz apagada, Axel suspiró.

- La curación médica funciono, llegamos antes de que fuera peor- Susurró desanimado.

- No, llegaron tarde, otra vez - Se levantó y se acercó a él.

- ¿A qué te refieres? – Preguntó era la segunda vez que ella decía eso.

- Al menos en esta vida te volví a ver- Acarició su rostro con ternura, Axel cerró sus ojos y se dejó llevar por esa suave caricia.

Mila se balanceó a los lados, todo le daba vueltas, Axel se percató y antes de que cayera al suelo la tomó en sus brazos, la llevó hasta la cama y la recostó.

- ¿Por qué no puedo sentirla de nuevo? - Gruño el León, el alma de su amada celestial se había desvanecido de nuevo, pero Mila seguía con vida, Axel suspiró, todo eso era extraño, pero ella era la amada del León y eso era suficiente para él y ese extraño sentimiento que tenía por ella.

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Erick estaba en la habitación cuidando de Avery, una vez que la curación médica funciono prefirió llevarla de regreso a la mansión Carter, se había encargado que nadie del hospital revelara en las condiciones en las que llegó, se encargaría de protegerla ahora, nadie volvería a dañarla.

Se sentó cerca de ella y acarició su rostro, si hubiera llegado momentos después, ese hombre la pudo haber violado, aun así, ese hombre viviría en carne propia todo el daño que le causo a su hermosa reina.

- ¿Qué haces aquí? – Avery abrió los ojos y se encontró con él, Erick suspiró al verla despierta.

- Cuidando de ti- Respondió de manera tranquila, Avery se sentó en la cama y miro que llevaba puesta uno de sus camisones, no tenía ni una sola herida. – La curación médica fue un éxito- Dijo al ver su reacción.

- Ya veo, ¿Qué paso con él? – Dirigió su mirada a Erick, sus esmeraldas mostraban un profundo odio de solo pensar en Lysander Tarasov.

- Lo maté – Mintió, no dejaría que ella volviera a ver a ese hombre y mucho menos que él la viera.

- Mierda…quería hacerlo yo – Soltó acomodando su cabello.

- Avery, deja que a partir de ahora me encargue de cuidarte- Dijo sinceramente, ella le dirigió la mirada y sonrió de medio lado.

- ¿Ah sí? Entonces, si después de aquella noche de sexo te hubiera dicho que era tu amada reina humana ¿No me hubieras rechazado? – Preguntó, Erick frunció el ceño.

- ¿Lo sabes? ¿Cómo? – Preguntó confundido, Avery rio amargamente.

- Desperté después de la primera vez que ese hombre me dejo al borde de la muerte- Respondió mientras su sonrisa se desvanecía.

- ¿Por qué no me lo dijiste cuando nos conocimos? – Volvió a preguntar.

- ¿Para qué? Cuando te encontré ya era demasiado tarde, ya había sido lastimada en esta vida- Respondió apretando sus dientes, sus ojos se llenaron de lágrimas.

- ¿Está vida? – Preguntó confundido, Avery volvió a reír, se tallo sus ojos para que ninguna lágrima saliera.

 - ¿Acaso no lo sabes?  El ser celestial y yo hemos reencarnado una y otra vez, durante mucho tiempo, esperando a que nuestros amados arcanos nos encontraran y nos protegieran del mal…nunca llegaron, en cada vida, fuimos humilladas, torturadas, abusadas de las peores maneras y todo terminaba cuando el ser celestial recuperaba sus recuerdos por completo, solo así podíamos morir, sabiendo que nos esperaba otra vida igual o incluso peor – Respondió con su mirada llena de rencor, su corazón comenzó a doler al recordar sus vidas pasadas.

- No, eso no puede ser posible, no pueden reencarnar tantas veces y mucho menos vivir el mismo destino en cada vida- Respondió Erick, Avery volvió a reírse con ironía.

- Estamos malditas, reencarnar y vivir una vida asquerosa y miserable, llena de torturas y humillaciones sin poder ser salvadas por nuestros amados Arcanos, esa es nuestra maldición y así será por toda la eternidad- Comentó, sin poder evitarlo una lágrima solitaria recorrió su mejilla.

- Avery, yo…-

- Largo, no quiero verte, ya no quiero, sabes quería que te fijaras en mi sin que supieras que era tu amada reina, pero todo fue inútil, aun así ya es demasiado tarde, ya no te necesito en mi vida Dragón, vete... – Susurró controlando todas sus emociones.

Erick salió de la recamará, Avery al verlo salir se dejó caer, sus lágrimas finalmente se liberaron, en cada una de sus vidas había deseado que él llegara y la salvara, que hiciera pagar a todo aquel que se atrevió a dañarla y finalmente romper la maldición, vivir una vida feliz con él, pero todo eso se acabó cuando despertó en esta vida, cuando fue dañada siendo muy joven y sin saber quién era realmente, a comparación de sus vidas anteriores, en que su tortura empezó cuando sus recuerdo habían vuelto.

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Erick bajaba las escaleras, pensando en las palabras de Avery, ¿Una maldición?  ¿Cómo era posible? Ha estado en el mundo humano mucho tiempo, ¿Por qué nunca sintió el alma de su amada reina?  Después de la guerra de los dominios, ella simplemente desapareció junto con el ser celestial y el corazón rojo.

- ¿El corazón rojo? – Susurró, no le preguntó si lo tenía en su poder, pero tampoco es como si ahora le importará, lo único que le importaba era saber quién carajo se atrevió a maldecir a su amada, ¿Era el mismo enemigo que quería iniciar la guerra de los dominios? Probablemente, tenía que hablar de nuevo con Avery, ella debía saber e incluso tal vez lo haya visto en persona, si era así entonces podrían tener una pista de ese ser malvado.

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Mila despertó en su recamará todo le daba vueltas, miro a su lado estaba ese sexy hombre durmiendo, acarició su rostro con ternura y suspiró, ¿Cómo podía gustarle tanto ese hombre?

- Mi ángel- Susurró Axel al abrir sus ojos, Mila se sonrojo ante esas palabras.

- Buenos días, señor Carter. – Axel frunció el ceño, al parecer su querida Mila no recordaba quien era realmente, por eso el León ya no sentía a su amada celestial.

Axel beso sus labios de manera tierna, lo recordará o no, ella era su amada celestial y ahora no se contendría en lo que sentía por ella, Mila Haro era solo de él la protegería y la amaría, si la amaría como nunca antes a amado.

- Señor Carter, ¿La señorita Avery? – Preguntó, Axel suspiró, tenía que ir a ver a su hermana.

- Ella está bien- Respondió, Mila suspiró aliviada. - ¿Puedes encargarte de Evelyn? – Preguntó, Mila asintió ese era su trabajo después de todo.

- Que linda eres- Beso de nuevo sus labios, esta vez lo profundizo más, Mila colocó sus manos alrededor de su cuello y se dejó llevar por ese apasionado beso.

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Después de darse un baño y arreglarse con un traje a la medida, Axel se dirigió a la recamará de su hermana, al entrar se sorprendió de que estuviera de pie y muy bien arreglada, miró a los lados buscando a Erick, pero no había señales de él.

- Si buscas a esa lagartija, lo corrí – Hablo Avery - ¿Qué quieres? ¿Vienes como mi hermano o como el gato Arcano? – Preguntó cruzando los brazos, Axel se sorprendió de que su hermana supiera quien era.

- ¿Cómo sabes? – No dudo en preguntar, Avery puso los ojos en blanco, pensó que a estas alturas Erick ya debió haberle contado.

- Porque se quién soy, tengo los recuerdos de mis vidas pasadas- Respondió sin entrar en detalles. - ¿Cómo se le ocurre a ese gato de circo ocupar el cuerpo de mi hermano como arenero? – Espetó molesta, Axel puso los ojos en blanco, incluso el león gruño, era igual a la reina humana que conoció en el pasado ¿Cómo no se dio cuenta de quien era?

- Entonces ¿Mila finge no recordar? – Preguntó, Avery tomó seriedad.

- No, ella no finge, realmente no ha recuperado sus memorias de sus vidas pasadas- Respondió y suspiró- Y mejor que no recuerde nada- Susurró, si a ella le afectaba tanto lo que había vivido para el ser celestial sería peor, pues ella era un ser puro. - ¿Cómo se dieron cuenta que yo soy la reina humana? – Miró a su hermano, se le había pasado preguntar por eso a Erick.

- Mila me lo dijo ayer, fue ella quien dijo que estaban en peligro- Respondió. – También menciono algo sobre que la maldición no ha sido rota- Continúo, Avery jadeo ante eso, camino a paso lento hasta la cama y se sentó su respiración estaba agitada- ¿Qué pasa? – Preguntó acercándose.

- Está despertando…no puede, Axel ella no puede despertar- Lo miró con sus ojos llenos de lágrimas.

- ¿Por qué? Avery, dime- Se arrodillo ante ella y colocó sus manos sobre sus brazos.

- Si despierta, su pureza de celestial también y el mal enviara a sus súbditos a corromperla y una vez teniendo todos sus recuerdos, entonces, ambas debemos morir y esperar nuestra próxima reencarnación y vivir el mismo destino, así es por la eternidad- Susurró con su mirada apagada, el ser celestial no debía despertar, no quería que eso pasara, pues para ella esta era la vida en donde debía romper con esa maldición, quería salvarse de la reencarnación sinfín y también salvarla a ella.

- Tranquila Avery…yo no dejaré que la dañen esta vez…lo prometo – Susurró Axel- Ya no están solas, en esta vida, nosotros las protegeremos- Dijo el León, Avery suspiró, no quería confiar en esas palabras, ya no, ella debía hacerse cargo de todo, antes de que el ser celestial sea corrompido.

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Erick observaba a Lysander arrastrarse en el suelo, desde que salió de la recamará de Avery, se dirigió a ese lugar para castigar a ese hombre, las herramientas de tortura estaban esparcidas en el suelo, cubiertas de la sangre de ese miserable, llevaba puesto unos guantes negros y había usado cada una de ellas, desde el látigo, la cuchilla, el electroshock y la tenaza la uso para arrancar sus pezones.

- ¿Esto para qué es? – Preguntó tomando un objeto metálico en forma de pera- Ah, creo que ya se, lo vi hace mucho tiempo- Camino hacía a él, ese instrumento era conocido por los humanos como la pera de la angustia.

- No…- Apenas logró murmurar.

Erick le dio una patada para que quedara boca abajo, ese hombre estaba totalmente desnudo, sin pensarlo enterró ese artefacto en esa zona, Lysander soltó un desgarrador grito al sentir como ese artefacto lo desgarraba por dentro, eso era música para Erick, lo jalo de la cabellera y lo encadeno dejándolo colgando.

- ¿Quieres morir? – Preguntó de manera sádica, ese hombre ya había rogado por su vida.

- Si, si, mátame ya…- Lloro Lysander, Erick empezó a reír.

- Todavía nos estamos divirtiendo – Erick camino hacia una ventana y corto unos trozos de cristal y se acercó de nuevo a Lysander- Que mal que tu único agujero ya está ocupado- Murmuró, Lysander lo miro con miedo- Ya se, hagamos uno nuevo- Enterró dos cristales en su miembro, el grito desgarrador de Lysander se escuchaba en toda la bodega, pero nadie más que Erick estaba ahí, disfrutando.

- Maldito…miserable…- Apenas decía Lysander sin poder contener sus lágrimas.

- ¿Yo? Te atreviste a dañar a mi reina, no una, sino dos veces – Soltó apretando sus dientes.

- Ella es una perra, una fácil…merecía eso y más- Murmuro.

Erick tomo unas pinzas, ese hombre seguía insultando a su amada reina, no podía permitírselo, Lysander miro como se acercó con esas pinzas.

- ¿Qué harás? – Murmuro, Erick dibujo una sonrisa sádica en su rostro, con la pinza arranco su miembro masculino, Lysander gritaba con desesperación, comenzó a desangrarse, sus gritos eran tan fuertes y desesperantes, ese era el peor de los dolores, pero incluso para Erick era poco comparado con lo que hizo a su amada.

Erick Leroy continúo con su venganza, enterró cristales y metales en la entrepierna y parte trasera de Lysander, ese hombre en algún momento dejo de gritar, ya no tenía fuerzas para hacerlo, peros seguía con vida, tomó una cubeta con agua helada y la lanzó sobre él, haciendo que reaccionara, después tomó otra cubeta con agua hirviendo, otra vez escuchó los desgarradores gritos de Lysander, lo soltó y cayó boca arriaba apenas con vida, estaba ya irreconocible.

- Estúpido dragón, dejarte llevar por sentimientos ridículos, por esa asquerosa y repugnante humana- Escuchó una voz diferente a la Lysander, entrecerró la mirada. – Pero ya no hay salvación para ella, ya fue dañada y llegaste tarde- Agregó, Erick apretó sus puños y el dragón tomaba el control.

- Te hare pedazos – Gruño el dragón. Esa voz comenzó a reír ante esa amenaza.

- Debiste escuchar sus lamentos, sus súplicas, sus llamados, si, llamaba siempre a su amado dragón para que la salvara, pero nunca llegaste y al final ella se dejó vencer, se dejó humillar como lo que es, una asquerosa y repugnante humana-

Erick camino hacía ese hombre, miro su rostro desfigurado, sus ojos eran extraños combinados con varios colores.

- La próxima vez, la torturare y humillare frente a ti, Dragón- Amenazó.

El dragón gruño, apretó sus puños, levantó una pierna y aplasto la cabeza de Lysander, escuchó la risa perversa de aquel ser en toda la bodega, ese era el enemigo al que debían destruir y tenían que hacerlo antes de que volvieran a tocar a sus amadas, el alma divina de la bestia, el ser celestial del León y Reina humana del dragón, debían proteger a sus amadas mujeres.