Mi Condenada Suerte

Luego de un rato en la ruta, llegamos a una cabaña fuera de la ciudad. Era hermosa y acogedora, tenía dos plantas, techo vidriado en el comedor, una piscina en el fondo, no sé el largo, parecía tres habitaciones de ancho y largo, una isla en el centro para colocar bebidas, un tobogán de otro lado, un columpio que no sé cómo uno se podía subir si estaba en el centro de la piscina, unas escaleras en la entrada o salida, la verdad nunca vi algo tan majestuoso, daba gusto de meterse, si no fuera el miedo que le tenía al agua, hubiera disfrutado de ese lugar tan bello y tranquilo, la cabaña estaba rodeada de árboles que servían de división a las otras propiedades, tenía caminos de piedras con luces tipo farolas antiguas que iluminaban el lugar, pasto bien cortado que simulaba una alfombra verde, canteros de rosas de muchos colores engalanan los caminos, yo me sentía maravillado con tantas cosas, bancos antiguos de madera y hierro labrado bajo varias farolas, caminaba y cada paso me enamoraba más el lugar, nunca pensé que existiera un lugar tan paradisíaco tan cerca de la ciudad y a la vez tan alejado, que ni se sentía un sonido a vehículos por el alrededor. Yo iba como metal atraído por un imán, ni mis pasos sentí, solo flote por el sitio, sus fragancias a rosas y clorofila, por estar el paso recién cortado. Me sentía tan bien que hasta me había olvidado que recién me case con ese hombre que caminaba serio, firme e imponente frente de mí.

Thomas le dijo a Óscar el jefe delta de su escuadrón elite que me mostrará la propiedad, y él fue a su despacho, asentí con la cabeza cuando el delta me dijo que lo acompañe. Las habitaciones eran espaciosas tres en la plata alta y dos en la baja, un salón un comedor y una cocina comedor. Un despacho. Me dijo Óscar que los guardaespaldas y la cocinera dormían en la planta baja y arriba era para Thomas y para mí. Pregunté por mi ropa y dijo que ya estaba todo ordenado en mi habitación. Agradecí y fui a cambiarme. Subí y entre a la primera habitación a la derecha, fui al vestuario y la fragancia a eucalipto y pimiento me envolvió era tan rico, parecía que me encontraba caminandl bajo un árbol gigante de pimiento rosa, aspire profundo un par de veces, me maravillo el aroma, lo que no entienda es donde estaban esos árboles si solo vi álamos que rodeaban la propiedad. Seguí y abrí para sacar ropa y no era mío, tomé una camisa y era bastante grande de espalda, me sacaba una mano de cada hombro, casi toda la ropa era negra o muy oscura, lo que si muchas de telas suaves, satinadas algunas o de raso. Acaricié una manga de un pullover negro, no reconocía la lana, pero parecía un cachorro, se veía tan bonito, con cuello alto y pelo largo, volví a acariciar esa tela y como hipnotizado me acercaba más para no solo tocar con la mano, sino con mi rostro esa prenda, estaba a milímetros con los ojos cerrados, aspirando la fragancia y acariciando esa prenda que colgaba en ese mueble, cuando una voz gruesa rugió detrás de mí, y me dijo, no me gusta toquen mis ropas, odio el aroma de otra persona, yo del susto salte y caí dentro del mueble bajo el Barral de la ropa colgada, el pullover cayó sobre mí cubriéndome por completo porque al asustarme atine a agarrarme de algo para no caer, pero la prenda se descolgó por el peso.

Me quedé inmóvil, casi ni respiraba, tal vez así él se iba y podía escapar, no sabía que esa era la habitación de Thomas, y esas sus prendas. Sentí que se acercaba y me dio miedo, recordaba su voz dominante, y de ese momento tenía pánico de que me lastimara, y por más que me reprochaba ser un enigma que todo lo puede, su voz me asustaba tanto que intentaba ya ni respirar, me tape la nariz y la boca así no me escuchaba, suplicaba en mi mente que se fuera así escapaba, pero no, más se acercaba, inconsciente comencé a liberar feromonas de miedo, y me acurruque debajo de la prensa que prácticamente me cubría por completo. Él se detuvo y solo me dijo, otra cosa que odio son los cobardes, se alejó y dio un portazo, yo salí corriendo a la habitación de enfrente, vi en el vestuario que era mi ropa y cerré con llave la puerta así él no se me acercaba, sin querer llevaba la prenda enganchada en mi cinturón. No me anime a regresarla, y la escondí debajo de mi almohada. Me bañé y me acosté, me llamaron a comer a la hora de la cena y agradecí, pero dije no tener hambre. Me volví a acostar. A la media noche escuché la puerta de Thomas abrirse, luego escuché como enojado tiraba su ropa afuera y pedía que limpiarán. Él se fue a la otra habitación esa noche. Yo me sentí mal recordando las veces que me sacaban afuera por tener feromonas tan asquerosas como decían los celadores del colegio, donde viví desde que se me presento mi subgénero. Me dormí llorando, por alguna razón desde que el enigma me gritó volvieron todos mis recuerdos de niño y de joven, abrazado a la almohada, me relajé, respirando el aroma a esos árboles, solo pensaba mañana buscaré dónde están plantados.

El día siguiente llegó, desde temprano un grupo de sirvientes lavaron todas las prendas del enigma mayor y limpiaron su habitación y vestuario. Ventilaron. Y cuando iban a mi habitación les pedí dejaran todo como estaba, ya que solo ocupe la cama y ya había tendido la cama, Julia la beta ama de llaves dijo que solo entraría a cambiar las sábanas y me negué, le suplique tomando de sus manos que por hoy dejara todo en su lugar. Ella terminó aceptando.

Baje al comedor y vi que estaba solo, desayuné lo que Carmen, la alfa encargada de la cocina me sirvió, me pregunto si tenía alergias y preferencias, le dije que no, me hacía nada mal y comería lo que ella eligiera hacer siempre, ella me sonrió amablemente y sentí un calor que pocas veces sentí, pensé tal vez si mí madre hubiera estado un momento conmigo seguro me hubiera dado una sonrisa tan cálida, baje la cabeza y desayuné todo lo que la alfa me dio, agradecí y procedí a buscar los árboles, si sentía el aroma, seguro estaban cerca.