Maximiliano, un hombre lobo es transportado a otro mundo cuando huía de alguien que lo quería matar, en donde se topa con una humana muy peculiar, quien no solo le atrae, sino que trastoca su mundo y su ser. Juntos descubren que la humana no es de este mundo sino de donde viene Max, un mundo lleno de diferentes razas además de los humanos, y que hay un secreto detrás del encuentro entre los dos, que no solo los pone en peligro, también a sus mundos.
¿Descubrirán cuál es ese secreto? ¿Por qué los pone en peligro ese secreto?
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Capítulo 6
Maximiliano sentía su cuerpo calentarse a una velocidad increíble con solo besarla, algo que jamás había pasado con ninguna mujer que pasó por su cama y ya sabía la razón de ello.
Raven, esta bruja, era su pareja destinada.
Desde el momento en que se miraron a los ojos y sintió el aturdimiento ante su mirada, fue el momento de encontrarse, para unir sus almas. Pero Maximiliano no se había dado cuenta o mejor dicho, no quería aceptarlo, porque era muy raro encontrar a tu pareja destinada. Incluso sus padres no fueron una pareja destinada, sin embargo, con los años habían logrado una armonía casi tan fuerte como se tiene con tu pareja destinada, así que, tampoco creía encontrar a su pareja y por ello tampoco la buscaba ni pensaba en formar familia. Hasta ahora, claro.
Su estado rabioso y cachondo se debía a que había empezado la etapa de cortejo o celo como le dicen muchos. El celo les pasa a todos los hombres lobo macho cuando le gusta una hembra aun cuando no sea la pareja destinada; había lujuria, celos y peleas con otros machos si se acercaban al objeto de cortejo, pero no era grave, en cambio con la pareja destinada era peor. El cortejo era más dominante y peligroso, pero lo más delicado es que podría ser rechazado y eso podría herirlo gravemente, claro que una vez el vínculo entre los dos se haya formado era irrompible, no había nadie más que tu pareja. Por eso el cortejo entre destinados era más agresivo, dominante y lujurioso.
Por eso, solo la cercanía de ese mocoso hacia Raven lo dejaba enfurecido y con el instinto de asesinarlo; y su razón se vio ofuscada al ver un ligero toque de él a ella, por eso se transformó y atacó sin pensar en las consecuencias. Herirla hizo que su alma gritara de dolor, su lobo rabiaba el hecho de haberle propiciado un golpe.
Sin embargo, estaba aliviado que se había curado gracias a su propia magia, aunque no sabía si las brujas se curaban solas como los cambiaformas, en todo caso, logró que ese otro macho se largara, sin importarle si se iba desnudo, porque la ira seguía rezumando en su cabeza al tenerlo cerca de Raven.
Ahora, luego de haber dormido cerca del cuerpo de ella y haber sido envuelto con el aroma de cítricos y menta, estaba más calmado. Aunque, su amiguito estaba listo para profanar su anhelado santuario.
Los besos que se habían deslizado hasta los hermosos pechos de Raven, empezaban a ser insuficientes para su creciente deseo, y los gemidos amortiguados de ella, lo enloquecían hasta el grado de rasgar su ropa con agilidad, dejándola desnuda y a su merced.
Ella parecía asustada y tal vez era por sus ojos brillantes en la oscuridad, o por sus manos inquietas masajeando sus suaves montículos.
-Max – pronunció con un murmuro cargado de nerviosismo – Yo…
-Shhh – se acercó y depositó un beso en su hombro ya desnudo – Te deseo querida Raven – llevó la mano de ella hasta su amiguito erguido, dejándola muda – No me dejes adolorido, no me prives de tu dulzura.
Ella lo miró perdida por un momento, antes de asentir con las mejillas encendidas que solo Maximiliano podía ver en la oscuridad de la noche que los resguardaba del mundo exterior. Y Maximiliano casi llega al éxtasis solo de saber que ella lo dejaba deleitarse con su cuerpo.
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Raven volvió abrir los ojos cuando era medio día, su estómago protestó porque no había comido nada desde el mediodía del día anterior y anoche… anoche fue la experiencia más memorable jamás vivida. Siendo su primera vez en el sexo, fue lo más disfrutable y alucinante que jamás haya sentido, y más aun con un amante tan atento no solo con su propio placer sino hasta el de ella.
Estiró todo el cuerpo que dolía por el ejercicio, hasta que sintió unas manos apretar su cintura y un conocido amigo restregarse en su trasero.
-Max – murmuró.
-Cariño si no dejas de moverte te comeré de nuevo.
Raven sonrió avergonzada, pero envalentonada por la sensualidad sentida la noche anterior, se giró para quedar frente a él y ver su rostro adormilado. Sin poderlo evitar, tocó su nariz con un ligero roce, continuando con el contorno de sus labios, hasta que vio los ojos verdes de él mirarla con tanta intensidad que le hizo estremecerse de anticipación.
-Hola – saludó ella sin apartar la mirada.
-Hola – le respondió y prosiguió en saquear su boca y cumplir su amenaza de comerla de nuevo.
***
Luego de la sesión de sexo al despertar, y otra en la ducha, al fin tomaron una gran comida porque ambos se morían de hambre. Pero quedaba la incógnita para Raven de lo que había pasado anoche, si bien había sido más que excelente, no le quitaba el hecho que ellos no tenían relación alguna y que el regresaría a su mundo en cualquier momento. Y de solo pensar que él se iría, su corazón empezó a congestionarse. Solo había pasado un día desde que se conocieron y ya se sentía angustiada de solo pensar en su partida, qué es lo que pasaba con ella. Ella no era enamoradiza, ni siquiera se había confesado con ningún chico, sobre todo al notar como, a pesar de no ser fea, era ignorada monumentalmente.
De pronto sintió una mano grande sujetarle su propia mano, al alzar la vista, se perdió en esos ojos verdes que la miraban con una intensidad que le arrancaba el alma, él se le acercó y le dio un beso atrevido, dejándola sin aliento y sin oxígeno a su cerebro para pensar.
-Pequeña bruja, deja de pensar.
Pero Raven no se quedaría con las dudas, nunca había sido juguete de nadie y tampoco quería empezar a serlo. Se sentó erguida en la silla del comedor y se aclaró la garganta.
-Max…
-Me encanta cómo me llamas – murmuró él mientras enterraba su cara en su hombro.
-Max – lo empujó ligeramente y él se acuclilló frente a ella – Anoche fue… estupendo, pero – suspiró – Qué es lo que va a pasar. Yo no soy casual ni por asomo…
Max sonrió ante el nerviosismo de ella sobre su relación; estaba feliz que ella quisiera profundizar su relación, y aun si ella no lo hubiera planteado, él haría todo lo posible por que no renunciara a lo que tenían. Era suya, su mujer, la única dueña de su alma y su ser.
-Tampoco quiero ser casual contigo – se paró y la ayudó a ponerse de pie, para abrazarla desde atrás y ver la marca que se había formado en el omoplato derecho de ella – No te dejaré ir, nunca. Te cazaré a los confines del mundo si quieres escapar de mí.
Raven solo sintió el aliento de él en su nuca, estremeciéndola, junto con las palabras tan dominantes, la hizo sentir abochornada y una sensación placentera recorrerle toda la columna. Tragó saliva nerviosa de sus palabras, pero no sintió miedo. Y dejó que le besara el cuello con toquecitos de sus labios.
-Max – a pesar de la sensación agradable, se giró y abrazó su cuello – Aun tienes que volver a donde perteneces…
-Tú vienes conmigo, y no hay discusión – la besó con furia.
La abrazó por la cintura para profundizar el beso, enojado de que ella siquiera pensara que la dejaría, y eso nunca iba a pasar. Si pasaran tiempo separados, él moriría.
Luego de un rato besándose, Raven recordó el evento del día anterior y preguntó por Russel, sacándole un gruñido al lobo celoso frente a ella.
-No te enojes – acarició su mejilla – Solo quiero saber que no continuaron peleando.
-Lo eché del lugar, no podía dejar que continuara apestando tu casa a su olor – le mordió el hombro ligeramente – No quiero que esté cerca de ti.
Raven lo empujó en cuanto sintió sus dientes raspar su piel, estaba siendo bastante posesivo, si bien le gustaba que fuese demandante, tampoco quería que restringiera sus acciones o sus amistades, aunque Russel no era su amigo.
Y hablando del diablo, Russel volvió a visitar la casa de Raven, logrando que el pecho de Maximiliano retumbara por el gruñido gutural, vio su rostro deformarse, mostrando grandes caninos.
Y del otro lado, Russel también sentía la ominosa aura de ese hombre, pero no podía desistir de querer tener respuestas. No es que le gustara estar en presencia de esos dos, pero quería saber qué estaba pasando y si el mundo se sumiría en el caos como en esas películas paranormales.
-¡No voy a entrar! – gritó, ayer ese hombre lo sacó a patadas. Le propició un puñetazo que lo dejó sin aire y encima, lo derribó con una sola patada, así que sí, le temía – ¡Solo quiero respuestas!
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Hola!!
En este capítulo hay escenas para mayores 😏😏, pero no me dejan subir. Si lo quieres leer, entra a mi grupo privado de facebook "Erika Koh escritora", responde las preguntas de seguridad y disfruta.
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Besos.