chicas no me maten, pero necesito publicarla o se me va a ir la idea
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capítulo 24
Camila se alejó con pasos torpes, sin atreverse a mirar atrás. Sabía que no podría enfrentar a Micael… no de nuevo. Lo que había sido un juego de manipulación para acercarse a Mark y vengarse de Vivían, se estaba transformando en una pesadilla.
Francisco la observó alejarse en silencio, mientras las palabras de Andrei quedaban flotando como un eco en el aire. Algo no encajaba. Su nieto había insistido en llevar a esa chica, y ahora resultaba que tenía un pasado turbio con los Vitale. Debía averiguar más.
—Gracias por la advertencia —dijo al fin, con voz grave, mirando a los hermanos frente a él.
Nikolai asintió con una sonrisa ligera, mientras Andrei se limitó a alzar la copa en un gesto seco.
—Disfrute la noche, señor Lauren —concluyó Nikolai.
Ambos se alejaron, dejando a Francisco y a Mark solos entre el murmullo creciente del salón.
Mientras tanto, Vivían se encontraba en una esquina del salón, rodeada por algunos de los empresarios más influyentes del país. Su presencia no solo atraía miradas por su belleza, sino por su inteligencia y carisma. Respondía preguntas con soltura, hablaba de estrategias con naturalidad y compartía anécdotas con la seguridad de quien ha vivido más de lo que aparenta.
Su padre la observaba a lo lejos, con una mezcla de orgullo y nostalgia. En su interior, se repetía que su niña había crecido… y que el mundo, por fin, estaba viendo a la verdadera heredera Vitale.
Pero no todos celebraban.
Desde un rincón discreto, una figura observaba con ojos fríos. Mark Lauren no la perdía de vista. Quería tener la oportunidad de poder hablar en privado con ella.
Pasada la medianoche, Vivían subió al escenario junto a Nikolai y su padre. Los aplausos llenaron el salón cuando la joven tomó el micrófono.
—Gracias a todos por estar aquí esta noche. Esta celebración no solo marca un nuevo capítulo en nuestras empresas, sino también en mi vida. Mi nombre es Vivían Vitale… y es un honor, y una responsabilidad, llevar este apellido. Desde hoy, no solo formo parte de esta familia. También represento su legado y su futuro.
Una ovación cerrada estalló en el lugar. Algunos con entusiasmo genuino. Otros, con sonrisas tensas.
Porque esa noche quedaba claro para todos: los Vitale habían regresado con más fuerza que nunca… y su princesa ya no necesitaba ser rescatada. Era ella quien ahora reinaba.
***
Luego del discurso, sus hermanos se alejaron para continuar con conversaciones de negocios, y fue entonces cuando Vivían, cansada de tantas miradas y sonrisas, se dirigió hacia la terraza del salón. Quería un momento para respirar. No fumaba con frecuencia, solo cuando se sentía realmente estresada… y esa noche, aunque gloriosa, también la había desgastado.
Encendió un cigarrillo con calma, contemplando las luces de la ciudad que se extendían más allá del vidrio. El aire nocturno era fresco, y por un instante, la soledad fue un alivio.
Entonces, la voz de Mark rompió el silencio desde la puerta entreabierta.
—Siempre supe que llegarías lejos… pero no imaginé que dolería tanto verte ahí arriba.
Vivían no se giró de inmediato. Inhaló con suavidad y exhaló el humo con elegancia, como si las palabras de él no la hubieran tocado. Pero su espalda se tensó.
—No sabía que dolía ver a alguien cumplir sus sueños —respondió con serenidad, aunque su voz cargaba una punzada de ironía.
Mark dio unos pasos hacia ella, con la mirada fija en su silueta recortada contra la ciudad.
—No es eso… Es saber que yo no estoy en ninguno de esos sueños —dijo, con honestidad inesperada.
Vivían apagó el cigarrillo en la barandilla de mármol y por fin se giró, encontrándose con esos ojos que había amado y odiado a partes iguales.
—No estás porque no lo merecías, Mark. Porque cuando tuviste la oportunidad de quedarte, huiste. Cuando necesitaba un aliado, te convertiste en cómplice de mis enemigos. Y ahora vienes con palabras bonitas, como si el pasado pudiera borrarse con un brindis.
Mark bajó la mirada un segundo, sintiendo el peso de cada acusación. Luego la sostuvo con firmeza.
—Tienes razón. Pero no vine a pedirte que me perdones, Vivían. Solo quería verte… y decirte que jamás dejé de admirarte. Ni de arrepentirme.
El silencio se hizo denso entre ellos. Solo el murmullo lejano del salón y el viento nocturno los rodeaban.
—Admírame desde lejos, entonces —susurró ella, sin dureza, pero con una determinación que dejaba claro que esa conversación había terminado.
Y sin decir más, regresó al interior del salón con paso firme, dejando atrás a un hombre que, por primera vez en mucho tiempo, comprendía que había perdido algo irrecuperable.
Es el famoso libre albedrío, del que todos ante una disyuntiva echamos manos ✋ y optamos por algo en entredicho 👍🏻🙌
Y tampoco ha habido acción 🤷 de él hacia Camila, para que descubran la joyita que es 🤨😵🤯