Ava es una joven a punto de graduarse de doctora el cual siempre ha sido su sueño, al conocer a maximiliano un hombre multimillonario quien queda hipnotizado por su belleza, su amor se basa en romance hasta que el tuvo un terrible accidente quedando en coma, ella se ve obligada a tomar decisiones si el, cuando el despierta el caos llega y ella descubre lo despiadado que es, ¿podrá Ava salir a tiempo de ese amor sin remedio?
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Pensamientos
POV MAXIMILIANO.
Me quedé sentado en mi silla, mirando la puerta cerrada después de que ella se fue. La ira y la frustración bullían dentro de mí.
No podía creer que me hubiera hablado de esa manera, que me hubiera amenazado con el divorcio sin siquiera pestañear.
Me pasé la mano por el cabello, intentando calmarme.
No entendía por qué siempre tenía que ser así con ella.
Me parecía que no importaba lo que hiciera o dijera, siempre encontraba una manera de desafiarme y cuestionarme.
Intentando liberar la tensión que se había acumulado en mi cuerpo. No sabía qué hacer con ella, no sabía cómo manejar la situación.
Solo sabía que no podía permitir que siguiera comportándose de esa manera, no podía permitir que me faltara al respeto de esa forma.
Marqué el número de Elías y esperé a que respondiera.
—Elías, necesito que vengas lo antes posible— le dije sin rodeos. —Tenemos que hablar—.
Mientras esperaba a que llegara, tomé la carpeta que contenía la información sobre mi esposa.
La había pedido a Elías después del accidente, ya que mi memoria estaba afectada y no recordaba mucho sobre nuestro pasado juntos.
La carpeta estaba llena de documentos y fotos, y la hojeé distraídamente, intentando recordar algo, cualquier cosa, que me ayudara a entender por qué parecía que no nos conocíamos en absoluto.
La información detallada que Elías había recopilado era exhaustiva, pero no me decía mucho sobre la persona que era ahora.
Me preguntaba si realmente la conocía, o si solo estaba fingiendo saber quién era. La llegada de Elías interrumpió mis pensamientos.
—¿Qué pasa, amigo?—, dijo Elías entrando al estudio con una sonrisa, pero su expresión cambió a una de curiosidad al ver mi rostro tenso.
—Esta mujer va a volverme loco—, le dije, sacudiendo la cabeza.
—¿Ahora qué pasó, amigo?— me preguntó Elías, sentándose en una de las sillas frente a mi escritorio.
Le relaté la conversación que había tenido con ella, y cómo había terminado con ella amenazando con el divorcio.
Elías me escuchó atentamente, con su rostro serio y pensativo.
—¿Qué vas a hacer?—, me preguntó finalmente, cuando terminé de hablar. Me encogí de hombros, sintiendo una mezcla de frustración y desesperanza.
—No lo sé, Elías. No sé qué hacer con ella—.
—Amigo, ya te he dicho que yo fui testigo del amor que tuvieron antes del accidente— me recordó Elías con una voz suave pero firme. —Tú le propusiste matrimonio, amigo. La amas—.
Me miré las manos, sintiendo una sensación de vacío y duda. —No lo sé, no lo siento así—, dije, sacudiendo la cabeza.
Elías se inclinó hacia adelante, con su mirada intensa. —Amigo, entonces dale el divorcio, ella no merece que la trates así tampoco, y menos después de todo lo que hizo por ti, de todo lo que dejó por ti y de cómo te cuidó—.
Sus palabras resonaron en mi mente, y por un momento, me sentí indeciso.
La idea del divorcio comenzó a parecer más atractiva, pero algo dentro de mí se resistía a dejarla ir.
—No sé qué hacer aún—, le dije a Elías, mientras pellizco mi entre cejas.
—Mientras, tú encárgate de llevarla a ella y a su amiga a donde vayan. Yo no puedo por estar atado a esta maldita silla—.
Elías asintió con la cabeza. —No te preocupes, amigo me encargaré de todo. La llevaré a donde quiera ir, y me aseguraré de que esté bien—.
Me sentí un poco aliviado al saber que Elías se encargaría de ella, pero al mismo tiempo, me sentí un poco celoso.
No quería que nadie más se ocupara de ella, pero sabía que no tenía otra opción.
La realidad era que estaba limitado por mi condición, y necesitaba la ayuda de Elías para manejar algunas cosas.
La puerta se cerró detrás de Elías, y me quedé solo en la habitación, rodeado de silencio.
Mi mente comenzó a vagar, y pensé en todas las opciones que tenía delante.
Me sentí abrumado por la incertidumbre, y mi cabeza comenzó a doler. Me pasé la mano por el cabello, intentando despejar mis pensamientos. Necesitaba claridad, necesitaba saber qué hacer.
Pero por más que pensaba, no podía encontrar la respuesta. La habitación parecía cerrarse sobre mí, y sentí una sensación de claustrofobia. Necesitaba salir de allí, necesitaba aire fresco y espacio para pensar. Pero estaba atrapado en esta silla, y no podía moverme, la impotencia me consumía.
Llamé a uno de los guardias y le pedí que me llevara afuera. Me senté en el jardín, en un espacio tranquilo y sombreado, rodeado de plantas y flores. El aire fresco y el sol cálido en mi rostro me hicieron sentir un poco mejor.
Un momento después, Elías llegó, vestido con un traje impecable y una sonrisa en su rostro. Tomó asiento a mi lado y dijo: —Qué fresca está esta tarde—.
Miró alrededor del jardín y respiró profundamente, disfrutando del aroma de las flores.
Me limité a asentir con la cabeza, todavía sumido en mis pensamientos. Elías notó mi expresión seria y preguntó: —¿Estás bien, amigo? ¿Has pensado en lo que vas a hacer?—. Su voz era suave y preocupada, y me sentí agradecido por su amistad.
Asentí con la cabeza. —No lo sé aún—, le dije a Elías. —Solo te pido que me mantengas informado de todo lo que hagan. Quiero saber a dónde van, qué hacen, con quién se encuentran... todo—.
Elías asintió con la cabeza, comprendiendo mi petición.
—Por supuesto, amigo, te mantendré informado de todo. No te preocupes, estaré pendiente de ellas—. Me miró seriamente y agregó: —Pero debes saber que, si decides dejarla ir, debes estar preparado para las consecuencias— Su voz era baja y reflexiva, me hizo pensar en las posibles repercusiones de mis acciones.
—¿A qué te refieres?—, le dije a Elías, sintiendo una punzada de celos.
—Amigo, no te enojes—, me dijo Elías con una sonrisa comprensiva.
—Pero ella es joven y madura para su edad, está a punto de graduarse de medicina y es una mujer muy hermosa. Si la dejas ir, cualquier hombre daría lo que fuera por ella—.
Me sentí incómodo con la idea de que otro hombre pudiera estar interesado en ella, y mi instinto posesivo se activó.
—No es eso lo que me preocupa— le dije a Elías, intentando mantener la calma.
—Es solo que... no sé qué hacer con ella. No sé si puedo dejarla ir—. Elías me miró con una expresión comprensiva, y pude ver la preocupación en sus ojos.
—Amigo, debes pensar en lo que es mejor para ti— me dijo. —No solo en lo que sientes por ella, sino en lo que es bueno para tu vida—.
En ese momento, Ava salió con su amiga de casa, y mi atención se centró en ella. Llevaba un jodido vestido negro ajustado que resaltaba sus curvas de manera impresionante.
El vestido era elegante y sofisticado, pero había algo en la forma en que se ajustaba a su cuerpo que me hizo dudar en un momento en dejarla salir.
Su cabello suelto caía sobre su espalda, llegando a la mitad de su gran y esbelto trasero.
Los botines negros que llevaba puestos la hacían lucir aún más alta y elegante. Me quedé embelesado viendo lo hermosa que era.
Su amiga también era una mujer bella, pero no podía compararse con Ava.
En ese momento, Elías tocó mi pierna y me dijo: —Bueno, amigo, nos vemos más tarde. Dos mujeres hermosas esperan por mí—.
Lo fulminé con la mirada por su comentario, y él se levantó del asiento, levantando las manos en rendición. —Lo siento, es broma—, dijo con una sonrisa.
Me limité a sacudir la cabeza y lo vi irse en dirección a ellas, les abrió la puerta del auto y ellas entraron.
Elías se subió al asiento del conductor y se fueron. Me quedé sentado en el jardín, todavía pensando en Ava y en lo que iba a hacer, por qué sabía mejor que nadie que ya no la podía dejar ir...