Fernanda siempre creyó que Víctor era su mate, su pareja destinada, un vínculo sagrado que ningún hombre lobo podía romper. Pero su mundo se desmorona al descubrirlo en los brazos de Natalia, su propia hermana, en un acto de traición que rompe no solo su corazón, sino el frágil equilibrio de la manada.
Devastada y sintiendo que algo oscuro ha corrompido el vínculo que los unía, Fernanda huye del territorio en busca de respuestas. En su camino encuentra a Marcus, un hombre lobo renegado que fue desterrado injustamente como alfa de su manada. Él también lleva el peso de una traición que cambió su vida para siempre. Unidos por el dolor y la necesidad de justicia, Marcus se convierte en un aliado inesperado para Fernanda.
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La Creación de WhiteMoon
De vuelta en la mansión, el ambiente estaba cargado de tensión. Las palabras de Selene resonaban y lo que descubrió en el libro de la biblioteca hacía eco en la mente de Fernanda como una advertencia constante. Mientras tanto, Marcus había pasado horas en silencio, después de que Fernada le dijo sobre la historia de Selena y Eisha meditando sobre las decisiones que tenían que tomar. Las paredes de la mansión parecían estrecharse a su alrededor, y ambos sabían que quedarse allí no era una opción. El peligro se acercaba, y con cada segundo que pasaba, el tiempo jugaba en su contra.
Eisha ha comenzado absorber la luz ya, dijo finalmente, rompiendo el silencio que llenaba la sala. Está corrompiendo a los lobos y dividiendo a las manadas. Hay que actuar ahora.
Marcus la observó atentamente, sus ojos brillando con una mezcla de preocupación y determinación. Se pasó una mano por el cabello, un gesto que delataba lo mucho que aquella revelación lo afectaba.
—Entonces no podemos quedarnos aquí. Necesitamos un lugar donde podamos reunir a los que todavía tienen luz, un lugar seguro, respondió, su tono grave y firme.
Fernanda asintió, pero había algo más que debía decir. Se levantó de su silla y caminó hacia una estantería que adornaba la pared del fondo. De uno de los compartimentos sacó un mapa desgastado por los años. Lo extendió sobre la mesa y señaló un punto específico con el dedo.
—Sé dónde, dijo, mientras Marcus se acercaba a mirar el mapa con detenimiento. Es el bosque donde todo comenzó. Ahí podemos construir un nuevo comienzo, pero esta vez no cometeremos los errores del pasado. Protegeremos nuestro territorio con un hechizo de luz. Solo los que tengan pureza en su corazón podrán entrar.
Marcus estudió el mapa en silencio durante unos segundos, su mandíbula tensa mientras procesaba la propuesta. Finalmente, apretó los puños y asintió, su mirada llena de resolución.
—WhiteMoon, dijo con voz firme. Será una manada diferente. No solo sobreviviremos, Fernanda. Lucharemos juntos contra la oscuridad.
Ambos intercambiaron una mirada que hablaba más que las palabras. Era un pacto silencioso, un compromiso de enfrentar lo que se avecinaba, sin importar el costo.
Fernanda respiró hondo y continuó.
—Si vamos a hacer esto, necesitaremos aliados. No podemos enfrentarnos a Eisha solos. Algunos clanes aún tienen luz en sus corazones. Pero debemos llegar a ellos antes de que la oscuridad los consuma.
—Tienes razón, respondió Marcus mientras se inclinaba sobre el mapa. Formaremos una manada que no se base en el poder, sino en la unidad. Será un lugar donde cualquiera que quiera resistir a Eisha pueda unirse, independientemente de su pasado. Pero primero, debemos preparar el terreno. No será fácil construir algo así mientras estamos siendo perseguidos.
Fernanda asintió. Sabía que la tarea que tenían por delante era monumental, pero no podían permitirse el lujo de dudar.
—Selene me habló sobre el vínculo que compartimos, dijo después de un momento de vacilación. Me dijo que nuestra conexión es la clave para resistir la oscuridad. Pero Marcus… ¿y si no somos lo suficientemente fuertes?
Marcus se acercó a ella, sus ojos llenos de una convicción inquebrantable.
—Fernanda, hemos pasado por demasiado para dudar ahora. No sé si somos lo suficientemente fuertes, pero sí sé que no estamos solos. Y mientras estemos juntos, encontraremos la manera.
El calor en su voz y la sinceridad en su mirada hicieron que Fernanda sintiera un destello de esperanza en su interior. Tal vez, solo tal vez, aún había una oportunidad de luchar contra la oscuridad que se cernía sobre ellos.
A la mañana siguiente, comenzaron los preparativos para su partida. La mansión, que había sido un refugio durante tanto tiempo, ahora parecía más una trampa que un santuario. Mientras recogían lo esencial y se preparaban para el viaje, la sensación de urgencia se hacía cada vez más intensa.
—¿Estás segura de este lugar? preguntó Marcus mientras cargaba una mochila al hombro.
Fernanda asintió, sosteniendo el mapa firmemente en sus manos.
—Es el único lugar que conozco que tiene el tipo de energía que necesitamos. Además, fue donde todo comenzó. Es apropiado que también sea el lugar donde empecemos de nuevo.
Mientras salían de la mansión y se adentraban en el bosque, Fernanda no pudo evitar mirar atrás por un momento. Aunque sabía que no podían quedarse, parte de ella se sentía como si estuvieran dejando atrás más que un lugar; estaban dejando atrás una parte de su antigua vida.
El viaje hacia el bosque fue largo y agotador. Pasaron por terrenos escarpados y senderos ocultos, evitando cuidadosamente las áreas controladas por los aliados de Víctor. Sabían que cualquier encuentro con su manada podría ser desastroso. Durante las noches, acampaban bajo las estrellas, siempre alerta a cualquier señal de peligro. Aunque ambos estaban físicamente agotados, su determinación los mantenía en movimiento.
Finalmente, al tercer día, llegaron al lugar señalado en el mapa. El bosque era denso y estaba lleno de árboles antiguos cuyas copas parecían rozar el cielo. El aire allí era diferente, más limpio y tranquilo, como si el lugar mismo estuviera protegido por una energía antigua.
—Aquí es, dijo Fernanda, su voz llena de reverencia.
Marcus asintió, observando el entorno con ojos críticos.
—Es perfecto, murmuró. Pero si vamos a construir algo aquí, necesitará más que nuestra convicción. Necesitaremos protegerlo. ¿Estás lista para conjurar ese hechizo de luz del que hablaste?
Fernanda asintió, pero había una sombra de duda en sus ojos.
—Nunca he hecho algo así antes. Pero si Selene me eligió, significa que puedo hacerlo. Necesitaré tu ayuda, Marcus. Esto no es algo que pueda hacer sola.
—Siempre tendrás mi apoyo, Fernanda. Marcus colocó una mano en su hombro, su toque firme pero reconfortante. Esto no es solo tu lucha. Es la nuestra.
Con esas palabras, comenzaron a preparar el terreno para lo que sería el inicio de su nueva manada. WhiteMoon no sería simplemente un refugio. Sería un símbolo de resistencia, un faro para aquellos que buscaban escapar de la oscuridad de Eisha y encontrar un lugar donde la luz aún pudiera brillar.
El crepúsculo teñía el cielo de tonos púrpura y dorados cuando Fernanda y Marcus se prepararon para realizar el hechizo que protegería a WhiteMoon. Habían trabajado arduamente durante días, despejando el área y preparando el terreno, pero sabían que este momento era el verdadero comienzo. WhiteMoon no sería solo un territorio, sino un santuario impenetrable contra la oscuridad. El aire estaba cargado de una energía eléctrica, como si el propio bosque entendiera la importancia de lo que estaba a punto de ocurrir.
Fernanda sostenía un libro antiguo en sus manos, un tomo que había encontrado en la biblioteca de la mansión de Marcus. Las páginas estaban escritas en una lengua arcaica, una que parecía resonar con la esencia misma de la naturaleza y de Selene. Había pasado noches enteras descifrando las palabras, con Sacha susurrándole en su mente, guiándola en cada paso.
Marcus estaba junto a ella, su figura imponente pero relajada, listo para apoyarla en lo que necesitara. Había trazado un círculo de piedras alrededor del claro, una antigua forma de canalizar y enfocar la energía del lugar. Dentro del círculo, las llamas de varias antorchas parpadeaban suavemente, arrojando sombras danzantes sobre los árboles.
—¿Estás lista? preguntó Marcus, su voz baja pero cargada de expectativa.
Fernanda asintió, aunque su corazón latía con fuerza. Sabía que no podía permitirse dudar. El éxito del hechizo determinaría si WhiteMoon se convertiría en el refugio que ambos soñaban.
—Sí, respondió con firmeza, cerrando el libro y alzándolo con ambas manos. Pero necesitaré que estés conmigo en esto. Tú también formas parte de la luz que necesitamos.
Marcus no dudó en responder. Se acercó a ella, colocando una mano en su hombro.
—Siempre estaré contigo, Fernanda.
Con esas palabras, Fernanda se colocó en el centro del círculo. Cerró los ojos y respiró profundamente, dejando que el aire fresco del bosque llenara sus pulmones. Extendió las manos frente a ella, sintiendo cómo la energía del lugar se concentraba a su alrededor. Sacha comenzó a guiarla desde su interior, ayudándola a conectar con la fuerza primordial de Selene.
Con la voz firme, Fernanda comenzó a recitar las palabras del conjuro en una lengua antigua, un idioma olvidado que parecía resonar con los árboles, el viento y el suelo bajo sus pies. Las palabras fluían de sus labios con una cadencia rítmica, como el murmullo de un río que crece en intensidad. Cada sílaba parecía vibrar en el aire, llenándolo de una luz suave y cálida.
—Luum’ ti’ k’oja’an le xíimbalil k’áat, ti’ le taani’ilo’ob sáasilo’. Ba’alche’ k’i’ik’ob jump’éel nojoch máanil nojoch uk’ul. Las palabras salieron de su boca con fluidez, aunque nunca antes las había pronunciado.
A medida que recitaba, una luz plateada comenzó a emanar desde el suelo, primero como un resplandor tenue y luego creciendo hasta envolver el círculo entero. Los árboles, el suelo y las piedras parecían responder al conjuro, brillando con una energía pura que contrastaba con la oscura influencia de Eisha que habían sentido durante días.
Marcus observaba en silencio, maravillado. Nunca había presenciado algo tan poderoso. La figura de Fernanda, envuelta en el resplandor plateado, parecía la encarnación misma de Selene.