Ágata Dolan, tiene 26 años y es una famosa CEO en el mundo automovilístico, un enredo desafortunado le hara cambiar su punto de vista sobre el amor
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Jugadas entre Sombras
La música envolvía el ambiente con una elegancia peligrosa, y las luces cálidas de la mansión Conti daban una falsa sensación de paz.
A nuestro alrededor, políticos, empresarios y figuras del bajo mundo disimulaban sus verdaderas intenciones con copas de cristal y sonrisas pulidas. Yo sabía que cada palabra dicha esa noche, cada gesto y cada mirada, eran parte de un juego más profundo.
Y yo era una jugadora experta.
Mis hermanas estaban radiantes.
Esmeralda, con su vestido esmeralda haciendo honor a su nombre irradiaba belleza, pero sus ojos estaban fijos, atentos, listos.
Charlotte, con su vestido azul zafiro, se movía con una gracia natural, pero yo conocía la tensión en su mandíbula.
Ellas también sabían que estábamos en territorio enemigo.
Ciro, aunque siempre firme y dominante, tenía los músculos tensos, lo conocía demasiado bien como para que su máscara me engañara.
Había algo que lo inquietaba... y no era solo Patrick o Morelia, me preguntaba si sabía algo más, algo que no se había atrevido a confesarme aún.
—¿Qué opinas de todo esto?, preguntó Charlotte mientras chocábamos nuestras copas.
—Opino que estamos rodeadas de serpientes, respondí con una sonrisa.
—Y tú eres su reina, añadió Esmeralda, y nuestras miradas se encontraron en un pacto silencioso.
Un mozo pasó con una bandeja de canapés, y lo detuve con un gesto sutil. Tomé uno, no porque tuviera hambre, sino porque necesitaba tiempo para observar. Patrick hablaba con un grupo de inversores italianos, sonriendo con su carisma falso y superficial. Pero Morelia... Morelia no estaba en la sala.
—¿Dónde está ella?, le susurré a Ciro, que se mantenía a mi lado.
—Fue hacia el jardín trasero, respondió él sin rodeos.
—Necesito aire, ¿Me acompañas? le pregunte
—Sabes que sí.
Salimos por las puertas de cristal que daban al jardín. El aire nocturno estaba cargado de humedad y rosas. Luces colgantes iluminaban los caminos de piedra, y las sombras bailaban con el vaivén del viento. Al fondo, la figura de Morelia se recortaba contra la tenue iluminación del estanque.
—Qué casualidad, dije, deteniéndome a unos pasos de ella.
—¿O destino? respondió sin mirarme.
—Siempre fuiste buena con las palabras... pero pésima con las decisiones.
Ella giró con elegancia medida. Su rostro estaba impecable, como si la traición no dejara cicatrices.
—Y tú siempre tan dramática, Ágata. ¿De verdad crees que todo gira a tu alrededor?
—Cuando yo estoy en la sala, sí, dije, dando un paso al frente.
Morelia soltó una risa seca, como si conociera un secreto que yo aún no sabía.
—¿Crees que Patrick me controla? ¿Que yo vine aquí por él?,se acercó.—Yo vine por ti, Ágata. Siempre fuiste tú. Quiero todo lo que tienes. Tu poder, tu mundo… incluso tu hombre.
Ciro avanzó al oír eso, pero yo extendí el brazo deteniéndolo.
—No necesitas desvestirte para que todos vean tu ambición, Morelia. Se huele desde kilómetros.
—Y aún así... —ella acercó su rostro al mío... estoy más cerca de lo que tú crees.
—Estás jugando un juego peligroso. sentencie
—Y tú no eres la única con aliados en las sombras, me susurró, y luego se giró, dejando atrás el jardín con pasos tan fríos como su sonrisa.
Ciro se acercó a mí y me tomó la mano.
—Ahora sí me vas a decir qué está pasando, exigió con el ceño fruncido.
—Lo que pasa, Ciro, dije mirando el estanque —es que alguien abrió la jaula, y los monstruos estamos sueltos.
el me miro desconcertado pero yo solo lo mire y le sonrei
Regresamos a la fiesta, yo con un nuevo plan formándose en mi mente. Esta noche sería la primera jugada. Pero la guerra… la guerra apenas comenzaba.