Me preguntó si hay en el mundo una mujer que no me de dolores de cabeza. Una mujer que nunca desarrolle sentimientos por mi, una mujer que entienda la diferencia entre sexo y amor. Si la hay me encantaría conocerla. Hacerla mi amante y disfrutar la compañía sin compromisos.
¿Dónde encuentro una mujer así?
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¿Te acostaste con el?
Esther.
No entiendo la actitud de estos dos hombres. ¿Por qué están llamando hija a mi bebé?
— De ningún manicomio. La bebé de Esther es mía.
— ¿Te acostaste con el? — Diego me vió furioso.
— No. Yo jamás he estado con el. Señor por favor deje de inventar mentiras. No sé con que intención lo hace, pero está mal.
— Hija vinimos en cuánto pudimos. Lo siento. — Mi madre entro, acompañada de mi padre. Vio a mi bebé y su rostro se llenó de felicidad. — Es toda tu mi vida. Gracias a Dios no se parece a... — Ella vio a los dos hombres. — ¿Por qué está tu jefe aquí?
— Me ayudó a llegar. — Fije la mirada en el. — Gracias por ayudarme, si no le importa me gustaría estar con mi familia.
— Creó que ya somos familia. Tenemos una hija juntos.
— ¿De que está hablando? ¿Usted es el infeliz que abuso de ella? — Mi madre lo vio cómo una fiera.
— No abuse de nadie. Su hija lo planeó todo. Ella se hizo una inseminación con mi semen.
— ¿Está usted loco? ¿Cómo puede acusarme de algo así?
— Deja de difamar a Esther. Ella no se embarazo de ti. La bebé es mía.
— No estoy difamando a nadie. El hospital me notificó sobre la desaparición de mi muestra. Vine a investigar y me enteré de la mujer que se embarazo de mi. Esther Tordoya. Deja de actuar inocente y admite frente a tu familia que hiciste todo esto para atraparme. — Estaba en estado de shock, nunca pasó por mi cabeza que, después de mi parto iba a lidiar con una conversación así de incómoda, así de traumática. Llevo unos minutos conociendo a mi hija. Hasta hace unos minutos desconocía al padre de mi bebé. Y ahora hay dos hombres asegurando serlo.
— Fuera. — Quería estar sola con ella. — Ustedes dos. Fuera. — Dije en un susurro. Estaba débil, cansada, y mentalmente era un desastre. No entiendo cómo paso ésto. No entiendo quién es el padre de mi hija. ¿Por qué están asegurando que son ellos?
Nathan.
Vaya, su actuación es realmente convincente. Me preguntó en qué estaba pensando cuándo decidió engañar a Diego.
— ¿De dónde sacaste que mi hija es tuya? — Y al pobre lo engaño muy bien.
— No es tu hija. Es mi hija.
— Hagamos una prueba de adn, te voy a demostrar lo equivocado que estás.
— Bien. Hagámoslo. — Su seguridad me dió un poco de desconfianza. ¿Es posible que la bebé sea de el y no mía? ¿Es posible que el hospital se equivocó y la bebé no es mi hija realmente? Esa posibilidad me molestó mucho. Me dolió pensarlo.
Esther.
Han pasado dos dias desde mi parto. La primera vez que vi los ojos de mi bebé, me llene de miedo. No son miel como los míos, tampoco marrones cómo los de mi padre, son verdes. Son verdes cómo los de mi jefe. ¿Será verdad que el es su padre? ¿Y por qué Diego asegura que también lo es?
— Hola Esther.
— ¿Qué está haciendo aquí?
— Visitó a mi hija. Tengo ese derecho. ¿No? — Su mirada arrogante no me gustó. No me gustó en lo absoluto.
— Váyase. No lo quiero cerca de mi bebé.
— Esther terminemos esté absurdo juego. Ya se la clase de mujer que eres. Por fin entendí para que querías tanto dinero. ¿Eso le pagaste al doctor para que te hiciera la inseminación?
— Yo nunca hice nada. — Ni siquiera sabía cómo había quedado embarazada. Pero si es verdad que fue por inseminación estoy aliviada.
— Deja de fingir.
— No estoy fingiendo. Usted es el último hombre con el que yo querría tener una hija. Mi bebé es mía. No quiero nada de usted. Váyase.
— Yo si quiero algo de ti. Y ahora lo voy a tener. — Recorrió mi cuerpo con su mirada. Eso me pareció repulsivo. — No me importa tu verdadero yo. Me gustas. Quiero revolcarme contigo. No creo que eso te moleste. Considerando el tipo de mujer que eres.
— ¿Y que tipo de mujer soy?
— El tipo que se embaraza de uno y se acuesta con otro. Una mujerzuela que sólo está buscando entrar en la alta sociedad. Primero lo intentaste con tu novio, ahora comprendo porque lloraste tanto cuando se murió, estabas triste porque no pudiste casarte ese enfermo, bueno para nada... — Le solté una bofetada. Odie la forma en que se expreso de Dilan. No es posible que no sepa respetar a alguien que no puede defenderse.
— No vuelva a hablar de mi novio. — Su mejilla se puso roja. En sus ojos vi la rabia. — Usted es un poco hombre, jamás podría compararlo con el, es tan poquita cosa que el propio suelo hace diferencia entre ambos.
— Si, por supuesto, a mí el suelo me pone en un nivel superior. Ya que no soy el tipo de hombre que se deja engañar por una cara bonita, y un cuerpo atractivo. Se ver más allá de las mujeres.
— Si, por supuesto que ve más allá, le interesa mucho ver lo que tenemos entre las piernas. No piensa en otra cosa que no sea eso.
— ¿Y tú novio no pensaba en ello? ¿Me vas a decir que nunca se revolcaron?
— Usted nunca entendería lo que teníamos el y yo, si, teníamos intimidad, cómo cualquier pareja que se ama. Pero era un acto de amor, de complicidad, no reinaba la lujuria, no era una relación casual como las que usted acostumbra, y siento pena, usted me da mucha pena.
— ¿Pena? ¿Quién te crees para decir que te doy pena?
— Soy una mujer que sabe lo que es amar, se lo que es ser amada, y es una pena que usted jamás experimente el sentimiento, es una pena que jamás pueda amar de la manera en que Dilan me amo. El renunció a su vida de rico por estar conmigo, el me hacía feliz con sólo mirarme, el me respetaba, me amaba. El si era un hombre. — Lo vi con desdén. — El fue el primero en hacerme mujer. — La rabia lo invadió. — Y va a ser el último, mi cuerpo no está a la venta. No importa si ofrece todo el dinero que posee, jamás me tendría. Ahora larguese. No lo quiero cerca de mi hija. Ella es mía nada más.
— En unos días salen los resultados del ADN. Cuando eso pase vendré a verte. — Se acercó amenazante. — Dylan pudo ser el primero. Pero yo soy el padre de tu hija. Y voy a ser el último. — Sonrió con arrogancia.
con que necesidad meter al primo loco, patético este capítulo, nada que ver