Nelly es una elfa a quien el destino le ha jugado una mala pasada, siendo engañada por su hermana, ella se ve envuelta en una situación tensa. ah pasado la noche en la habitación de un hombre al que no conoce. Al perder su honor es exiliada de su familia. Cuatro años después regresa por trabajo acompañada de un pequeño niño, y siendo acosada por un hombre que solo quiere pagar una deuda, por petición de su abuela... Ellos no sabían que sus destinos ya habían sido marcados por el lazo de un Después.
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Una nueva visita
POV SKAILER
El sonido del despertador me sacó bruscamente de un sueño profundo. Eran las 4 de la mañana. Hora de levantarse, hora de volar. El día anterior había sido agotador, pero la adrenalina del viaje y la misión me mantenían en movimiento.
Me levanté de la cama, sintiendo la rigidez en mis músculos. La casa era cómoda, y silenciosa. Un refugio temporal antes de volver a la acción. Me vestí con ropa cómoda para el vuelo, y revisé mi equipaje por última vez.
Todo en orden.
Mientras me preparaba un café rápido, mi mente repasaba los detalles. Elena me había enviado un mensaje temprano, confirmando que Selene estaba estable y que todo esta bajo control en el hospital. Me transmitía una calma que, en el fondo, me hacía sentir un poco más tranquilo. Sabía que aún que ella no me daba buena espina estaba ahí, cuidando de Selene, y eso era lo más importante.
Salí de la casa y me dirigí al aeropuerto. Dara ya me esperaba de pie en el carriaje. Me subí y el silencio se instaló entre nosotros. No era un silencio incómodo, sino uno de esos silencios que se agradecen cuando tienes mucho en qué pensar.
En el camino al aeropuerto, miré por la ventana el paisaje nocturno de la ciudad. Luces tenues, calles vacías. Pensé en Selene, en su estado. Me preocupaba, claro que sí. Quería que se recuperara, y que me dijera todo lo que sabe.
Llegué al aeropuerto, y me dirigí a la zona de embarque. El proceso fue rápido, sin contratiempos. Encontré mi asiento, enfrente de mi se sentó Dara, nos acomodamos hasta el despegue.
Mientras el avión ganaba altura, observé las luces de la ciudad que se alejaban, convirtiéndose en un tapiz brillante. Cerré los ojos por un momento, sintiendo el suave zumbido de los motores. Tenía que confiar en Elena. Ella era la única que podía mantener a Selene a salvo y estable mientras yo me ocupaba de los asuntos que me habían llevado a este punto.
No era la situación ideal, lo sabía. Pero era lo que había. Y yo haría lo que fuera necesario para asegurarme de que Selene estuviera bien.
Mientras otras personas necesitaban de mi.
Respiré hondo. El vuelo sería largo. Pero cada hora que pasaba me acercaba a mi objetivo. Y eso era lo único que importaba.
[•••]
El avión aterrizó suavemente. Al bajar, el aire de Temería me golpeó, fresco y limpio, con el aroma de la mañana. Eran pasadas las siete de la mañana, el sol apenas se empezaba a asomar en el horizonte, pintando el cielo de tonos suaves y prometedores. Me puse mis gafas de sol, un gesto automático para protegerme de la luz naciente y, quizás, para ocultar la mirada de alguien que acababa de pasar una noche casi en vela.
Mi camisa negra de manga corta y mis jeans azul oscuro eran mi uniforme de viaje. El cabello, despeinado por el vuelo, se sentía ligero y un poco rebelde. Detrás de mí, Dara descendió del avión, con su estilo tan similar al mío que parecíamos hermanos gemelos recién salidos de una sesión de fotos improvisada.
Hoy era sábado, y él también se tomaría su día libre, aunque su "libre" a menudo significaba estar a mi lado, listo para ayudar.
—Los regalos, Skailer— dijo Dara, señalando una pequeña pila de equipaje que habíamos traído. Eran para la visita que tenía planeada.
—Perfecto, Dara. Ayúdame a subirlos al carruaje—
Nos dirigimos hacia donde nos esperaba un vehículo discreto. Juntos, cargamos las cajas y bolsas en la parte trasera. Eran obsequios para una visita importante, un gesto que sentía necesario hacer.
Una vez todo listo, me subí al asiento del conductor. Dara se acomodó en el del copiloto.
—¿Directo a la casa de Nelly y Elío, entonces?— preguntó Dara, ya sabiendo la respuesta.
—Sí— respondí, encendiendo el motor. —Directo a esa casa acogedora—
Mientras el coche se ponía en marcha, dejé atrás el aeropuerto y me adentré en las calles de Temería. La ciudad despertaba, las calles aún estaban tranquilas pero con el murmullo de un nuevo día. Mi mente ya estaba enfocada en la visita. Necesitaba verlos, entregarles lo que había traído.
El camino fue tranquilo, la conversación con Dara mínima. Cada uno inmerso en sus propios pensamientos, pero unidos por la rutina y la lealtad. Pronto, las luces de la casa de Nelly y Elío aparecieron en el horizonte, acogedoras en la luz de la mañana. El destino final de mi viaje, es este por ahora.
El carruaje se detuvo frente a la acogedora casa. El sol de la mañana iluminaba la fachada, dándole un aire aún más hogareño. Bajé del vehículo, sintiendo la hierba bajo mis pies. Dara, sin decir palabra, empezó a sacar las cajas y bolsas del maletero. Eran un poco pesadas, pero nada que no pudiera manejar.
Me acerqué a la puerta principal, el corazón me latia un poco más rápido de lo normal. No era nerviosismo, era más bien… anticipación.
Levanté la mano y llamé.
La puerta se abrió casi al instante, y ahí estaba Nelly. Su expresión, como siempre, era de sorpresa. —Skailer… ¿qué haces aquí?— preguntó, con su voz teñida de asombro.
Antes de que pudiera responder, un torbellino de energía salió disparado de alguna parte de la casa. Elío. Corrió directo hacia mí, con sus pequeños brazos extendidos. Lo levanté en el aire, sujetándolo con fuerza. —¡Cómo estás, campeón!— le dije, sintiendo su pequeño cuerpo apretado contra el mío.
—Muy bien— respondió, pero su voz tenía un matiz de tristeza que me llegó al alma. —Pero un poco triste—
Fruncí el ceño. —¿Por qué? ¿Qué pasó?—
—No viniste a verme— dijo, con esa honestidad brutal de los niños.
Se me encogió el corazón. Tenía razón.
—Es que tuve muchas cosas que hacer, estaba de viaje, pero ya regresé— le expliqué, tratando de suavizar la verdad. —Y, ¿qué crees? Te traje algunos regalos—
Sus ojos se iluminaron al instante. La tristeza se desvaneció, y fue reemplazada por una chispa de emoción. Mientras tanto, Dara terminaba de colocar las últimas cajas en el suelo de la entrada.
—No tenías que molestarte, Skailer— dijo Nelly, con un tono que mezclaba gratitud y algo de… ¿incredulidad?
Elío, sin esperar más, se bajó de mis brazos y corrió hacia los regalos, ansioso por ver qué había traído para el. Nelly se quedó observándome, con su mirada llena de una intriga que no intentaba disimular.
Dara me dio una mirada de asentimiento. Y le entregué las llaves del carruaje. —Si te necesitó, te llámo— le indiqué. Él asintió y, con esa discreción que lo caracterizaba, se retiró hacia el vehículo.
Me quedé de pie en la entrada, mirando a Nelly.
—¿Puedo pasar?— pregunté, aunque mi tono ya indicaba que la respuesta no cambiaría mi curso.
Sin esperar a que ella respondiera, Elío ya estaba de vuelta, tomándome de la mano con fuerza y tirando de mí hacia el interior. Nelly suspiró, en un sonido suave que apenas se escuchó, y cerró la puerta.
Me dejé guiar por Elío hasta la alfombra del salón. Él se sentó, con los ojos pegados a las cajas, ansioso.
Me senté a su lado, sintiendo la calidez de su pequeña mano aún en la mía. Nelly se unió a nosotros, sentándose a mi otro lado, pero en el sofa observando la escena con una mezcla de emociones. Por un momento, todo lo demás desapareció. Solo existía la felicidad pura de Elío, la emoción de los regalos, y la extraña dinámica de tener a Nelly a y a su hijo juntos conmigo, compartiendo un instante de alegría.
porque si no es como yo lo pienso o me lo imagino y de verdad Skailer cayo en la trampa y le dio la casa y la tarjeta confiando en que Elena hará lo que el dice sería idiota y un ingenuo
y esa será la prueba que ellas necesitan para su mentira
pd: espero que no la encuentren