Las aventuras de la princesa Bella Volt del Imperio de Oro de un gran mundo mágico.
El mundo mágico también incluye las novelas
1) Cambiaré tu historia
2) Una nueva vida para Lilith
3) La identidad secreta del duque
4) Revancha de época
5) Una asistente de otra vida
6) Ariadne una reencarnada diferente
7) Ahora soy una maga sanadora
8) La duquesa odia los clichés
9) Freya, renacida para luchar
10) Volver a vivir
11) Reviví para salvarte
12) Mi Héroe Malvado
13) Hazel elige ser feliz
14) Negocios con el destino
15) Las memorias de Arely
16) La Legión de las sombras y el Reesplandor del Chi
17) Quiero el divorcio
18) Una princesa sin fronteras
19) La noche inolvidable de la marquesa
20) Ni villana, ni santa
21) Salvando a mi Ernesto
** Todas novelas independientes **
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Cartas 2
Carta del Barón Ernesto Parsons a la Princesa Bella Volt
Mansión Parsons,
tres días después
Su Alteza, Princesa Bella Volt:
Reciba usted mis más respetuosos saludos. Ante todo, deseo agradecerle por la atención a mi anterior misiva. Me honra que haya aceptado participar en el proyecto que el conde Greenville me ha encomendado y confío en que, con su guía, logremos dar forma a un centro que alivie el sufrimiento de los más necesitados del pueblo.
Respecto a los primeros informes, le comento que la villa cuenta con un pequeño dispensario, aunque insuficiente para atender la demanda actual. Los lugareños dependen mayormente de remedios caseros y del apoyo ocasional de curanderos ambulantes. Creo que será necesario levantar instalaciones más amplias, con habitaciones ventiladas y un espacio destinado al cuidado de los niños. Quedo atento a sus sugerencias al respecto.
Ahora bien… permítame confesarle algo que, aunque poco apropiado para una carta de trabajo, no logro callar. Al leer sus palabras, me vi en la extraña situación de sentir alivio y vergüenza al mismo tiempo. Alivio, porque me honra que no me haya confundido ni olvidado; y vergüenza, porque temo haber quedado en su recuerdo no como un barón digno, sino como el hombre más torpe que ha cruzado su camino.
Me atrevo a esperar que lo que usted llamó “torpeza encantadora” no sea únicamente una cortesía… aunque si lo fue, lo aceptaré con gratitud.
No pretendo robarle más tiempo con mis desvaríos, princesa. Solo quería dejar claro que su carta fue para mí motivo de gran alegría, más de la que debería confesar.
Con respeto y estima,
Barón Ernesto Parsons
-.-.-.
La princesa Bella recibió la carta sellada con el emblema de los Parsons una tarde tranquila, mientras descansaba en sus aposentos. No era la primera vez que intercambiaba correspondencia con nobles en asuntos de beneficencia, pero su pulso se aceleró apenas vio el nombre del remitente.
Se reprendió a sí misma en silencio.
—No deberías esperar estas cartas como si fueran tesoros —murmuró, abriendo el sello con calma fingida.
El inicio era lo que había anticipado: correcto, formal, lleno de observaciones prácticas sobre el estado del pueblo y las necesidades del futuro centro. Bella lo leyó con atención, tomando notas al margen, pero a medida que avanzaba, sus labios empezaron a curvarse en una sonrisa.
Las frases titubeantes de Ernesto, sus confesiones a medio camino entre la formalidad y la torpeza, la desarmaron por completo. “Me vi en la extraña situación de sentir alivio y vergüenza al mismo tiempo”… Bella casi podía verlo, con las mejillas rojas, luchando contra sí mismo por no sonar ridículo.
Cerró la carta por un momento, llevándola contra su pecho.
—No es justo… —susurró, sintiendo una calidez inesperada—. Él no lo sabe, pero sus palabras me alegran más de lo que deberían.
Siempre había sido la Volt menos temida, la menos impresionante a los ojos de la corte, aquella que pasaba inadvertida junto a la magnificencia de sus hermanos. Y, sin embargo, aquí estaba un barón que parecía guardar cada palabra suya como si fuera valiosa, que no la veía como un título, sino como alguien capaz de hacerlo temblar y sonrojarse.
Bella respiró hondo, volvió a desplegar la carta y la releyó con atención, disfrutando de cada línea como si fueran flores que se abrían lentamente ante sus ojos.
Y aunque se dijo que no debía hacerlo, que era impropio dejar que un simple intercambio epistolar despertara tal ilusión… al final, no pudo evitarlo: se sorprendió a sí misma aguardando con impaciencia la próxima carta.
-.-.-.
Carta de la Princesa Bella Volt al Barón Ernesto Parsons
Mansión Volt,
una semana después
Estimado Barón Ernesto . .
He leído con atención su informe sobre la situación en la villa. coincido con usted: será necesario contar con un espacio amplio, bien ventilado y con zonas diferenciadas, sobre todo para el cuidado de los más pequeños. ya he comenzado a consultar a algunos sanadores de confianza para recabar ideas que puedan servirnos de guía. Le enviaré los primeros esbozos en mi próxima carta.
Ahora, respecto a la segunda parte de su escrito… no sé si agradecerle por su sinceridad o regañarlo por su modestia. ¿De verdad cree que alguien podría recordarlo solo como “el hombre más torpe que ha cruzado su camino”? le aseguro que en la corte he visto torpezas memorables, y créame, barón, usted aún está muy lejos de figurar entre ellas.
Aunque… debo reconocerle algo: su franqueza tiene un efecto curioso. me sorprendo sonriendo cada vez que leo sus palabras, y eso no me sucede con facilidad.
Dijo que mi carta le fue motivo de alegría; permítame entonces tranquilizarlo con esta confesión. . la suya también lo ha sido para mí.
Y no se preocupe, barón. Cumpliré mi palabra: continuaré “a una distancia segura”..aunque, si le soy honesta, empiezo a preguntarme si esa distancia no es cada vez un poco más corta con cada carta que intercambiamos.
Con estima,
Princesa Bella Volt
-.-.-
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Ernesto había esperado la respuesta de la princesa con una mezcla de ansiedad y resignación. cada mañana preguntaba al servicio si había llegado correspondencia y, cuando por fin pusieron el sobre con el sello Volt en sus manos, sintió que el estómago se le encogía.
se encerró en su estudio, asegurándose de que nadie lo molestara, y con dedos temblorosos rompió el sello. Al principio, su lectura fue cautelosa, como si temiera encontrar en las primeras líneas un recordatorio de la enorme distancia que los separaba..
La parte práctica de la carta le alivió: Bella había tomado en serio el proyecto, incluso más de lo que él esperaba. Eso lo llenó de orgullo, aunque intentó recordarse que debía concentrarse en los informes y en ser útil..
Pero entonces, llegaron las frases que lo desarmaron..
“Me sorprendo sonriendo cada vez que leo sus palabras, y eso no me sucede con facilidad.”
El corazón de Ernesto dio un salto tan violento que tuvo que apartar la carta un instante, como si quemara. Se pasó la mano por la nuca, encendido de pies a cabeza.
—¿la princesa… sonriendo por mí? —susurró, incrédulo.
Reunió valor para seguir leyendo, y entonces sus ojos cayeron sobre la última línea.
“…empiezo a preguntarme si esa distancia no es cada vez un poco más corta con cada carta que intercambiamos.”
—¡…! —un grito ahogado escapó de su garganta, mezcla de sorpresa, nervios y algo que no se atrevía a nombrar. Se llevó ambas manos al rostro, como si pudiera esconderse de las palabras impresas frente a él.
—¡Por todos los cielos, qué ha escrito! —exclamó en un susurro sofocado, caminando de un lado a otro de la habitación.
Sintió que el mundo giraba un poco. Bella Volt, la princesa que todos veían como intocable, le había confesado algo que rozaba lo personal, lo íntimo… algo que, si lo analizaba demasiado, podía volverlo loco.
Se dejó caer en la silla, aún con la carta en la mano, y se obligó a releer la frase. Una sonrisa tonta, inevitable, apareció en su rostro.
—Ella… está jugando conmigo… —dijo en voz baja, el pecho agitándose. Pero aunque lo dijera, no lograba borrarse de la mente la imagen de Bella escribiendo esas palabras con una leve sonrisa.
[Nunca he sido un hombre fácil de impresionar, o al menos eso me repetía cada vez que alguien trataba de señalarme mis errores. Pero si soy honesto… mi primer gran amor me marcó de una forma que aún me pesa. Clariet. Una mujer sin título, sin linaje, pero con una lengua afilada que parecía disfrutar cada vez que me rebajaba. Me decía torpe, ingenuo, incapaz. Y lo peor de todo es que yo la escuchaba, la justificaba, la defendía frente a todos, incluso frente a mi hermana. Elysia me rogó tantas veces que abriera los ojos, que dejara de arrastrarme tras alguien que solo sabía reírse de mí. No la escuché. Hice cosas que todavía me avergüenzan, ciego por un cariño que no merecía. Quizás por eso ahora me cuesta tanto confiar, o siquiera pensar que alguien pueda mirarme sin encontrar defectos que burlarse. Y, sin embargo, aquí estoy… con cartas en las manos escritas por la princesa Bella Volt. Una hija del emperador, una mujer que debería estar por encima de mí en todos los sentidos posibles, se toma la molestia de escribirme con calidez. No solo eso: sonríe con mis palabras. ¿Cómo se supone que debo comprender algo así? Yo, que una vez me rebajé tanto por alguien que ni me respetaba, ahora soy capaz de arrancar una sonrisa a una de las mujeres más importantes del imperio. Es absurdo. Y, aun así… no recuerdo la última vez que me sentí tan feliz.]
*** Para conocer la historia de Ernesto puede leer la historia “Salvando a mi hermano Ernesto” ***