🔥 JUEGOS PICANTES: Volver A La Soltería 🔥
Cuatro mujeres.
Un pacto:
Nada de lágrimas por idiotas.
Solo risas, copas en alto…
Y nuevas reglas en la cama.
El juego cambió.
Y ellas están listas para ganar.
JUEGOS PICANTES: Volver a la soltería.
Una novela para reír, gozar y recordar quién manda.
NovelToon tiene autorización de ARIAMTT para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
21. ¡Es mi oportunidad!
POV Miguel.
Han pasado seis meses desde que mi padre me encontró con Juanma y me dejó claro que mi vida tenía que cambiar o afrontaría las consecuencias.
Desde entonces, todo cambió.
No volví a ver a Juanma.
Al principio intentó llamarme, insistir, hasta que un día dejó de hacerlo.
Mejor para él.
Es lo único bueno que he hecho por alguien en mi vida: alejarme antes de que lo maten por mi culpa.
Cada semana, sin falta, mi padre me llama para hacer la misma pregunta con su tono autoritario:
—¿Ya encontraste a tu futura esposa o tengo que hacerlo yo?
Y cada semana, le miento.
—Estoy saliendo con alguien. Te la presentaré pronto.
Él gruñe algo y corta la llamada, no me cree del todo. Lo sé porque no deja de presionarme, porque me deja caer la amenaza de vez en cuando.
"No me hagas intervenir, Miguel."
Pero la verdad es que no tengo a nadie.
Hasta hoy.
Estoy en el campus, caminando hacia la biblioteca cuando escucho un sollozo ahogado. Me detengo y miro a mi alrededor.
A unos metros, sentada en una banca, hay una chica. Es delgada, con el cabello oscuro y largo. Se tapa la cara con una mano mientras sostiene el teléfono con la otra.
No me interesa. Hasta que una palabra llama mi atención.
—No pueden deportarme… —susurra entre lágrimas—. No tengo a dónde ir.
Me detengo por completo.
Mi mente, que solo pensaba en cómo seguir esquivando a mi padre, de repente empieza a maquinar.
Espero a que cuelgue.
Cuando lo hace, se queda con la cabeza gacha, el teléfono apoyado en su pierna.
"Es mi oportunidad."
Me acerco a ella, con la expresión justa entre amable y preocupado.
—¿Todo bien? —pregunto, aunque sé la respuesta.
Ella levanta la vista de golpe, sorprendida. Sus ojos están hinchados, su nariz roja. Se apresura a limpiarse la cara con la manga de su suéter.
—Sí… —miente, con la voz temblorosa—. No es nada.
Me siento a su lado, dejando una distancia prudente.
—Escuché algo sobre una deportación…
Su espalda se tensa.
—No es asunto tuyo.
Sonrío mirando al horizonte.
—Quizás no, pero tal vez pueda ayudarte.
Ella frunce el ceño desconfiada.
—¿Por qué harías eso?
Cruzo una pierna sobre la otra y la observo con cuidado.
—Digamos que tengo un problema y tú podrías ser la solución.
Ella parpadea, todavía sin comprender.
—¿Qué?
Me inclino un poco hacia adelante.
—Necesito una esposa. Y tú necesitas quedarte en el país.
La chica se queda en silencio, sus ojos mirándome de arriba abajo sin vergüenza.
Yo solo espero.
Porque acabo de encontrar exactamente lo que necesitaba.
—¿Es una broma? —pregunta, con un tono más cortante de lo que esperaba.
Suelto una risita y niego con la cabeza.
—No, para nada. Es una oferta de negocios… con beneficios mutuos.
Ella parpadea aún desconfiando de mí.
—¿Quién eres?
Extiendo la mano.
—Miguel Sánchez.
Ella la mira por un segundo antes de estrecharla, con firmeza.
—Monic Benavides.
Sonrío, acercándome un poco hacia ella.
—Bueno, Monic Benavides… digamos que ambos tenemos un problema que podríamos resolver... juntos.
Ella suspira, todavía a la defensiva.
—A ver, explícate. ¿Por qué un tipo como tú necesita casarse con una mujer desconocida y sin abolengos?
Me paso una mano por el cabello, fingiendo algo de incomodidad, como si fuera difícil admitirlo.
—Mi padre quiere que siente cabeza. Si no me caso enseguida de terminar la universidad, no me dejará el bufete familiar ni mi herencia.
No es mentira. Solo… omito detalles.
Ella me analiza con los ojos entrecerrados, sopesando mis palabras.
—Y en lugar de buscar a una novia de verdad, ¿decides proponerle matrimonio a una desconocida en medio del campus?
Suelto una carcajada.
—Bueno, cuando escuché la palabra "deportación", pensé que quizá podríamos ayudarnos. Tú consigues quedarte, yo consigo lo mío. Todos ganan.
Monic bufa, cruzándose de brazos.
—No sé si eres un genio o un imbécil.
Sonrío divertido.
—Podría ser ambas cosas.
Ella suspira y se pasa las manos por la cara.
—Esto es una locura.
—Solo si lo piensas demasiado.
Se queda en silencio un momento, como si estuviera pensando en los pro y los contra de la situación. Luego, me mira con más seriedad.
—No puedo casarme con alguien que no conozco.
Levanto las manos en señal de rendición.
—Perfecto. Nos conocemos primero. Salimos, vemos si funciona y, de a poco, hablamos del casamiento.
Ella aún parece indecisa, pero noto que mi oferta la tienta.
Finalmente, asiente.
—Está bien… pero sin presiones.
—Sin presiones —repito, con una sonrisa.
Porque lo importante es que ya la convencí de quedarse.
Lo demás… vendrá solo.
*-*-*
El bar está lleno, pero yo solo escucho la voz de Mateo taladrándome la cabeza.
—Vamos, Miguel, no es tan difícil. Solo haz algo para que Leticia salga conmigo.
Ruedo los ojos y tomo un sorbo de mi whisky, dejándolo arder en mi garganta antes de responder.
—¿Por qué te interesa tanto? Hay muchas mujeres ricas y con apellido en esta ciudad.
Mateo sonríe de lado y se recarga en la mesa, inclinándose hacia mí con esa mirada calculadora que siempre usa cuando tiene algo en mente.
—Porque Leticia es la indicada. Su apellido pesa, su dinero es seguro, y aunque ahora no tenga el control de su empresa, con el movimiento correcto puedo hacer que ella lo recupere… y yo sería rico.
Levanto una ceja, fingiendo interés.
—Con ella o sin ella, querrás decir.
Él se ríe y le da un trago a su bebida.
—Detalles.
—¿Y qué gano yo con esto? —pregunto girando mi vaso en la mano.
Mateo se encoge de hombros.
—Sabes que tengo tu secretito muy bien guardado —me amenaza el muy maldito—. Vamos... Monic confía en ti. Si la convences de que Leticia necesita distraerse, relajarse… es cuestión de tiempo para que la idea de salir conmigo parezca... natural.
—¿De verdad me estás amenazando? Oye, lo que tú y Theodoro hagan me tiene sin cuidado. Ve y ganátela tú solito...
—Con tu ayuda sería más fácil... Por favor, amigo... Solo hazlo por todas esas veces que te cubrí cuando salías con...
No lo dejo terminar, no quiero el nombre de mi bombón de chocolate en sus labios.
—Está bien. Pero solo los presentaré. Tú encárgate del resto.
Pero, aun así, lo ayudé al descubrir el secreto del viejo cavernícola y supuestamente homofóbico Casallas…