¿Qué tiene de malo celebrar la despedida de soltera de su mejor amiga en Las Vegas? Total, lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas, o al menos eso pensó Emile. Sin embargo, ahora se enfrenta a un matrimonio repentino seguido por una jueza enloquecida, una orden de restricción y la obligación de convivir durante tres meses con su supuesto esposo. De lo contrario, tendría que enfrentar una multa de más de mil millones de pesos. ¿Será que lo que comienza mal terminará mal, o habrá una oportunidad para que Emile y Felipe olviden su pasado y encuentren la felicidad en esta inesperada unión?
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capítulo 21
Emile solo alzó la ceja ante lo dicho por Felipe—Vamos, debemos comprar las cosas que hacen falta', volvió a comentar Felipe, pero el resultado fue lo mismo: Emile guardó silencio con la mirada fija en él. Felipe, al ver el comportamiento de Emile, soltó un suspiro y pasó sus manos por su rostro, alzando la mirada al techo de la casa. 'Señor, ¿qué mal he hecho yo?', pensó, para luego mirar a Emile. - ¿Me puedes hacer el favor de acompañarme a comprar las cosas que necesitamos en la casa? O si quieres, te puedes quedar'- esto último lo dijo Felipe encogiéndose de hombros.
Emile se sintió más complacida con la petición de Felipe. Por mucho que ella quisiera ser orgullosa y decirle que prefería estar sola que salir con él, lo cierto es que le aterraba pensar que podía haber otro tipo de animales en la casa y, por el aspecto que tenía, sabía que era lo más probable. Así que se tragó el orgullo y se puso de pie. -La amabilidad siempre es la mejor opción- hizo aquel comentario para molestar a Felipe.
Felipe soltó un suspiro y no se molestó por lo dicho por Emile, solo se encogió de hombros y caminó para llenar el tanque con agua, la cual serviría para que ambos se bañaran. -¿Qué es eso? -Felipe se sorprendió al ver que Emile se encontraba detrás de él, fuera de la casa, puesto que ella estaba en la habitación. Miró con interés lo que señalaba su dedo y vio que señalaba una bomba de agua.
-De ahí no se saca agua limpia-comentó Emile con la toalla en la mano, junto con su cepillo de dientes. -En las series que veo, las personas utilizaban eso en la antigüedad y en algunos pueblos
Felipe se dio una leve palmada en la frente, por lo tonto que había sido al no revisar bien la casa y pasar por alto este detalle tan grande como el de la bomba. Esto hacía que la idea del pantano no sucediera o que comprar agua tratada para la preparación y lavado de los alimentos. No le dijo nada a Emile y caminó hasta donde ella señaló. -Qué tonto-no pudo evitar decir cuando comprobó que efectivamente salía agua de aquella bomba. Miró donde estaba Emile, esperando algún tipo de réplica o burla, pero esta solo lo miró, lo cual lo hizo sentir incómodo.
-No piensas reírte- dijo Felipe para romper el silencio
-Ya nada me sorprende de ti- dijo Emile encogiéndose de hombros. Lo cierto es que no tenía ánimo para pelear.
Felipe estaba desesperado. Se suponía que no se demorarían en estar listos para salir, pero aquí llevaba una hora esperando que Emile saliera de la habitación. Él ya se había bañado y cambiado, y nada, que ella estaba lista. -Ya, Emile, o te dejo- amenazó por quinta vez.
-Qué hombre tan desesperado, la belleza tiene su tiempo- dijo Emile saliendo de la habitación, lo que ocasionó que Felipe la mirara y torciera un poco su boca. -¿Qué pasa?- dijo Emile al mirar su ropa, la cual para ella estaba bien.
-No digo que no te veas bien, la camisa de seda junto con el pantalón de lino beige y tus tacones, pero estamos en Luisiana y viviendo en Bayou, lo que quiero decir es que no es una ropa adecuada para estar así, además de llamar mucho la atención- Felipe no podía negar que Emile se veía hermosa y con clase, pero aquel vestuario se convertiría en un infierno en las horas de la tarde debido a la humedad y el calor del lugar
—Pero no quiero mostrarle al mundo que llevo ese aparato en mi talón como una criminal —dijo Emile señalando su pierna mientras se cruzaba de brazos.
Felipe se rascó un poco la cabeza. —Puedes usar unos jeans o botas para cubrirlo, mírame a mí —dijo mostrando su atuendo que consistía en unos jeans azules y una camisa negra.
—Ah, pensé que estabas disfrazado de John Travolta —dijo Emile riendo mientras miraba a Felipe, quien la miró seriamente. —No era para tanto —dijo Emile al ver qué podía encontrar en algunas de sus maletas.
—Está bien, me cambiaré de ropa —dijo Emile al tener en la mano la vestimenta en la cual ahora cambiaría.
Felipe se sentó de nuevo y soltó un suspiro al ver cómo Emile entraba a la habitación, lo que lo dejó pensando si lo que le dijo sobre su ropa era un cumplido o si realmente se estaba burlando de él. —Bueno, hacía rato que no me vestía así —Felipe se levantó y volvió hacia donde estaba Emile, no pudiendo evitar que su mirada detallara sus piernas, ya que ella se había puesto un short jean y una camisa blanca seguido de unos botines negros.
—¿No tienes frío? —dijo Felipe al pensar que otro hombre podría mirar a Emile.
—No realmente, me siento más fresca, tenías razón —dijo Emile encogiéndose de hombros y tomando la ropa que tenía en la mano, la cual se quitó hace poco para guardarla en la maleta.
Felipe aprovechó que Emile estaba un poco inclinada y agachó un poco la cabeza para detallar el trasero de Emile. Era una buena vista desde su punto. —Listo, ya guardé todo —dijo Emile al voltearse.
—Creo que se te cayó algo ahí —dijo Felipe con la intención de molestar a Emile.
—¿Dónde? —dijo Emile, inclinándose para buscar, pero luego su mente hizo clic, se volteó y vio cómo Felipe tenía la mirada puesta en ella con una sonrisa de medio lado, lo cual la hizo sonreír—. Tonto —dijo para acomodarse mejor el short, el cual no era tan corto, pero era mejor evitar cualquier cosa, y así mismo se recogió el cabello en una coleta.
Una vez que ambos estaban listos, salieron de la casa. —Y ¿cómo nos vamos? —preguntó Emile.
—En mi auto, por supuesto —dijo Felipe encogiéndose de hombros y caminando hacia el otro extremo de la casa.
Emile abrió los ojos al ver la camioneta que tenía Felipe, ya que esta se encontraba en muy buen estado y era de color negro. —Teniendo un auto así, ¿por qué mandaste a Lucas a que me buscara en su camioneta? —dijo Emile regañando.
—El hombre que presta su carro deja que su mujer se la robe, y yo no soy tan tonto —dijo Felipe al abrirle la puerta del auto a Emile.
—Qué machista sonó ese refrán o frase —dijo Emile al entrar y considerar por la actitud de Felipe que a él siempre le han gustado los carros y más si son grandes y llamativos. Le parecía tierno este comportamiento. Con aquel pensamiento borró la sonrisa de su boca y se dio una bofetada -Cálmate, Emile-dijo para sí misma
—Ok, haré que no vi eso —dijo Felipe al ver el comportamiento tan raro de Emile.
...Hola, mis amores disculpen la demora ☺️, pero volvemos a la publicación diaria ...
gracias autora 👋