Raptada Por El Mafioso. (Temp. I)

Ha pasado una semana desde ese horrible día, en el cual Marc no despierta, cosa que tiene muy preocupados a Fernanda y a su amigo, que a pesar de sus heridas ya se encuentra muy bien y está como loco cazando al responsable del atentado. De acuerdo con el testimonio de Antonio este resultó así de herido tratando de protegernos, parece que me he equivocado un poco con él.

Verlo en esa cama pálido genera un tanto de desconcierto en mí, me pregunto dónde quedó ese hombre mando y odioso, es como si fuera otra persona, en estos momentos luce tan tranquilo y relajado que le da un aspecto primaveral que no me resisto de pasar mis dedos por sus labios, no obstante, una risita molesta me interrumpe y me da a entender que este idiota ha despertado, así que rápidamente me dispongo a alejar mi mano pero es atrapada por este.

- Es un delito aprovecharse de un herido y después querer fugarse.- se ríe como un niño.

- No me aproveche de nadie, viste mal.- intento excusarme, lo último que necesito es que este idiota se le suban los humos.

- No lo creo, ¿pero sabes que?, me encanto que te aprovecharás de mí.- me jala del brazo para susurrarme estas palabras.

- Estás equivocado - niego contundentemente pero al intentar alejarme de él mis labios se rozan con los suyos, provocando que nos miremos a los ojos sin movernos.

- No sabes cuantas ganas de besarte tengo, ¿Puedo hacerlo?.- su mirada ardiente me confunde y no me deja pensar.

- ...

- Voy a tomar ese silencio como un sí, pero por favor no me abofetees.- dice risueño.

A continuación se acerca a mí y pasa sus dedos por mis labios para después apoderarse de ellos, sin resistencia dejo que me guíe y acceda a mi boca, este no pierde el tiempo y coloca una mano detrás de mi cabeza ejerciendo un poco de presión para profundizar el beso, el cual es delicado, apasionante y necesitado, sentir como sus labios devoran los míos me originan cosquilleos y me hacen querer prolongar más esta sensación, sin embargo, me quedo con las ganas debido a que es interrumpido; este a continuación posiciona sus manos en mi rostro.

- Es la primera vez que no me golpeas por besarte.- dice mientras sonríe

Es como si sus palabras me devolviera a la realidad, ya que al instante intento alejarlo, no quiero que observe mi cara de vergüenza y confusión, rápidamente intento salir de su habitación creando excusas bobas.

- Creo que Fernanda me necesita, hablamos en otro momento.- digo un tanto nerviosa.

- Cuidado y se te queman la lasaña.- dice en forma de burla.

Roja de vergüenza salgo rápidamente, pero después de dar unos pasos me devuelvo, no puedo quedarme con esto.

- Gracias por salvarme.- le confieso.

- No tienes que agradecerme, solo hice lo que consideraba que era correcto. Pero, creo que es todo lo contrario tú me salvaste, Gracias..- habla tranquilamente.

Únicamente asiento para luego retirarme, sin tardar me dirijo donde Fernanda y le informo sobre los cambios de Marc, la cual se emociona tanto que llora de la alegría, para después enviar a su médico a revisarlo. El cual diagnostica que este se encuentra bien pero con diversas fracturas y lesiones, ordenándole reposar por los siguientes días, cosa que no fue completamente de su agrado, pero luego de las insistencias de su nana acepta.

En estos últimos días intento verlo lo menos posible, aun me avergüenzo de tan solo recordar lo que pasó, pero parece que el destino quiere todo lo contrario.

- Eli, puedes llevarle esto a Marc, sucedió algo y necesitan de mi presencia.- habla Fernanda mientras me da la charola con su comida.

Intento negarme, pero esta es más rápida y se marcha, con todo mi voluntad me encaminó hacia su cuarto para encontrarlo leyendo unos documentos, con mucho cuidado toco la puerta para hacer notar mi presencia.

- Si, adelante.- ordena sin mirarme.

- Lamento ser inoportuna, pero Fernanda te envío esto.- digo señalando la comida.

Este al escuchar mi voz fija sus ojos en mi.

- Nunca eres inoportuna, adelante.- aparta rápidamente sus informe.

Silenciosamente acato sus indicaciones y cuando me dispongo a marcharme me detiene.

- Como sabes estoy un poco convaleciente, así que tendré que molestarte y pedir que me ayudes.- confiesa.

- ¿Ayudar?- pregunto confundida.

No se que trama este hombre ahora, de lo único que estoy segura que nada bueno es.

- Si, como escuchaste, me duele un poco el brazo, así necesitaré de tu ayuda para comer, ¿no creo que te moleste?.- sus intenciones maliciosas se pueden sentir en el aire.

- ¿Por qué tus palabras y acciones no concuerdan?, hace un momento te vi muy tranquilo leyendo y de la nada te enfermaste.- retuerzo los ojos

- Esos son los misterios de la vida.- intenta justificarse.

Sin decir nada tomo asiento y empiezo a darle de comer, jamás imaginé que estuviese cuidando a mi secuestrador, de tan solo pensarlo me da jaqueca; cuando este termina intento marcharme pero como cosa rara este no está de acuerdo e intenta persuadirme.

- ¿No querías hablar con tu familia?, toma.- me extiende su celular.

Con un tanto de precaución lo tomo y sin perder tiempo marcó el número, un sin fin de emociones pasan por mí al escuchar como suena el celular, no sé si estarán preocupados, buscándome o ya se resignaron a mi partida, siento que me ahogo.

- Aló.- habla mi padre al otro lado de la línea.

Al instante de escuchar su voz un nudo en mi garganta se me forma y me impide hablar, tengo ganas de decirle tantas cosas que no digo nada.

- No estamos para sus burlas, voy a colgar.- por lo que veo está molesto.

- Pa.Pá, soy yo, Elizabeth.- hablo antes que cuelgue acompañado de lágrimas, pero su respuesta me deja helada.

- Ah, eres tú, al fin te dignas a llamar, piensas que haciendo tus berrinches vas a tener mi atención, madura Elizabeth que ya no eres una niña, que te quede claro que si te fuiste por tus propios medios, espero que tengas la vergüenza de no regresar, porque ni rogando te dejaré entrar de nuevo a nuestra vida, desagradecida.- corta la llamada, sin permitirme decir nada.

Solo siento como mi cuerpo se debilita hasta caer de rodilla en el suelo llorando de desconsuelo, me duele darme cuenta que siempre fui esa clase de personas antes los ojos de mi padre, no sé porqué me odia tanto, si siempre intente darle gusto en todo.