Todo un imperio es una fortaleza casi inquebrantable y poco impenetrable. Una jerarquía que durante años sigue y seguirá en la cima del mundo, llevándose consigo todo a su paso. Cuando las traiciones azotan en el punto más débil del mismo, la cordura y la venganza sale con fuerza, sin importar que entre el odio haya amor de por medio. La traición es la ofensa más grande para los integrantes de la mafia más poderosa de Italia y del mundo. Los Lombardi no tienen otro significado en su lengua, que no sea el de la muerte para quienes quiebran esa fortaleza que a pulso han logrado levantar después de su caída. Quien estaba tentado por poder, sufrirá en carne viva lo que sin pensar causó en un imperio unido y forjado para destruir el mundo por proteger a los suyos.
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Capítulo 20
ANDRÉ
Diana sigue viéndome en completo silencio, escudriñándome mientras me coloco cada guante en las manos. Sus grandes y hermosos ojos marrones me dicen de una y mil maneras lo enfadada que se encuentra conmigo, y no es para menos, pues no le agradó en lo absoluto que haya traído a la bodega, donde se podría decir que vivimos juntos, al enemigo. Ella sabe perfectamente que lo único que siento hacia Nikola es un gran odio, ella se atrevió a traicionar mi confianza, creyendo que, con abrirme las piernas, bajaría la guardia y se adueñaría de lo que por años ha pertenecido a mi familia .
No ha habido mujer, en mi corta travesía en este mundo, que me haga perder la cabeza solo con sexo. Mis abuelos y mis padres no nos fortalecieron durante nuestra niñez como para que una maldita puta se crea tenerme a sus pies. A las únicas tres mujeres a las cuales me rendiría son a mi madre y a mis hermanas, el resto para mí no significan absolutamente nada.
Aunque Diana es diferente, ella no es como el resto de las mujeres que he conocido en la cama. Ella sabe como manipular para que todo esté a su favor. Ella conoce de los puntos más débiles de una persona y ataca esos quiebres de manera silenciosa y feroz. Ella, podría decirse, que es mi versión femenina.
—Quiero creer que no me has utilizado, André — soltó eso que tanto estaba reteniendo —. Quiero creer que no me estas agarrando de estúpida nada más por tu venganza. Dime que esa no significa nada para ti.
—Te he dicho cientos de veces que no, Diana — sigue rodando el cuchillo en su mano sobre la mesa donde se encuentra sentada —. ¿Qué más debo hacer para que creas en mí? No soy idiota como para caer ante un sexo tan vacío.
—¿Y entonces que es lo nuestro? — nos señaló a los dos con la punta del cuchillo —. ¿No es lo mismo?.
—Que poco me conoces, Giraldo — frunció el ceño —. Si no la había matado antes, era porque no tenía ni puta idea en dónde se estaba escondiendo. Y como bien sabes, ella pretendía acabar con toda mi familia; se atrevió matarme después de jurarme amor y lealtad. Así que deja de actuar como una novia celosa y mejor ven y dame un besito, mi reina. ¿No te he demostrado lo suficiente en todos estos meses que hemos estado juntos?.
Retiro mis palabras; Diana es otra mujercita endemoniada que me tiene comiendo de la palma de su mano, y muy pronto me tendrá a sus pies. Toda ella me encanta, desde ese lado tan salvaje que me vuelve loco, hasta en el momento en que el escudo la protege hasta de ella misma. Mis chicas son determinadas y fuertes, pero Diana es guerra, fiera.
—Hechos, André — clavó el cuchillo en la mesa —. Me gustan las maricadas y las cuentas claras. Lo sabes. Y no estoy celosa de una mujer que no me llega ni a los talones.
Sonreí.
—Tu misma lo has dicho, mi reina — rodeé la mesa y tomé su rostro entre mis manos, metiéndome entre el medio de sus piernas —. No tienes por qué sentir celos de un muerto. Este cuerpecito es enteramente tuyo — rocé mis labios con los suyos y sonreí.
—Quiero verte en acción — mordí su labio inferior —. Me excita mucho cuando sacas el lado sádico.
—Entonces no hagamos esperar a nuestra invitada — enredó su mano entre mi cabello y unimos nuestros labios.
—Es la tuya, no la mía. No soporto tener que sentir el olor de tan asquerosa tipa en mi casa — reí, Diana podría decir no sentir nada por mí, pero sus hechos, como bien lo ha dicho ella, hablan por sí sola —. Tendré que santificar mi hogar.
—Vivimos temporalmente aquí. Mi reina se merece un castillo.
—André — advirtió y me encogí de hombros.
—Sé como convencerte — la ayudé a bajar de la mesa y sonrió ladeado —. Eres mi mujer, Giraldo.
—Ve y mata a esa maldita perra antes que lo haga yo — cambió de tema y reí.
Caminamos hasta llegar a la planta baja, y según nos vio, Nikola fijó sus ojos en mí. En algún momento me pareció una mujer muy hermosa, de buen cuerpo, de mirada coqueta y apasionada. Ahora no es más que uno de los muñecos que adornará mi cementerio. Aún recuerdo la última noche que pasé con ella; las falsas palabras que me dijo, mientras sus ojos fingían amarme.
—André… — relamió sus labios —, sabes que este mundo funciona así…
—Guarda tus energías, no soy muy fan de hablar con los muertos.
—No me puedes matar, tu me juraste amor…
Rei descabelladamente, dando un paso hacia ella.
—¿Te dije eso? — asintió. Sus lágrimas no dejaban de caer por sus mejillas con tanta libertad —. Debí de estar muy ebrio como para decir tremenda estupidez.
—Hicimos una promesa.
—Ah, bueno — chasqueé los dedos —. Yo cumplo mi palabra, porque me enseñaron a ser un hombre fiel para con los míos — enredé su cabello en mi muñeca y tiré de su cabeza hacia un lado —. ¿Creíste que te desharías de mí tan fácilmente? ¿De verdad te creíste ganadora de esta partida? Pensé que una agente secreta y que a su vez es una narcotraficante era mucho más inteligente, pero que decepción. Tu papi debe estar revolcándose en su tumba, si es que tiene una.
—¡Cállate! ¡No tienes derecho de mencionar a mi papá, hijo de puta!.
Rocé la filosa hoja del cuchillo por su cuello, y tragó saliva.
—¡Oh, lo olvidaba! — ensanché una sonrisa maliciosa —. ¡Tu madre ha venido a hacernos una grata visita! Es que ya sabes, ella quiere tener un recuentro hermoso, único y mágico con su familia. Mami, papi e hijita, ¿a poco no me vas a dar las gracias por reunir a tu linda familia de nuevo? ¿No mueres de ganas por conocer a tu papi?.
—Maldito hijo de su puta…
—Ten mucho cuidado con las palabras que vas a decir, Nikola — hice un poco de presión con el cuchillo, y se calló —. Mi madre es un ángel; un ángel lleno de maldad, pero celestial después de todo.
—Aquí está la vieja — entraron con la madre de Nikola y esta rechinó los dientes —. Estas tardando, André.
—Mi reina, no me acoses. Déjame disfrutar del encuentro familiar en el más allá — Diana resopló, cruzándose de brazos y pegando la espalda contra la pared —. Ya luego soy todo tuyo.
—¡Nikola! ¡Hija! — la señora está a un paso de la tumba, mucho mejor aun —. ¡Me has fallado!.
—Esas no son palabras para una despedida, señora — solté a Nikola y agarré del brazo a la mujer.
—Déjala ir a ella, André, Perdónale la vida a mi madre.
Dejé una patada en sus piernas y la señora cayó de rodillas a mis pies. Nikola trató de soltarse del amarre en sus muñecas y sacudí la cabeza lentamente hacia los lados.
Saqué el arma de detrás de mi pantalón y me posicioné atrás de la mujer, clavando la mirada en los llorosos e impotentes ojos de Nikola.
—Mira a tu mami por última vez antes de que se vaya de viaje, pero no por mucho, porque dentro de pocos minutos le estarás haciendo compañía en el vuelo — quité el seguro del arma y sonreí torcido.
—Perdóname, mamá.
—La traición se paga con sangre, querida — tragó saliva —. Tenlo siempre presente.
Descargué mi arma en la cabeza de la mujer sin apartar mis ojos del rostro y del dolor de Nikola. Su cabeza estalló con cada balazo que dejé en ella. El demonio desea mucha más sangre, no se conforma con tan solo la de una mujer poca cosa para el mundo. Esa bestia que habita en mi es de muy buen apetito. Estoy seguro que disfrutará de desmenuzar parte por parte al maldito enemigo. Quien atente contra los míos, se atiene a las consecuencias