Soy Sandra Mehias mi familia era una de las mas poderosas del país, pero debido a un mal negocio hecho por mi padre quedamos sin nada, mi esposo Fabriccio Berlusconi un poderoso empresario dueño de empresas Berlusconi.
Nuestro matrimonio siempre estuvo cargado de amor, aunque en ocasiones teníamos problemas como en cualquier matrimonio habíamos logrado formar un hogar estable para nuestros hijos: Maria Alejandra de 16 años e Iker de 14 años, ambos la luz de mi vida.
Pero un día todo cambió el cuento de hadas que había creado desapareció y mi matrimonio de 20 años fue marcado por una tragedia. Acompáñame a descubrir secretos ocultos y traiciones que marcaron el fin y el inicio de mi vida
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Capítulo IX Plan de venganza
Este día había empezado mal. Desde que llegué a la oficina, los problemas no se hicieron esperar. Tenía en puerta unos nuevos clientes, pero surgieron inconvenientes con el material que les ofrecíamos. Necesitaba con urgencia el contrato que debía presentarles, así que llamé varias veces a mi asistente. Sin embargo, por más que intenté comunicarme con Sandra, no recibí respuesta. Sin otra opción, me dirigí a su escritorio y le ordené que hiciera bien su trabajo. Sentí un impulso de despedirla en ese momento, pero algo en sus ojos color café me detuvo; eran como un imán atrayendo mi atención.
En lugar de despedirla, decidí pedirle que me acompañara al almuerzo con el cliente. Sabiendo que no podía decirme que no me senti satisfecho por tener ese poder.
Mientras estaba en mi oficina, recibí la llamada de Ramona, la modelo con la que había estado saliendo y que ya me aburría. Era demasiado superficial y solo le interesaban los regalos que le podía comprar. "Dime", respondí al contestar la llamada.
"Al menos un 'hola', cariño. ¿Me puedes decir?", replicó Ramona con sarcasmo.
"Te dije que no me volvieras a llamar; lo nuestro terminó y no quiero poner en riesgo mi nueva relación". No sabía cómo hacerle entender que lo nuestro había llegado a su fin, así que opté por inventar una nueva relación, pensando que era la única forma de deshacerme de esa pesadilla.
"No te creo. Estoy segura de que no tienes a nadie. No puedes decirme eso; lo nuestro es real y es lo más maravilloso que jamás me ha pasado". Sabía que Ramona solo fingía un amor que no sentía realmente; antes de terminar casado con alguien como ella, lo mejor era mantener la distancia. Colgué la llamada sin ganas de seguir en una conversación estéril.
Ramona continuó insistiendo en llamarme, así que decidí apagar el celular. Era solo un número cualquiera que compartía con mis amantes temporales. La hora de salir a almorzar llegó. "Es hora de irnos", dije con frialdad.
Tomando las cosas que había pedido llevar, caminé delante de Sandra. Al llegar al restaurante, uno de los meseros nos condujo hasta nuestra mesa. Faltaban cinco minutos para la hora acordada y los clientes no llegaban; ni siquiera tuvieron la decencia de llamar para avisar sobre su tardanza. Mi paciencia se estaba agotando; sin embargo, Sandra permanecía inmutable ante la situación.
"No hay cosa que me moleste más que la impuntualidad", comenté con fastidio.
"Algo debió presentárseles", respondió Sandra con tranquilidad.
"Nada justifica dejarme esperando así; nos vamos ahora mismo". Estaba por levantarme cuando llegaron los dos hombres.
"Perdón por la tardanza...", dijo uno de ellos tratando de justificar su demora.
La tensión se hizo palpable; reconozco que fui grosero, aunque nunca me había importado lo que otros pensaran de mí. Los hombres parecían dispuestos a retirarse después de mis palabras directas. Pero Sandra intervino y logró convencerlos para quedarse y discutir sobre el proyecto. La verdad es que esta idea no me emocionaba, especialmente cuando se atrevieron a decirme que nuestros diseños no eran atractivos.
Estaba listo para poner fin a ese circo cuando Sandra tomó la palabra a favor de los clientes, demostrando una táctica admirable. Con paciencia y sin mucho esfuerzo, comenzó a dibujar unas pequeñas modificaciones al diseño original y logró calmar la situación mostrando algo realmente impresionante. Al final, los clientes quedaron satisfechos y cerramos el trato bajo la condición de que Sandra colaborara con nosotros en el futuro.
Después de que los clientes se fueran le dije a Sandra que nos quedaríamos un momento más ya que no habíamos almorzado. Los clientes estaban apurados así que solo firmamos el contrato y luego ellos se retiraron.
"Almorcemos y luego regresamos a la empresa". Dije mirando el menú. Sandra tomó la carta mirándola con naturalidad."Estás muy familiarizada con este lugar", comente buscando una conversación.
"Era parte de mi vida, estuve por muchos años viviendo una vida que no me pertenecía", respondió sin voltear a verme.
"No entiendo lo que me quiere decir, puede ser más específica". Sonaba frío y distante.
"Pensé que había investigado algo de mí, digo como soy su empleada".
"Confíe en la palabra de Amanda, ella me dijo que eran amigas y que era buena en su trabajo. Es lo único que me interesa saber". Continúe con la misma actitud fría.
Sandra no dijo nada más, pidió lo que quería almorzar con mucha cortesía. Esa mujer me tenía intrigado y creo que llego la hora de indagar sobre su vida.
Estábamos terminando de almorzar cuando una señora mayor junto a una mujer de unos treinta años se acercaron a nuestra mesa. "¿Así es como honras la memoria de mi hijo?", pregunto la señora con una mirada cargada de odio hacia Sandra.
Mi asistente le devolvió la mirada con desdén. "No tengo por qué guardarle respeto a un ser tan nefasto como lo fue su querido hijo". Respondió Sandra con mucho veneno y a decir verdad me encanto su actitud.
"No te voy a permitir que hables mal de la memoria de mi hijo. Siempre supe que eras una arribista y aquí lo estás demostrando con este hombre tu verdadera naturaleza". Esa mujer era una víbora, pero Sandra no se dejaba amedrentar.
"Mire señora, mejor siga su camino que yo no me estoy metiendo con ustedes, vaya con la mujer que siempre quiso para su hijo y a mí déjeme en paz".
"Eres una gata y nunca dejarás de serlo", la señora mayor era muy altiva y al parecer tenía aires de superioridad.
"Señora Berlusconi le pido que por favor se retire, ya que la dama y yo estamos hablando de negocios". Intervine mostrando mi lado más frío.
La mujer pareció darse cuenta finalmente quien era yo, su semblante se puso pálido cuando dijo su mirada sobre mí. "¡Señor Ferrari! Siento haberle interrumpido su almuerzo", dijo la señora apenada y nerviosa. "Aunque andes con Marcelo Ferrari pagaras el haber engañado a mi hijo y te daré donde más te duele, yo que tú pasaría más tiempo con los niños porque pronto no estarán a tu lado". Estaba claro que a Beatrix le daba miedo Marcelo, pero yo no y es que todos sabían de que yo no movía un dedo para ayudar a nadie y que si yo andaba con ella eso no la haría merecedora de mi bondad.
"Termine de irse, si tiene algún asunto que atender con Sandra hágalo cuando yo no esté presente". Intervine llevando la copa en mis manos a la boca.
Ahora estaba más interesado en saber de esta mujer, por lo que acabo de escuchar ella era la esposa del imbécil de Fabriccio. Esta seria una muy buena venganza, llevarme a la que fue su mujer a la cama así como elnhizo con la mía. Lastima que el no estará para ver eso; sin embargo, yo si estoy vivo para disfrutarlo.
Ella tiene q andarse con cuidado, porq una resbalada y lamalvada exsuegra le quita los niños