Ivis vivía con du madre, se tenían una a la otra y vivían de la venta de fritos; cuando Ivis cumplió los 18 comenzó a buscar trabajo para ayudar a su madre y pagar sus estudios, pero nada le salía como quería.
Por otro lado había otro joven de 20 años casi en la misma situación, con la diferencia que ella tenía casa propia, el también por medio de su abuela, pero por alguna razón la pierden.
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BUSCANDO TRABAJO
Antonia y su hija tenían una conexión y comprensión mutua, no dejaba de admirar a su hija, se dio cuenta de la realidad, su hija hacia todo por salir adelante, por eso era tan madura, Antonia pensó que si tuvieran una mejor calidad de vida quizás su hija no fuera asi, saliera a disfrutar con las jóvenes de su edad, pero también entendió que la madurez no siempre estaba relacionada con la edad; pero su hija la había desarrollado gracias a sus experiencias económicas.
Los días y los meses pasaron, Ivis hizo los cursos que pudo, se inscribió en la universidad para ingresar a mirad de año, pero no tuvo la dicha de pasar, pero eso no la iba a detener y mucho menos se iba a entristecer, más que nunca tenía que salir adelante.
Ella continuó ayudando a su madre con la venta de frito, tenían más pedidos para las mañanas, ya vendían sesenta arepas y cuarentena empanadas con jugos, eso motivaba a madre e hija a levantarse temprano todo los días, nos les faltaba el pan de cada día gracias a la venta de fritos, con eso cubrían sus gastos diarios y los mensuales que eran los servicios públicos.
Ivis ya estaba deseando que llegara el día de su cumpleaños número dieciocho, quería saber que le tenía preparada la vida en su mayoría de edad, si sería de suerte para encontrar trabajo, o seguiría dando trampolines para subsistir.
Llegó el 31 de diciembre y por fin había llegado el nuevo año, Antonia y su hija estaban en la calle compartiendo con los vecinos quienes recogieron una cuota por casas para hacer una integracion de todos los vecinos y pasar el 31 juntos, Antonia abrazó a su hija para darle el feliz año y le dijo.
ANTONIA: Mi amor, feliz año mi vida, que este año sea de mucha bendición con la llegada de tus 18, ya casi los tienes.
IVIS: Gracias mami, con el favor de Dios así va a ser, este año para nosotras va a ser de mucha bendición.
ANTONIA: Qué así sea mi vida, te mereces todo lo bueno de esta vida.
IVIS: Tu también mami, siempre has estado para mi, también mereces todo lo bueno.
Madre e hija se separaron para seguir compartiendo con los vecinos y darce el abrazo de feliz año, era la primera vez que hacían ese compartir en comunidad, tidos los vecinos estuvieron de acuerdo para así fortalece lazos comunitarios, fomentar un ambiente de unión. Antonia y su hija estaban felices, ellas en ese compartir estaban creando lazos de amistad y apoyo mutuo dentro de la comunidad.
Por otro lado también estaba Abel pasando por un mal momento, vivía con su abuela Nirida en casa familiar, vivía el, su abuela de 63 años, un tío con su esposa, una tia con su esposo y sus cuatro primos hijos de ellos, Abel no tenía padres, habían fallecido en un accidente y su abuela se había hecho cargo de él; tidos vivían juntos como familia, pero no eran unidos.
Abel tenía 20 años, los había cumplido el 12 de diciembre, el trabajaba como ayudante de obra en una construcción, pagaban cincuenta mil pesos diarios, era bachiller pero no podía estudiar una carrera porque le era difícil.
El día del cumpleaños de Ivis llegó, era viernes y a las tres de la madrugada ya estaba con buen ánimo despierta recibiendo sus dieciocho años, muy animada ayudo a su madre con todo, cuando terminaron de vender a las siete y más, Ivis no se acostó a dormir como acostumbraba, se bañó y cuando estaba lista se fue a sacar su documento de identidad. A las once de la mañana llegó a su casa emocionada, corrió a abrazar a su madre y dijo.
IVIS: Por fin mami, el lunes voy a buscar trabajo en almacén, después que te ayude voy a salir.
ANTONIA: Ivis, me alegra que quieras trabajar, pero no aceptes trabajo donde te vayan a explotar.
IVIS: Mami, para empezar con experiencia en algo tengo que aceptar lo primero que me ofrezcan, mientras trabajo voy buscando algo más, lo importante es despegarla.
ANTONIA: Hay mi niña, siempre te sales con la tuya.
La mujer abrazó a su hija y después fue a la cocina para servir el almuerzo, ella sabía lo importante que era para su hija trabajar, pero no queria que tuviera un trabajo agotador, pero su hija era la que sabía hasta donde aguantar.
El lunes Ivis ayudo a su madre con todo, a las ocho y treinta salió en busca de trabajo, se fue muy emocionada, cuando llegó al primer almacén preguntó si estaban necesitando personal, pero le dijeron que no, eso no la desmotivó y continuó buscando con la fe intacta pero no conseguia nada.
Ella ya estaba cansada, le dolían los pies de tanto caminar, sentía que se le querían explotar por haber estado caminado de local en local, finalmente decidió volver a su casa, pero no perdía la esperanza y tenía pensado volver al día siguiente.
Cuando llegó a su casa se sentó en el mueble y se quitó los zapatos para descansar, la madre se acercó y le preguntó.
ANTONIA: ¿Como te fue hija?
IVIS: No encontré nada mami, pero mañana seguiré buscando.
ANTONIA: Mañana será mejor día.
IVIS: Con el favor de Dios mami, que se haga su voluntad.
ANTONIA: El almuerzo ya está, voy a servir.
IVIS: Gracias mami, me sirves bastante porque tengo mucha hambre.