Astrid Steel, hija del temible mafioso Magnus puso sus ojos en Aiden Harris desde la adolescencia, quien fue enviado al extranjero prometiendo volver cuando ella fuera mayor, pero al volver ya había olvidado su promesa, creando en ella un profundo dolor, pero no esperaba que la joven fuera desafiante, creando una fortaleza en ella, la lucha por volverla a tenerla se convirtió en un desafío contra el amor que ambos sentían.
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Señor no va a creer esto
MANSIÓN HARRIS
El concejal había realizado todos los pedidos que su jefe le había solicitado,— ¡Señor todo está listo! — ¡El traspaso de la propiedad ya tiene su firma, ahora falta la firma del vendedor y lo espera en Toronto en cinco días como usted solicitó! Le expreso su concejal sorprendido y a la vez contento por la decisión de tener la mujer que le gustaba.
Aiden revisó todo el papeleo que lo revisó su correo y ya estaba confirmado,— Hans irás conmigo prepárate con tiempo, y reúne a mi nuevo equipo porque tiene que estar listo para partir en antes de la fecha indicada, necesitamos estudiar el terreno, avisó poniendo en acuerdo con antelación, su concejal asintió retirándose para hacer la nueva orden qué el líder le había dicho.
MANSIÓN STEEL
LABORATORIO
Sonia miraba a Roger trabajando pensativo, era un buen laboratorista, hacía con empeño total todas las tareas de investigación, pero sabía lo que le estaba causando la desaparición de su pareja, no había rastro de ella, sin embargo el estaba exhorto en lo que hacía,— Roger quizás deberías descansar!— Le sugirió la bioquímica,— Necesito distraerme en algo para no pensar tanto señora Sonia!— Le contestó sin dejar de hacer lo que hacía, Sonia entendía, también ella estaba preocupada por la desaparición de Elena, esperando que estuviera bien.
Astrid apareció con una jarra de agua de frutas, quería saber qué había dicho el ministro a su abuela en la visita que le hizo,— Negó haberla visto, le dijo antes que ella preguntara,— ¡No le creo, el ministro tiene algo que me incomoda! No eres la única que lo percibe cariño, ese hombre tiene muchas cosas ocultas, pero el poder divino destruye los malos hábitos, solo queda esperar que Elenita se encuentre sana y salva.
TORONTO CANADÁ
Mientras en el país vecino se debatían en encontrar a Elena, dos hombres tiraban el anzuelo para la próxima llegada de Astrid Steel,— Y porque dices que tienes que casarte con esa mujer? Pedía una explicación Donald Louske, amigo y novio desde hace cinco años del millonario canadiense Simón Lamber,— No me vengas con tus celos cariño, sabes que todo es un plan para que Nolan sea el que de verdad sea quien se case con esa mujer, conmigo es simplemente una cuartada, el matrimonio no será real y después vamos hacer lo planeado para divorciarnos y quedar con sus millones.
—¿Y que te dice que aceptará así nada más? ¡Te estás precipitado a los acontecimientos! Le comento ya odiando a la chica,— ¡Supongo que es una de esas chicas que todo se creen, pero por algo Nolan quiere hacer primeramente la relación conmigo!— ¡Te confirmo que la chica es una simple mujer?— Preguntó porqué el siempre desconfió de Nolan,— ¡Me comentó que es bella y que quiere hacer qué la chica le confiese de un antídoto que elaboró su abuela, y ya basta de tanta preguntadera,— Entonces prométeme que no te la follaras! Le contestó entrecerrando los ojos,— No, claro que no!— ¡Tu sabes mis preferencias, y no son las mujeres! — Le dijo tranquilo,— ¡Así me dijiste la última vez!— Y te encontré follando con la morena.
—¡Deja ya tus celos! — ¡Te he demostrado que tú eres mi único amor, y si me folle a la morena! ¡Pero fue porque me insistió delante de mí gente, y sabes que delante de ellos, guardo las apariencias! — Donald suspiró,— Nada de lo que Nolan le había dicho lo creía, pero si no resultaba el mismo se encargaría de matar a la joven.
—¡Mejor vamos a ver los caballos, dicen que vienen dos españoles y esos son mis favoritos! Le mencionó sonriendo, era su tema favorito, ¡Dicen que hay un nuevo dueño del hipódromo! Y nos han invitado a una cena de bienvenida del antiguo dueño, será mañana por la tarde, y ahí estaremos junto con mi futura prometida! Profetizó sonriente saliendo rumbo al hipódromo.
El concejal al verlos marcharse se comunicó con la mujer asiática,— Es hora, tienen poco tiempo háganlo bien y lo más rápido posible,— les ordenó haciendo otra llamada,— ¡Ya está jefe acaban de entrar!— ¡Vamos a ver qué es lo que traman esos dos, espero que Astrid sepa lo que está haciendo!— ¡Señor no va a creer esto!— le mandó el video que había logrado captar con la cámara de seguridad que recién había instalado.
Aiden no pudo detener una carcajada, con eso confirmó que todo estaba arreglado por alguien que tenía que descubrir, para eso estaba en ese lugar, volvió a ver las imágenes negando, ¡Y el es el supuesto prometido de Astrid! — ¡Se le va a caer la quijada cuando le muestre esto! Y que su prometido se revuelca con otro hombre.
MANSIÓN STEEL
Astrid tenía todo preparado, su madre la observaba en silencio, viendo cómo cada minuto veía su teléfono, hasta que ya no soporto,— Porque no le llamas tú, Astrid le puso atención, ¡Tiene el móvil apagado!— Le dijo con el entrecejo arrugado,— Quizás se molestó porque no le dijiste que sales mañana para Canadá,— ¡Me tiene sin cuidado si no quiere contestar!— Isabella blanqueó los ojos, la entendía pues sus dos hijos eran de carácter igual al de su padre,— Y ya había lidiado con su esposo más de veinte años, los conocía perfectamente.
Vamos a cenar tu padre ya debe de estar por llegar y tu abuela la vi en el comedor seguramente estará muriendo de hambre, Astrid no dijo nada solo salió con su madre,— Se estaban tardando mucho exclamó Sonia haciéndole una seña a la cocinera para que empezara a servir, Magnus no tardó en aparecer, dándole un beso a su esposa para enseguida irse a lavar.
—¿Ya estás lista?— Preguntó Sonia sentada cerca de ella, — Ya abuela, pero papá no está tan entusiasmado ¿Oh no papá?— Tu sabes que siempre que te pongas en riesgo nunca lo estaré, Magnus había recibido el video qué Aiden le había enviado, pensando igual que él, pero confiaba plenamente en el.
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