Irina mata a su esposo, tras enterarse que tiene secuestrada a la hija de su jefe para violarla y golpearla.
NovelToon tiene autorización de Lilian Ortega para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Sangre
Todo hombre oculta otro hombre muy dentro de su ser. Un extraño que podría convertirse en asesino por causas ajenas sobre las que no tuvo control, sin consuelo alguno.
Matías Duarte, el jefe de la empresa, estaba a punto de firmar un contrato muy importante que traería mucho dinero y poder a la empresa. Axel, mi esposo, al ser la mano derecha de Matías, creyó que seria parte de este negocio, pero Matías prefirió dejarlo fuera.
Axel volvía a casa muy enfadado, venía por la carretera a toda prisa, quería descargar su enojo dejando marcas en mi cuerpo que me recordarán que él sería el único hombre que podía tocar mi cuerpo.
Pero al esquivar la vista para girar la calle se encontró con la hija de Matías. Una joven de dieciséis años.
—Hola, Martina— Axel la saludo.
—Buenas tardes, don Axel— ella la saludo.
—Voy a encontrarme con tu padre, vamos te llevo— mintió.
—No sé preocupé, más tarde me encontraré con mi papá.
—Tu padre te tiene una hermosa sorpresa. Ya que soy cómplice de esa sorpresa, me gustaría llevarte. Anda, vamos, no lo hagamos esperar.
A Martina le gustaban las sorpresas. En unos días era su cumpleaños, pensó que su papá estaba adelantado el regalo que le pidió. Confiada, se subió al auto. Axel arrancó el auto, le dio un chocolate para distraerla; al poco rato, la joven se durmió. La llevó a mi casa y la encerró en el cuarto donde guardábamos las cosas que no utilizábamos.
Martina era una joven aún virgen. Su dulzura y su inocencia la llevaron a desear la muerte con toda su fuerza. Mi amor, que piel tan suave y hermosa tienes, le dijo Axel tocando su piel blanca mientras le quitaba la ropa. Un hombre enfermo había husmeado sus partes íntimas. La joven estaba media dormida, pero tenía conciencia de lo que estaban haciendo con su cuerpo, intento gritar, pero Axel con un golpe la volvió a dormir. La pobre vagina de Martina fue el envase de espermatozoide del hijo de puta de Axel.
El cerdo de mi esposo violo en mi propia casa a la pobre de Martina. Violeta estaba distraída en la cocina que no escucho cuando Axel entro en la casa, pero sintió ruidos extraños que venían de mi cuarto, ella se acercó.
—¿Señora, ya llegó?— preguntó, porque yo era siempre quien llegaba primero del trabajo.
—¡Soy yo Violeta! Deja las cosas que estás haciendo, puedes irte a tu casa, hoy te doy libre— gritó Axel desde el cuarto.
Violeta tenía mucho miedo a mi esposo así que prefirió tomar sus cosas y marcharse.
Martina era un pedazo de carne con el que Axel desquitaba su enfado a causa del padre de la joven. El cuerpo asqueroso de mi esposo tocó su piel tierna e inocente. De haberlo sabido de lo que era capaz el maldito monstruo, me hubiese adelantado a su muerte, pero no sabía de lo que estaba haciendo.
Sentí un poco de alivio con su distancia, mi cuerpo humillado y adolorido intentaba cicatrizar. Unos días sin que me tocará eran maravillosos.
Tres días después escuché por la oficina comentarios de que la hija de Matías se había perdido, pregunté a unos colegas si tenían alguna noticia de ella, pero nadie sabía nada.
Los días siguientes, noté a Axel algo más cariñoso. Me preguntaba si el infierno ya había acabado, cuando en realidad recién comenzaba. Una tarde, estando en el trabajo me sentí muy mal; las náuseas y los mareos eran muy difíciles de controlar. Ese día decidí regresar a casa temprano; la verdad, no quería volver, porque Axel no había ido a trabajar y no tenía ganas de lidiar con su compañía. Todo el amor que un día sentí por él se había convertido en odio. Pero no tenía otro remedio que volver.
Cuando estaba por abrir la puerta de mi casa, Violeta abrió primero, muy despacio. —El señor está con alguien encerrado en su cuarto. Me dijo que me vaya— dijo en voz baja.
—¿Quién es?— pregunté.
—No lo sé, señora.
—Iré a ver. Puedes irte tranquila.
—Hasta mañana señora.
—Chau Violeta.
El maldito hijo de puta que un día dijo que me amaba estaba violando en mi cama a Martina cuando abrí la puerta.
Martina tenía la boca tapada con una cinta, intentaba pedirme ayuda, pero Axel rápidamente se paró y me dio una piña en la cara, haciéndome caer al suelo. Me agarro del pelo y me arrastro hacia la sala, me sentó en sillón y me subió la falda para quitarme las bragas y meterme su músculo genital. Mi cuerpo estaba débil.
—¡Eres un maldito enfermo!— apenas pude decirle.
—¿Sabes cuál es la diferencia entre tu cuerpo, y el cuerpo de Martina?. No hay diferencia, ambos me gustan.
Tenía ganas de apuñalarlo, pero no tenia nada a mi lado.
—¿Eres feliz? — me preguntó mientras sacaba y metía su pene de mi vagina.
Reí, reí tan fuerte que me dio una cachetada al escuchar mi risa. Mis manos no podían convertirse en lanzas, simplemente giré mi vista a un costado y lloré. Martina como pudo se vistió y veía lo que me hacía. Tenía que acabar con su sufrimiento.
Mi cuerpo ya estaba sucio y mi mente distorsionada.
—¿Axel?— dije.
—¡Que mi amor!— contestó.
—Tengo una fantasía.
—¿Qué fantasía amor?
—Un trío.
—Sabía que en cualquier momento llegaría a gustarte estos juegos.
—Nunca lo hicimos en la cocina.
—Porque siempre está Violeta, pero ahora que no está podemos aprovechar.
Axel se levantó de mí encima. Me puse de pie y fui a buscar a Martina, la tomé de la mano y la llevé conmigo. También tomé la mano de Axel y a ambos los llevé a la cocina. Con mi mirada busqué un cuchillo, cuando por fin lo vi, besé los labios de Axel hasta excitarlo, lo arrastre hasta donde estaba el cuchillo, sin que se diera cuenta tomé el cuchillo y se lo clave en el estómago.
—¡¿Qué has hecho?!— dijo antes de caer al suelo.
Observé como se derramaba la sangre por el piso, se arrastró para alcanzarme, pero no lo logró.
—¡Vete, Martina! ¡Fuera de aquí!— le grité, a la joven.
—¡Vámonos!— me dijo asustada.
—En estos momentos me está costando respirar. ¡Vete, Martina! ¡Vete por favor!— le dije llorando.