Leonor una joven de corazón puro que luego de que en su primera vida le tocará experimentar las peores atrocidades, vuelve en el tiempo y jura vengarse de todos aquellos que algunas vez destruyeron su vida por completo.
Nueva historia chicas, subiré capítulo intercalando con las otras dos. Sean pacientes, la tengo que subir por qué sino se me va la idea😜😜🤪
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cap. 3
Los días siguientes, Leonor fue llamada por su padre y, acompañada de su nueva doncella, se dirigió a su oficina. Una vez llegó, fue anunciada y el emperador la dejó pasar, pidiéndole que tomara asiento.
—Leonor, te mandé llamar porque ya conseguí quién te entrene. —Una mujer muy alta salió de una esquina de la oficina y se presentó—. Ella es la capitana Sara Milton. Se encargará de instruirte en todo lo necesario para que puedas defenderte. También compartirás clases con tu hermano para aprender sobre tu magia, aunque me han informado que aún no ha despertado.
—Así es, majestad, pero he leído en la biblioteca real que con una roca mineral podría despertar mi poder. Me gustaría conseguir una. ¿Usted sabe dónde se encuentran?
La risa de la capitana resonó en la oficina, seguida por la de Maximus.
—Majestad, veo que tenía razón, la princesa en verdad quiere convertirse en una guerrera. Será un honor instruirla, alteza.
Maximus sonrió.
—Lo mejor será que esperes a que tu don despierte por sí solo. Pero si llegado el caso no sucede, te conseguiré la roca, no te preocupes.
—Muy bien, majestad, gracias. ¿Capitana Milton, cuándo empezamos?
La mujer sonrió.
—A partir de hoy, princesa. Cambiese de ropa, póngase el uniforme que está en esta bolsa y la espero en el campo de entrenamiento.
Leonor tomó la bolsa y asintió con decisión.
—Muy bien. Majestad, con su permiso.
No tuvo tiempo de decir más, ya que salió a toda prisa de la oficina.
—Veo que en verdad está deseosa de empezar —comentó la capitana.
—Sí, eso parece —respondió Maximus.
—Le recomiendo que le consiga esa roca. Si leyó sobre el despertar de la magia, también habrá leído sobre los otros métodos. Por lo que vi, ella está decidida a despertar su poder, no creo que espere mucho.
Maximus frunció el ceño.
—Entiendo. Hablaré con el mago de la torre.
—Muy bien, majestad. Me retiro.
Sara salió de la oficina, y el emperador, pensativo, se sentó, mirando la puerta por la que su hija había salido. Leonor había cambiado radicalmente, y él no lograba entender la razón. Sin más, tomó pluma y papel para escribir una carta al mago.
***
En el campo de entrenamiento, Leonor llegó luciendo su uniforme, llamando la atención de muchos soldados que la veían adorable. Sara, seria, la puso a calentar y luego comenzó a enseñarle lo básico.
Años después...
En el campo, una joven albina luchaba contra varios soldados a la vez. Su dominio de la espada y su habilidad en combate eran excepcionales. Sara observaba sentada junto al emperador, quien había decidido asistir al entrenamiento.
—Veo que le has enseñado bien —dijo Maximus.
—No puedo llevarme todo el crédito. Su alteza es mejor guerrera de lo que yo fui. Es como si tuviera sed de venganza. Cada golpe, cada práctica, aprende y mejora para que nadie pueda vencerla.
—El mago de la torre dijo algo parecido la última vez que la examinó.
Ambos vieron cómo cinco soldados yacían adoloridos en el suelo mientras Leonor sonreía y, burlona, se inclinaba hacia su improvisado público.
—Gracias, gracias. Aunque me duele sacarles su dinero, es momento de que paguen.
Los soldados refunfuñaron, pero entregaron las monedas sin rechistar. Leonor le pasó el botín a su doncella y dijo:
—Para la próxima, apuesten por mí.
Muchos rieron, pero el rostro de la joven se tornó serio al ver acercarse a su padre. Se puso firme y, al llegar frente a él, se inclinó.
—Majestad.
—Leonor, ya te he dicho que puedes decirme padre...
—No es correcto, majestad.
Maximus suspiró, dejando pasar el asunto.
—Veo que tus habilidades han mejorado mucho.
—Gracias a las enseñanzas de la capitana.
—Eso he oído.
El emperador, buscando un acercamiento, preguntó:
—Tu madre me dijo que pronto será tu cumpleaños número dieciocho. ¿Qué te gustaría hacer ese día?
—Nada. No tengo deseos de festejarlo.
Sara arqueó una ceja y Maximus frunció el ceño.
—Leonor, es tu mayoría de edad. Es necesario hacer una celebración en tu honor para presentarte ante los jóvenes y...
—¿Tan pronto desea deshacerse de mí? —Su voz era neutra, pero sus palabras filosas. Maximus abrió los ojos, sorprendido, y Leonor continuó—: Lamento informarle, majestad, que no estoy interesada en contraer nupcias por el momento. Tampoco me interesa celebrar esta fecha. Si usted desea hacer una fiesta, hágala, pero yo no me presentaré. Eso de sonreír falsamente y entablar conversaciones con señoritas huecas que solo saben hablar de vestidos y joyas no es lo mío. Ahora, si me disculpa, majestad, tengo clases de magia.
Se inclinó levemente, saludó a la capitana y se alejó con paso firme, ignorando las miradas de asombro.
Sara, divertida, comentó:
—Veo que la princesa no está dispuesta a casarse. Dejará muchos corazones rotos.
—Cállate —gruñó Maximus—. Esta niña... iré a hablar con su madre. Ella sabrá qué hacer.
—Majestad, créame cuando le digo que no es buena idea obligarla. Solo ganará su odio.
—Ya parece que lo tiene. No entiendo el motivo. Le he dado todo lo que ha pedido y más, y aun así... —Maximus suspiró con frustración—. Pero esto se acaba hoy. He sido muy blando.
—No creo que lo odie —Sara se corrigió rápidamente ante la mirada del emperador—. Bueno, tal vez sí, pero aun así lo respeta. Si la fuerza a algo, la perderá del todo.
Maximus apretó los puños.
—Hablaré con la reina.
—Muy bien, majestad. Entonces me retiro. Y... suerte con la princesa, la va a necesitar.
Sara se marchó, y el emperador, con el ceño fruncido, se dirigió hacia los aposentos de la reina. No podía permitir que su hija hiciera lo que quisiera.