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VENDIDA AL MEJOR POSTOR

VENDIDA AL MEJOR POSTOR

Status: Terminada
Genre:Traiciones y engaños / Novia sustituta / Matrimonio arreglado / Novia subastada / Amor-odio / Diferencia de edad / Completas
Popularitas:1.1M
Nilai: 4.8
nombre de autor: Yazz García

Ella siempre supo que no encajaba en esa mansión. No era querida, no era esperada, y cada día se lo recordaban. Criada entre lujos que no le pertenecían, sobrevivió a las humillaciones de su madre y a la indiferencia de su hermanastra. Pero nada la preparó para el día en que su madre decidió venderla… como si fuera una propiedad más. Él no creía en el amor. Sólo en el control, el poder y los acuerdos. Hasta que la compró. Por capricho. Por venganza. O tal vez por algo que ni él mismo entendía. Ahora ella pertenece a él. Y él… jamás permitirá que escape.

NovelToon tiene autorización de Yazz García para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Dos rayitas

Thalía salió del baño con la cara pálida y las manos temblorosas. Se mojó el rostro varias veces intentando calmarse, pero el cosquilleo en su estómago no desaparecía. No era ansiedad. No era angustia. Era algo más, algo que no quería aceptar.

Volvió a la fiesta como si nada, sonriendo forzadamente a quien la saludaba, pero por dentro… estaba temblando.

Cuando regresaron a la mansión. Temprano ya que estaban con Amelia. Thalía subió directamente a su habitación. Ni siquiera esperó a que Adrián dijera nada. Él también venía extraño, distante. El beso no había sido olvidado por ninguno de los dos, pero el silencio era más fácil de soportar que la verdad.

Esa noche, mientras Adrián dormía con la espalda dándole la espalda, Thalía buscó en su móvil una farmacia 24 horas.

A la mañana siguiente, con el pulso en la garganta, encerrada en el baño… vio las dos líneas rosas que le cambiaron la vida.

—No… —susurró, retrocediendo un paso—. Esto no estaba en los planes…

Sintió cómo todo su mundo se sacudía.

¿Decírselo a Adrián? ¿Ahora? ¿Después de lo que pasó?

¿Después de todo lo que él le había dicho, lo que le había hecho?

No.

No ahora.

Tenía que pensar. Tenía que respirar.

Y en ese mismo momento, Amelia golpeó la puerta suavemente desde el otro lado.

—¿Thalía? ¿Estás bien?

—Sí, mi amor… ya salgo.

Su voz tembló.

No estaba bien.

Nada estaba bien.

Thalía bajó las escaleras con el corazón encogido. Había escondido la prueba en el fondo de un cajón de ropa interior, pero sentía que todo el mundo podía verla. Que llevaba el secreto grabado en la frente.

Amelia ya estaba en la mesa, comiendo cereales con una sonrisa soñolienta. Y Adrián… sentado al otro extremo, leyendo el periódico. O fingiendo leerlo. Ni una palabra. Ni una mirada.

Ella se sentó sin decir nada, aunque el nudo en la garganta la estaba ahogando. Tenía que decírselo. Tenía que hablar.

Pero él fue el primero en romper el silencio.

—Iré al club más tarde —dijo sin levantar la vista—. No esperes que almorcemos juntos.

—No tenía pensado hacerlo —respondió Thalía, con más veneno del que quería.

Adrián dejó el periódico con lentitud. La miró por fin. Esa tensión entre ellos era tan densa que podía cortarse con un cuchillo.

—¿Estás de mal humor o es otra de tus escenas? —dijo, con la voz helada.

Thalía apretó la cuchara entre los dedos.

—¿Y tú qué crees?

Amelia los miró en silencio, con esos ojitos atentos que captaban más de lo que deberían.

Thalía se levantó bruscamente.

—Voy a salir a caminar con Amelia —anunció—. Necesito aire.

—No la expongas con tus tipos —espetó Adrián, sin moverse—. Recuerda que ahora llevas mi apellido. O lo que queda de él.

Thalía se giró con los ojos cargados de fuego.

—¿Y tú sí puedes exponerla? ¿Puedes acostarte con quien se te dé la gana y luego venir a juzgarme a mí?

—¡Cállate, Thalía!

Amelia se estremeció.

—¡No me hables así delante de ella!

—¡Entonces compórtate! —rugió Adrián, levantándose de golpe—. No provoques lo que no puedes manejar.

Thalía lo miró, con lágrimas y una voz rota.

—¿Y tú sí lo manejas todo, verdad? ¿Manejas tu rabia, tus celos, tu culpa? Porque eso es lo que sientes, Adrián. Culpa.

Él se acercó hasta quedar a unos centímetros de ella. Y por un segundo… solo uno… pareció a punto de decir algo real. Algo que saliera del corazón.

Pero en vez de eso, se limitó a susurrar con frialdad:

—No sé qué haces aquí, Thalía. No sé en qué momento te metiste tan adentro… pero necesito que lo olvides. Todo. Lo que crees que significó.

Ella sintió que algo se rompía dentro.

—Eso intento —dijo—. De verdad que lo intento.

Mientras tomaba la mano de Amelia para salir por la puerta, su estómago volvió a revolverse. No era solo náusea. Era miedo.

Porque por más que intentara negarlo…

la verdad crecía dentro de ella.

Thalía caminaba rápido, casi huyendo de la casa, con Amelia de la mano. La pequeña intentaba seguirle el paso, pero sus piernitas daban zancadas cortas, obligándola a apretar su manito con más fuerza de la que quería.

—¿Mami Thalía? —dijo con voz bajita—. ¿Estás enojada?

Se detuvo en seco. El corazón se le hizo trizas.

Se agachó de inmediato y tomó a Amelia de los hombros. La miró a los ojos, con culpa clavada en la garganta.

—Mi amor… no. No contigo.

Le acarició el cabello despacio, conteniendo las lágrimas.

—Yo… te debo una disculpa muy grande, Amelia. No debiste escuchar nada de eso. No debí dejar que estuvieras allí. Fui una tonta… una irresponsable. No fue justo para ti.

La niña frunció el ceño.

—Pero… tú no gritaste. Él gritó.

Thalía apretó los labios. ¿Cómo explicarle a una niña que el amor duele? ¿Que a veces uno deja entrar personas que no saben cuidarlo?

—A veces… los adultos también se equivocan, Amelia. Y hoy… yo fui una mala amiga para ti. Prometí cuidarte y darte un lugar seguro, y hoy fallé.

Amelia negó con la cabeza con vehemencia y se abrazó a su cuello.

—Tú eres mi mejor amiga —susurró.

Y esa frase. Esa maldita y hermosa frase fue lo que la quebró.

Thalía la abrazó fuerte, respirando hondo para que las lágrimas no la vencieran. Caminó con ella hacia el parque, más despacio, como si con cada paso intentara recuperar algo de dignidad y sanidad mental.

Lo minutos pasaron y finalmente Thalía se sentó en una de las bancas del parque con Amelia dormida sobre su regazo. El vaivén del columpio, el murmullo de los árboles y el sonido lejano de los niños jugando no lograban apaciguar el torbellino en su pecho. Seguía temblando. Seguía oliendo a rabia contenida y a miedo.

Fue entonces cuando lo vio.

Joshua.

Vestía una camiseta gris y jeans. Tenía la mirada hundida, los hombros caídos y una bolsa de papel en la mano.

—¿Thalía? —murmuró al acercarse—. Te estaba buscando por todos lados… ¿Estás bien?

Ella lo miró en silencio. No se levantó. Solo acarició el cabello de Amelia con una mano, mientras mantenía la otra apretada sobre su propio vientre, como si instintivamente intentara protegerse.

—Estoy bien —respondió finalmente, sin emoción.

Joshua dio un paso más cerca, inseguro. Ella lo observó con ojos fríos.

—¿Qué quieres, Joshua?

—Quería asegurarme de que estabas bien después de lo del otro día.

Thalía apretó los labios.

—¿Eso te preocupa? Porque hasta donde recuerdo, tú provocaste la pelea. Tú me arrastraste a un espectáculo vergonzoso.

Joshua frunció el ceño.

—Thalía, él me golpeó primero. ¡No podía quedarme quieto mientras ese imbécil te trata asi!

—¿Y tú crees que eso ayudó en algo? —le respondió con dureza—. ¿Crees que ver a dos hombres peleando como animales mejora la situación? ¿Acaso pensaste en mí?

Él bajó la mirada, mordiéndose la lengua.

—Lo siento… —susurró—. Me dejé llevar. Solo… me dolió ver cómo te trataba. No lo soporto, Thalía. No puedo.

Un silencio denso se instaló entre ellos. Solo se escuchaban los columpios al fondo y el canto de un pájaro solitario. Thalía lo miró. Sus ojos estaban vidriosos.

—No puedes seguir interviniendo así, Joshua —dijo más suave, aunque aún con un dejo de enojo—. No puedes aparecerte y golpear al padre de Amelia y esperar que todo siga igual. Esta situación… ya es bastante complicada.

Joshua asintió, tragando saliva. Iba a decir algo más, pero entonces, Thalía lo miró fijamente. Dudó por unos segundos, pero luego lo soltó:

—Estoy embarazada.

El mundo pareció detenerse. Joshua se quedó inmóvil. Parpadeó un par de veces, como si no hubiese comprendido lo que acababa de escuchar.

—¿Qué…? ¿Qué dijiste?

Thalía bajó la mirada. Acarició una vez más el cabello de Amelia, luego se armó de valor para levantar los ojos y repetirlo:

—Estoy embarazada, Joshua.

Él retrocedió un paso, como si le hubieran dado un golpe en el estómago. La bolsa que sostenía cayó al suelo, desparramando unos libros.

—¿De Adrián?

La pregunta era obvia. Y dolía. Como dolía todo.

Thalía asintió en silencio.

Joshua se llevó las manos al rostro y se giró, caminando unos pasos lejos de ella. Se frotó el cuello, la cabeza, los ojos. Quería gritar. Quería llorar. Quería desaparecer.

—¿Y tú… tú lo vas a tener?

—Sí —dijo sin titubear.

Joshua dio media vuelta y la miró con los ojos enrojecidos.

—Thalía, yo… te amo —soltó de repente, quebrado—. Nunca dejé de hacerlo. Y ahora vas a tener un hijo de ese imbécil que no sabe cómo tocarte sin hacerte daño.

Las lágrimas cayeron de forma natural.

Thalía se puso de pie, con cuidado, dejó a Amelia aún dormida en la banca. Se acercó lentamente.

—No planeé nada de esto, Joshua. Ni el matrimonio, ni el embarazo, ni mucho menos… los sentimientos confusos que tengo.

Joshua bajó la mirada. Estaba roto. Partida su alma, como la de ella.

—Solo quería protegerte.

—Y yo quiero proteger a esta niña —dijo, devolviendose hacia Amalia y besando su frente —. Y al bebé que viene. Y a mí, Joshua. Por primera vez en mi vida, quiero protegerme.

El silencio que siguió fue definitivo. Frío. Real. Triste.

—Adiós, Joshua.

Ella se tomó a Amelia en brazos y se alejó del parque, con el corazón destrozado.

1
Lucía Antonieta Rodríguez de Reboratti
muy bueno
Monserrat Elisa
muy tristey de mucho coraje temas sebsibles de maltrato emocional felicito a la autora
Soledad Pacheco
es difícil entender la trama de esta novela. hay mucho lío y nada resuelto. ella ni si quiera es dueña de su vidá.
TuRegaloFloral (Krmn)
felicitaciones eres fantástica
Claudia Collado
Excelente historia, felicidades!
Anonymous
Me gustó muchísimo labovelaxGRACUAS
EIOC 23
Hermosa historia, con una trama diferente. Pero sobre todo con un mensaje esperanzador.
Gracias autora!!! /Rose//Rose//Pray/
sofi
excelente erizo la piel y saco lagrimas y risas y suspiros d paz m encanto👏👏👏
EIOC 23
Me da dolor solo por la pequeña Amelia, no tiene un padre tiene un mostruo
Elia Barreto
Por fin, se hizo justicia. Sin embargo, el padre también debería pagar tanta maldad y prepotencia, él contribuyó para crear ese monstruo que fue su hijo. Gracias Autora por tu gran novela. Éxitos.
El Regazo de Jesús
Felicitaciones. Bendiciones
Al principio no quería seguir leyendo por cómo presentaste las durezas de la vida, pero poco a poco fui aceptando que es la cotidianidad. Solo que muchos quieren ignorarla. Gracias por cada uno de los mensajes de aliento y esperanza. El amor quita todo temor.
Mildred Álvarez
Excelente
Mildred Álvarez
Muy bella historia,de sufrimiento, intriga,rabia desilusión pero también de amor puro sincero gracias por compartir 🙏
Mabel Hernandez
Estupendo ☺️
Mildred Álvarez
hasta cuándo autora ya elimina a esa basura y dale un final feliz a ésta historia.
Mildred Álvarez
Que pasa con Thiago porqué no está presente allí con su heri para que se entere de la clase de padre que es el Señor Muñoz.
Mildred Álvarez
Además Thalia es falsa no lo quiere,solo le interesa su hijo,y la protección que Joshua les brinda y aún así no lo agradece.
Mildred Álvarez
muy bello tu gesto Joshua Pero eres tonto como la vas a llevar a tu casa, porque no se .marchan todos bien lejos antes de que él monstruo los acabe.
Mildred Álvarez
Tiene razón Joshua .Thalia solo lo ha utilizado como un salvavidas,del cuál se agarró para no hundirse,es una estúpida que prefiere que su hijo no sepa quien es el monstruo de su padre para no enfermarlo psicológicamente,pero noe importó Amelia ni que ésta se enterara de quien era su padre, cuando sacaron a la luz pública todas sus fechorías,ni de como maltrataba a Diana su madre,porque ella no protegió también a Amelia?
Mildred Álvarez
Que HDP más dañino que su propio padre.
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