Ethan Vieira vivía en un mundo oscuro, atrapado entre el miedo y la negación de su propia sexualidad.
Al conocer a Valquíria, una mujer dulce e inteligente, surge una amistad inesperada… y un acuerdo entre ellos: un matrimonio de conveniencia para aliviar la presión de sus padres, que sueñan con ver a Ethan casado y con un nieto.
Valquíria, con su ternura, apoya a Ethan a descubrirse a sí mismo.
Entonces conoce a Sebastián, el hombre que despierta en él deseos que nunca se había atrevido a admitir.
Entre secretos y confesiones, Ethan se entrega a una pasión prohibida… hasta que Valquíria queda embarazada, y todo cambia.
Ahora, el CEO que vivía lleno de dudas debe elegir entre Sebastián, el deseo que lo liberó, y Valquíria, el amor que lo transformó.
Este libro aborda el autoconocimiento, la aceptación y el amor en todas sus formas.
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Capítulo 20
El viaje de vuelta fue silencioso.
Ethan mantuvo la mirada fija en la ventana casi todo el tiempo, observando los paisajes que se deslizaban lentamente.
Sebastian, a su lado, leía un informe, pero también parecía distante, como si el cuerpo estuviera allí, y la mente, muy lejos.
Había entre ellos un acuerdo silencioso: lo que se había dicho en la casa de la playa quedaría guardado en el corazón de ambos, por ahora.
Pero cada mirada intercambiada cargaba el peso de aquello que aún no tenía nombre.
Cuando llegaron a la mansión, ya era el final de la tarde.
Valquíria estaba en el jardín, con un libro en las manos y una mirada serena.
El embarazo ya avanzando, y ella parecía más tranquila que nunca.
Al ver a Ethan, sonrió con ternura.
—Finalmente llegaron — Su voz sonó suave — ¿Cómo fue el viaje?
—Cansativo — respondió él, dejando la maleta en el suelo — Pero productivo.
Ella percibió que había algo más allá del cansancio en su voz.
—Ethan… — comenzó, acercándose — ¿Estás bien?
Él tardó en responder.
—¿Podemos conversar un poco?
Valquíria asintió y lo condujo hasta el balcón.
El aire fresco de la tarde entraba por la ventana, y el sonido distante de las cigarras llenaba el silencio que se formó entre ellos.
Ethan pasó las manos por el cabello, visiblemente nervioso.
—Necesito contarte algo… pero no sé por dónde empezar.
Valquíria posó el libro sobre la mesa.
—Comienza por lo que sientes. Es lo más importante.
Ethan respiró hondo.
—En el viaje… sucedió algo que yo no esperaba.
Valquíria apenas lo miró, aguardando.
—Yo comencé a sentirme diferente — continuó él, con la voz baja — Sabes, Valquíria, por años yo intenté apagar una parte de mí. Pensé que casarme, tener una familia, cumplir con lo que esperaban de mí… iba a resolver todo. Pero no resolvió.
Ella mantuvo la mirada calma, sin interrumpir.
—Y allá, en la casa de la playa, con Sebastian… — Ethan vaciló — Yo percibí que esa parte que yo siempre negué… aún está viva. Y más fuerte que nunca.
Valquíria respiró hondo, asimilando lo que había oído.
—¿Estás diciendo que… te gusta él?
Ethan levantó la mirada, con los ojos llenos de lágrimas.
—Yo no sé lo que siento. Solo sé que es algo real. Que me asusta, pero al mismo tiempo me trae paz. Con él, yo consigo ser quien soy sin necesitar fingir.
Valquíria se mantuvo en silencio por algunos segundos, observando al hombre frente a ella.
Por primera vez, Ethan no hablaba como el CEO seguro y racional, sino como un ser humano perdido, buscando su propia verdad.
Ella se levantó y se acercó despacio, tocando su hombro.
—Ethan… no necesitas disculparte por sentir. Ninguno de nosotros elige el corazón que tiene.
Él la miró, sorprendido.
—¿No estás enojada?
Valquíria sonrió levemente.
—¿Por qué? ¿Porque estás siendo sincero conmigo? Ethan, nuestro matrimonio fue un acuerdo desde el inicio. Yo acepté porque quise ayudarte, y tú hiciste lo mismo por mí. Nunca hubo mentira entre nosotros.
Ella se sentó a su lado y continuó:
—Yo siempre supe que había algo en ti que te impedía entregarte. Y, sinceramente, me alegra ver que estás encontrando quién eres.
Ethan bajó la cabeza, emocionado.
—Tengo miedo, Valquíria. Miedo de lo que las personas van a decir, miedo de decepcionar a mis padres… miedo de destruir la imagen que construí.
—Yo entiendo — dijo ella con calma — ¿Pero sabes lo que aprendí en estos meses? Que vivir escondiéndose es el peor tipo de prisión.
Ethan la miró con admiración.
—Hablas como si fuera fácil.
—No lo es — respondió — Pero es liberador.
Él respiró hondo, sintiendo el peso salir de los hombros.
—Yo no sé lo que va a pasar entre mí y Sebastian. Tal vez nada. Tal vez todo. Pero yo necesitaba contarte. Tú merecías saber.
Valquíria tomó su mano con cariño.
—Y yo te agradezco por confiar en mí. Sea lo que sea que suceda, yo voy a estar de tu lado. Al final, antes que nada, nosotros somos amigos. Y amigos de verdad no dan la espalda.
Ethan sonrió, emocionado.
—Eres una mujer increíble, Valquíria.
—Yo solo aprendí a ver la vida de un modo simple — respondió ella — Al final, lo que importa es la felicidad. Y si lo que sientes te lleva hacia ella, entonces sigue sin culpa.
El silencio volvió, pero era un silencio leve, lleno de comprensión.
Ethan se recostó en el sillón, sintiéndose más leve que nunca.
Por primera vez, él había dicho en voz alta aquello que cargaba en secreto por toda la vida.
Y, de repente, entendió que el amor podía existir de varias formas.