Alicia Vannecelli es una joven atractiva y optimista, llena de ilusiones. Uno de sus sueños es convertirse en doctora en pediatría, ya que siente una profunda afinidad por los niños. En secreto, está enamorada de David Müller, un sublíder de la mafia alemana. Sin embargo, considera que su amor es imposible debido a la diferencia de edades y al hecho de que él la ve como una niña. A pesar de esto, Alicia hace todo lo posible por conquistarlo, intentando cautivarlo con su encanto. Lo que ella no anticipaba es que el amor de David es tan intenso que se torna tóxico, transformando su vida a su lado en todo lo contrario a lo que ella había imaginado.
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Capitulo 24 Primer dia de clases 2/2
Alicia Vannecelli
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Las clases habían terminado. Guardé mi cuaderno en el bolso, reflexionando sobre lo bien que había ido mi primer día; no cometí ningún error. Estudiar medicina es lo mejor, y en unos años seré doctora y realizaré mi maestría en pediatría. Salí de mis pensamientos al escuchar a Lana.
—Alicia, ya mi hermano nos espera afuera. Vamos a tomar un café —me dijo Lana.
—Muchas gracias, pero no puedo. ¿Qué te parece si mañana? Invito yo —respondí.
—Está bien, recuerda que tú invitas —sonrió.
Asentí y salí del aula con ellas. Al salir de la universidad, vi a su hermano esperándonos, levantando la mano. Nos acercamos a él, momentáneamente distraída al recibir un mensaje de David, notificándome que se retrasaría unos minutos.
—¿Ocurre algo? —me pregunta lana.
—No, solo que mi novio tardará en recogerme —respondí.
—Entonces dile que pase por la cafetería que está a tres cuadras de aquí. Vamos en mi auto —sugirió.
Mi chofer no había venido porque David me había traído y vendría a buscarme; además, había enviado a mis guardaespaldas a realizar algunas compras.
—Está bien, vamos —le contesté.
Caminaron juntas hacia su auto, donde nos subimos Lana, su hermano y yo. Karol y María se repartieron en otro vehículo. Le escribí a David informándole que estaría en una cafetería a tres cuadras de la universidad y él me respondió que pasaría por mí.Al llegar a la cafetería, bajé del auto junto a ellos. Entramos y pedimos café y postres.
—Alicia, por tu acento, eres italiana. ¿Por qué decidiste venir a estudiar hasta acá? —me preguntó Keane.
—Porque esta es una de las mejores universidades de medicina que existen —respondí.
El mesero trajo el café y comenzamos a disfrutar de los postres mientras cada uno compartía un poco sobre sí mismo. Los hermanos eran de Escocia, mientras que Karol y María eran de aquí. Keane y María eran novios y tenían planes de casarse al finalizar sus estudios. Continuamos riendo con los chistes de Keane y Lana, hasta que escuché una voz que reconocí de inmediato. Al volverme, vi a David, serio, con unas gafas oscuras que lo hacían ver muy atractivo en su elegante traje. Me levanté.
—Chicos, quiero presentarles a mi novio, David —les dije.
Ellos lo observaron y todos saludaron al mismo tiempo. Él respondió con cortesía.
—Ya debo irme. Nos vemos mañana —anuncié.
Ellos se despidieron con alegría y nosotros salimos de la cafetería. David me abrió la puerta del auto, me subí, cerró la puerta, la rodeó y se sentó al volante.
—Parece que ya hiciste amigos, gatita —me comentó.
—Sí, son compañeros de clase, excepto Keane, que está en otro semestre —respondí.
—¿Qué tal las clases? —inquirió mientras encendía el auto.
—Excelente —contesté.
Durante el trayecto, reinó un silencio hasta que llegamos al restaurante donde cenaríamos. La comida transcurrió en silencio, y al finalizar, nos dirigimos nuevamente al auto.
—¿Te pasa algo? Estás más callado de lo habitual —le dije.
—No, no pasa nada. Solo estoy estresado por el trabajo —respondió.
—¿Quieres hablar de ello? —le pregunté con preocupación.
—No, gatita —fue su respuesta.
Guardé silencio hasta llegar a la clínica, donde fui atendida por una ginecóloga. Después de realizarme algunas preguntas de rutina, me prescribió anticonceptivos. Luego nos dirigimos a una farmacia, donde David compró la medicina y me la entregó. Tomé la primera pastilla y programé una alarma en mi teléfono para recordarlo.
Al llegar al apartamento, nos dirigimos a mi habitación y nos acostamos en la cama. Observé a David perdido en sus pensamientos.
—David, ¿me dirás qué ocurre realmente? —le pregunté.
—Ya te dije que no pasa nada. Debo irme. Nos vemos mañana —respondió, antes de darme un beso en los labios y retirarse.
Me levanté de la cama, tomé su mano y lo hice mirar a mis ojos.
—Esta mañana estábamos bien; ahora pareces distante. No entiendo qué pasa. ¿Acaso hice algo mal? —le pregunté.
Él suspiró pesadamente.
—No hiciste nada malo, Alicia. Solo que mi padre me ha estado presionando para que me case y forme una familia. Esa presión me estresa —confesó.
—Entiendo, gatito —le respondí.
Tomé su mano y lo llevé nuevamente hacia la cama. Él se quitó la chaqueta y yo me recosté en su pecho.
—Quiero que me cuentes lo que te preocupa, David. No lo guardes solo para ti; para eso estoy aquí, ¿o no confías en mí? —le cuestioné.
—Claro que confío en ti, mi gatita, pero no quiero abrumarte con mis problemas. Eso es todo —respondió.
Me dio un beso y luego apoyó su cabeza en mi pecho. Comencé a acariciar su cabello mientras permanecíamos en silencio durante unos minutos. Su cuerpo se mantenía cerca del mío, mientras acarició suavemente su cabello rubio y liso.
—Gatita, ¿quién era ese chico en la cafetería con ustedes? —me preguntó.
—Es el hermano de una de mis compañeras, y también es el prometido de otra —le respondí.
—Entiendo —susurró, aliviado.
—¿Te quedarás a dormir esta noche conmigo? —le pregunté.
—¿Quieres que me quede? —me cuestionó.
—Sí, en tus brazos me siento segura. Además, podría aparecer un monstruo debajo de mi cama si no estoy contigo —le dije en un tono tierno.