La Santa Guerrera

Laila despertó y ya era de día, era un lugar ajetreado por las personas que tenían que curarse, alguien le había quitado las botas y el listón de su cabello se volvió a romper.

Buscó con la mirada al chico que la estaba ayudando a ella de entre los demás que ayudaban y adentro no estaba.

No había comido nada y se moría de hambre.

¿A qué hora comen aquí?

Salió del templo y vió al chico sacando agua de un pozo.

"Oye" él la miró y corrió hacia ella entusiasmado.

"¡Señorita, despertó!" Ella sonrió y asintio.

Ahora que recuerdo, ni siquiera sé su nombre.

"Cierto, ayer no te pregunté tu nombre." bostezó un poco y luego lo miró.

"Soy Dion, usted tampoco nos dijo su nombre"

"Laila, pero dime Lai, es más corto."

"¿Me buscaba para algo señorita Lai?" preguntó y Lai miró para todos lados buscando algo.

"¿Dónde puedo comprar comida? No veo nada por aquí cercas." siguió buscando.

"Oh, ¿tiene hambre? puede seguirme, prepararé algo para usted." Bajo la tina y otro chico llegó rápido por ella.

"¿Cocinaras algo para mí?" el asintió sonriendo de oreja a oreja. "¡Me parece bien!, claro, no será gratis"

Laila entró por su espada y de lejos les hizo señas a los toros pidiendo que la siguieran sin salir de su escondite.

Deben estar hambrientos ellos también.

suspiró caminando junto con Dion.

"¿Siempre has vivido aquí?" preguntó laila metiéndose a la casa de Dion, era linda por dentro y por fuera, la madera no se veía vieja o sucia.

"No, llegué cuando tenía 14 años, era un vagabundo. Mis padres murieron cuando yo tenía 9, aprendí a defenderme solo y desde ahí viví en las calles, llegué aquí después de toparme con una pareja, ellos me trajeron aquí y me dieron comida y agua. Ellos no podían tener hijos y me trataron como a uno, la epidemia los alcanzó y no sobrevivieron. Yo trabajaba en una tienda de por aquí cercas." hablaba mientras cocinaba y laila lo miraba triste.

Es un chico muy lindo, si tan solo yo... no hubiera tardado.

"Lo siento, Dion." Él se detuvo. "Es solo que yo no sabía lo que estaba sucediendo, realmente lo lamento.

Dion apretó fuerte el cuchillo, extrañaba a su familia.

Laila lo abrazó por atrás, llena de tristeza se disculpaba.

"Lo siento, enserio lo siento" sollozó tapando su cabello con la espalda de Dion.

Él tomó sus manos y se giró para verla, las mejillas de laila estaban mojadas y rosadas. Dion acarició su mejilla quitando las líneas de lágrimas que se seguían formando. La abrazó, Dion estaba mas alto que Laila, con un cabello castaño que brillaba cuando la luz le pegaba, ojos color miel y una piel muy blanca.

"No es tu culpa... deja de llorar o yo también lloraré" soltó una pequeña risita.

"Pero si yo.." lo miró y Dion se sonrojó.

Los ojos de Laila lo miraban llenos de calidez y tristeza, algo que él ya no podía hacer. Había sufrido tanto qué ya no quería hacerlo más. Laila abrazó su corazón como nadie lo había hecho cuando sus padres murieron o cuando la pareja que los salvó murió. La soledad lo estaba alcanzando, pero laila lo iluminó.

"Dion" habló sin soltarlo y sin mirarlo.

"¿Si?"

"Ya no tienes nada aquí, ¿Quieres venir conmigo? dijiste que aprendiste a defenderte cuando estabas en las calles. Ven conmigo y todo estará mejor." Lo miró como un cachorrito pidiéndole salir a su dueño.

"Pero no sabes nada de mí, tú familia seguro no querrá a alguien como yo dentro de sus casas." Habló nervioso evitando la mirada de laila.

"Mmm... mi padre me adora así que no me dirá que no, mis hermanos ... bueno, nunca están en casa y siempre me ignoran, el único problema es mi madrastra que sé que me odia, pero por ella no te preocupes, se hace lo que papá diga." Lo soltó y le sonrió.

"¿Y que haré yo allá?"

"Bueno... eso lo averiguaremos" se volvió a sentar y Dion termino de hacer la comida.