La Jaula Del Amor

Si no hubiera sido por que tocaron la puerta haciendo que volviéramos a nuestros sentidos, creo que hubiéramos terminado haciendo lo que nuestros cuerpos pedían agritos; se separa un poco de mí, sostenía mi rostro con sus manos, suspira profundo mientras me miraba, se levanta abre la puerta y molesto dice.

— Pasa, deja la cena en la mesa y retírate mañana recoges todo.

Yo me senté en la orilla de la cama, no me atrevía a mirarlo a la cara, una sensación extraña me hacía sentir avergonzada; realmente no sé qué me paso, perdí el control y si no hubiera llegado nadie creo que hubieras terminado desnudos, entregados a la lujuria, pero que tonterías estoy pensando, esto no puede volver a pasar, mucho menos puedo desearlo de esa manera o tal vez debería dejarme llevar, disfrutar un poco mas de ese hombre, que puedo perder, no seria la primera vez que me entregue  a él.

Después de dejar la cena el ama de llaves se retiró dándonos las buenas noches, Gael cerró la puerta, se viene hacia conmigo se sienta a mi lado, toma mi mano y escucho que me dice.

— ¡Esclava! no te avergüences, ni quiero que te sientas incomoda, recuerda yo soy tu esposo y esto es lo más normal entre parejas, ven vamos a cenar.

Sus palabras eran tan dulces y sentía como que se esforzaba en hacerme sentir bien. Los dos cenamos un vaso de leche, un pan y como tanto me gustaba estuvimos platicando mientras comíamos; me platico lo que le tuvo que hacer en la empresa, yo le pregunte algunas cosas que no entendía y me explico con detalle lo que le preguntaba, fue tan agradable que no nos dimos cuenta de la hora, eran la 1 am cuando nos fuimos acostar.

Al acostarme él me abrazo y me dio ese masaje en mi cabeza hasta que me quede dormida, se empezaba hacer una costumbre dormir así y la verdad me encantaba; en la mañana él me despertó con un dulce beso en mis labios; lo escuche decir.

— ¡Mi bella esclava! despierta, deberías salir al patio y caminar un poco, hoy hace un día soleado te ara muy bien; te dejo tu barra de chocolate aun lado del celular, no lo comas hasta que desayunes, hoy llegare muy tarde, cenas y te duermes, no me esperes.

Después de decir eso aprisiona mis labios con los suyos dándome un beso tan apasionado, que no podía evitar reaccionar, mi cuerpo se prende sin que yo lo quisiera, pero trataba de que él no lo notara, de no hacer nada que dejara ver mi deseo.

Fue un beso largo, se separa y se despide de mi para irse a trabajar; cuando quede sola me metí a bañar y después me cambie con un pantalón de mezclilla y una playera de manga larga, me puse unos tenis, hoy no estaría en el cuarto estaba decidida a salir un poco al patio de la casa, caminar por el laberinto o ver que hacer.

Después de desayunar me decidí a salir al patio, mi día había empezado tan bien hasta que me topé con el ama de llave, iba bajando las escaleras cuando la escuche decir altanera e imponente.

— Señora regrese a su cuarto, aun que el señor tenga sus ideas, usted no puede hacer lo que quiera, su situación no ha cambiado, hoy estarán algunos trabajadores que no pertenecen a la casa arreglando el laberinto será mejor que no la miren y menos vestida así; obedezca y no me obligue a llevarla a su cuarto.

La fulmino con la mirada, por un momento pensé en imponerme y hacer lo que yo quisiera, pero ponerme a pelear con ella seria amargarme el día, mejor se la dejo a Gael, para que le ponga las cosas claras, eso será mucho mejor, para qué se dé cuenta que aquí yo soy más importante que ella; ya no me importa si esa mujer se vuelve más pesada conmigo, ahora tengo a Gael, por lo menos me sirve para ponerla en su lugar y yo tendré la oportunidad de confrontarla.

Por el momento decidí hacer caso y sin nada de ganas regreso a mi habitación, esta vez no moleste a la joven solo estuve callada, leí un libro, mire la tele y a las 11 am por primera vez me preguntaron que quería para comer pedí pollo al horno, a la 1pm cuando me llevaron la comida estaba feliz era lo que había pedido, sin dudarlo tomo mi celular y le mande una foto a Gael mientras comía.

 Él no tardo en contestarme, su mensaje decía “que tengas buen provecho mi bella esclava” me estaba acostumbrando a sus atenciones y a pesar de mi encierro ya no me sentía tan sola y sabía que me preguntaría sobre mi día, en ese momento pienso decirle lo que me ordeno el ama de llaves, claro que no quiero verme tan chismosa, por eso lo haría de esta forma.

 Todo el día me la pasé encerrada, después de cenar solo me fui a dormir, era de madrugada cuando un fuerte ruido me despertó, me levanto prendo la luz y miro a Gael en el suelo, se había tropezado con una mesa, que estaba a la entrada del cuarto, donde estaba un jarrón con flores.

Me levanto lo más rápido que pude para ayudarlo y ver que no se haya cortado con los trozos del jarrón, al acercarme me doy cuenta de que estaba muy tomado y su rostro se miraba muy triste parecía que sus ojos habían llorado; no quise preguntarle nada, lo ayude aponerse de pie y lo lleve a la cama, lo revise haber sino se había cortado, sentí alivio al ver que estaba bien, le quite los zapatos y calcetines, insegura decidí quitarle la camisa y el pantalón.

 Fue difícil desabotonar el cinto y el pantalón, una vez que termine fui al baño tome una toalla de mano la moje, regrese con él para limpiar su cuerpo, empecé por su rostro, sus largos y grandes brazos, después su cuello, su pecho; al terminar lo tape con la sabana de la cama, por un momento me le quede viendo mientras dormía, realmente no lo conocía tanto pero verlo así me hizo sentir triste, creo que no soy la única que sufre por esta situación, su rostro realmente se miraba tan decaído y mostraba su sufrimiento.

Apague las luces para acostarme a dormir, al acostarme escucho su voz alterada y suplicante que decía.

— ¡Telma! ¡Telma! Te lo suplico no te vallas, te amo.

 Me incorporo, prendí la luz y me acerco a él, me doy cuenta de que está soñando, al parecer con una mujer que amaba, debo decir que eso me hizo sentir algo molesta, no me agrado nada de que mi esposo soñara con una mujer que no era yo.

Era algo ridículo, por que se supone que lo odio, pero que podía hacer con mis sentimientos que me estaban haciendo sentir algo que no me esperaba y mucho menos llegue a pensar que podía pasar.