LA TENTACIÓN DE LA BESTIA.

Esa tarde, Silvia ha salido a dar un paseo por el mercado del pueblo, donde tal vez pueda encontrar algo de su interés. Al pasar por un puesto de joyas, reviso algunas, aunque obviamente no eran joyas de verdad, eran diseños muy hermosos, así que agarro algunos collares y aretes, que seguramente harán juego con sus vestidos.

—si me lo pidieras, podría darte joyas reales...incluso diamantes.— susurra una voz varonil en su oído.

Silvia se eriza al sentir un cosquilleo en su oreja y se aparta, encontrándose con la sonrisa del joven duque.

—adiós días de tranquilidad.— tan lindo día que estaba teniendo.— y, no necesito joyas reales, si piensa que me impresiona su dinero, se equivoca.

—por eso me encantas, tu sinceridad es única.— la sostiene de la cintura.— ven, cenemos.

Slavik paga lo que Silvia había agarrado, solo para poder arrastrarla con él hacía un pequeño restaurante cercano.

—creí que un noble no vendría a un lugar como este.— Silvia observa el lugar, era lindo, pero, no de esos restaurantes elegantes donde suelen ir los nobles.

—mi bello clavel, he comido en el bosque, sin platos, ni cubiertos, ¿crees que necesito un lugar elegante para disfrutar de mi comida?— Slavik observa a la chica fijamente.

—ya, ya entendí, no eres como los otros nobles. Lo cual es curioso, ya que, investigue un poco, y llevas sangre real en tus venas, tu familia es la mas influyente después de los reyes, así que, ¿que hace el hijo de una familia así, coqueteandole a una mujer como yo?, no te traería beneficios, y soy mayor que tú.— pregunta con curiosidad.

—la edad no me importa, mucho menos tu estatus.— sonríe.— para mi eres interesante, aunque al inicio lo que me atrajo fue tu aroma, hay algo en el que te hace irresistible.

—así que, si cambio mi aroma ya no seré interesante, perfecto, creo que puedo encontrar un hechizo para eso.— se encoge de hombros.

—eso no te funcionará. Como dije, me atrajo tu aroma, pero ahora, me atraes tú...y no me detendré hasta obtener lo que quiero.— guiño.

—de acuerdo, si te doy lo que quieres desaparecerás, ¿cierto?— pregunta con seriedad.

—¿por qué desaparecería?— se muestra confuso ante lo dicho por la pelirroja.

—no finjas, lo que quieres es acostarte conmigo, una vez que lo logres, dejarás de aparecerte ante mi...¿que más querría un noble de una mujer plebeya?—

Según lo que sabe de ese mundo, los nobles solo se casan con nobles, así que es obvió que el chico ante ella, solo busca diversión, y no es que ella busque amor, pero, su reputación se vería afectada si se sabe que ha estado con el joven duque Ronchembert.

—mi bello clavel, creo que me has malinterpretado...— Slavik toma la mano de la pelirroja.— yo no te busco para pasar el rato...yo te he elegido para toda la vida.

Y de inmediato hubo un silencio en aquel pequeño restaurante, pues Slavik se aseguro de hablar lo suficientemente fuerte para que todos escucharán su declaración, así, quien quiera molestar a Silvia, sabrá que tendrá que enfrentarse al futuro heredero Ronchembert. Silvia también se había quedado en silencio ante las palabras del azabache, y es que, aunque no esperaba escuchar algo así.

—Silvia Sephiran, no importa cuanto tiempo me tome, no me rindo fácilmente.— deja un beso en el dorso de la mano.

Silvia aparta la mano y se pone de pie.—olvide que tengo algo que hacer...disfrute su cena.

Silvia salió corriendo del lugar, y es que ese chico si que sabía como ponerla nerviosa, esa declaración la hizo sentirse extraña, su corazón esta acelerado, y no sabe como responder a lo que Slavik dijo. No había pensado en la posibilidad de conocer a un hombre, casarse, ni nada de eso, su enfoque solo estaba en crecer su negocio para tener una vida cómoda en ese mundo, y vengarse en nombre de la verdadera Silvia, esos eran sus únicos planes.

Al llegar a casa, se queda en la pequeña sala y se deja caer en el sofá que tiene ahí hundiendo su rostro entre los cojines.

—¿que le pasa?, ¿como puede decir algo así sin avergonzarse?— murmura sus preguntas para si misma.

No es que en su vida pasada no hubiese tenido confesiones y propuestas, claro que las tuvo, pero las rechazaba de inmediato, pero, en este caso, es diferente, no pudo ni responder correctamente.

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Al día siguiente, ya hasta entre los nobles sabían sobre la confesión de Slavik hacía aquella pelirroja dueña de la perfumería. Y claro, muchas jóvenes estaban indignadas y furiosas por eso, ya qué, se sentían humilladas al no ser una de ellas las elegidas por el joven duque, y al contrario, este, corteja a una simple plebeya.

—la señorita Lombardo recién llega al reino, y tiene que enterarse de noticias tan desagradables. ¿Que clase de opinión tendrá de nuestro reino?— comenta una joven.

Estaban en una fiesta de té que se organizo para Mayrin. y su madre.

—¿mi opinión?, mi opinión es qué, el joven duque es un adulto, y es libre de elegir a la mujer con quien quiere pasar toda su vida, es mejor de ese modo, que casarse a la fuerza.— responde Mayrin.

Las chicas se quedan en silencio al escuchar las palabras de las chica, ya que estas creían que se uniría a las críticas.

—las únicas que se quejan son las despechadas, porque Vik no les vio ni la sombra.— interviene Lilian.— a los duques, no les importa con quien se case su hijo mientras sean felices, y eso, que son padres, mientras que ustedes, que no son nada, están preocupadas.

Mairyn aprieta los labios para de reírse por esa humillación que acababan de vivir esas jóvenes nobles. Se creen la élite, lo mejor de la sociedad, pero, él que hablen mal de otros, dice mucho de ellas, y entiende el porque Slavik nunca las ha mirado.

—a-alteza...nos preocupa...es la reputación de la familia y del reino...¿que dirán allá fuera si saben que nobles se casan con plebeyos?— interviene una chica.

—que digan lo que quieran, mientras el reino tenga paz, que importa quien se casa con quien, siempre y cuando no hagan daño a nadie.— responde Lilian.

—la princesa tiene razón, mientras no hagan daño a nadie, esta bien, y no debería forzar a nadie a casarse con quien no quiere, eso solo causa que el matrimonio sea un infierno en vida.— asegura Mayrin.

—debo admitir que la señorita Lombardo es muy razonable, es bueno conocer una señorita con cerebro...— les sonríe con burla a las otras jóvenes.

Estas no les queda de otra que guardar silencio, mientras Lilian se dedica a platicar con Mayrin y su madre.

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