Curvas del Destino
Una historia de amor, coraje y renacer.
Lina Song perdió a su madre a los 16 años y terminó en un orfanato, donde su sobrepeso la convirtió en blanco de burlas y humillaciones. Al cumplir 18, con esfuerzo y el apoyo de trabajadores sociales, consigue empleo como auxiliar de limpieza y luego en una cafetería para poder pagar su renta.
Allí conoce a Daniela Ling, hija de un millonario, quien se convierte en su mejor amiga y la ayuda a ingresar a la universidad. Todo parece mejorar… hasta que aparece Luzbel Shao, un joven poderoso y arrogante que no tarda en hacerle la vida imposible. Pero lo que inicia como acoso se convierte lentamente en una pasión imposible de ignorar.
Cuando el primer amor de Luzbel regresa y Lina descubre que está embarazada, su mundo vuelve a romperse. Decide huir y empezar de nuevo… lejos del dolor y los secretos.
¿Podrá el amor sobrevivir a la distancia, el poder y las heridas del pasado?
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¡No fue un beso!
Las luces del edificio parpadeaban tenuemente mientras bajaba los últimos escalones.
El corazón me latía como si fuera a salirse de mi pecho.
No sabía qué esperar. Solo que estaba ahí… esperándome.
Luzbel estaba recargado contra su auto negro, con los brazos cruzados y la mandíbula apretada.
Su mirada era una mezcla de furia y algo más que no supe nombrar.
- Súbete al puto auto, Lina – dijo con voz baja, pero cargada de amenaza.
- ¿Que? ¿Por qué? – retrocedí un paso, y mi voz tembló.
Daniela no sabía que estaba aquí… y eso me hizo sentir expuesta, sola.
- No quiero hablar aquí. súbete. – repitió, y abrió la puerta del copiloto.
Dude.
Sabía que no era buena idea.
Pero también sabía que, si me quedaba, seguiría sintiendo esa presión suya, ese nudo en el estómago que llevaba días sin desaparecer.
Y necesitaba entender por qué.
Me subí.
El trayecto fue silencioso.
Él no me miró, pero sus nudillos estaban blancos en el volante.
Cuando estaciono en su departamento, ni siquiera me espero.
Camino directo al ascensor y yo lo seguí con el corazón encogido.
Al entrar, cerró la puerta con fuerza.
No gritó, pero su furia estaba en cada uno de sus movimientos.
- ¿Qué carajos crees que estás haciendo, Lina?
- ¿Qué… qué dices?
- Casi besas a ese hijo de puta de Iván. Frente a todos. – me espetó, como si fuera una traición imperdonable.
- ¡No fue un beso! – intente defenderme, aunque ni yo misma sabía porque me sentía culpable - ¡Solo salimos a una exposición de arte! Fue una cita, ¡Una normal!
Luzbel se giró lentamente hacia mí.
Su expresión era tan dura que me hizo dar un paso atrás.
- Tu. No. Sales. Con. Nadie – pronunció cada palabra como si la clavara en el aire.
- No tienes ningún derecho a decirme eso – susurre. Aunque por dentro… no estaba tan segura.
- ¿No? ¿De verdad? – se acercó, y sus ojos ardían como si quemaran - ¿Tú crees que Iván puede protegerte? ¿Tú crees que podrías seguir con tu beca, vivir tranquila, si yo decido que no?
Sentí un frío recorrerme por la espalda.
Lo miré, en shock.
- ¿Estás diciendo que vas a hacerme daño?
Él no me respondió de inmediato.
Su silencio fue peor que cualquier palabra.
- No… - murmure, temblando – Esto no está bien, Luzbel. No puedes controlarme así.
El bajo la mirada un segundo, como si dudara.
Pero cuando volvió a alzarla, su voz era más baja, más intimidante.
- No quiero verte con él, Lina. Me vuelves loco. Desde que llegaste, no dejo de pensar en ti. Y si alguien más te toca…
Mi garganta se cerró.
Quería gritarle.
Quería correr.
Pero también, en lo más profundo de mí, una parte se sentía extrañamente… deseada. ¿Qué estaba mal conmigo?
- Yo no soy tuya, Luzbel – dije finalmente, aunque no sonó tan firme como quería.
Él se acercó más.
Acarició mi mejilla con los dedos, y su tacto fue contradictoriamente tierno.
- Pero lo serás. Solo dame tiempo. – y con eso se apartó dejándome sola con mis pensamientos, en medio de ese departamento demasiado grande y silencioso.
Me senté en el enorme sofá de cuero oscuro, con las piernas juntas, las manos sobre las rodillas.
- mándale un mensaje a tu amiga, hoy te vas a quedar conmigo, Lina – me dijo Luzbel desde la cocina, sin mirarme, mientras servía dos tazas de café, en un tono autoritario.
Sabía que no tenía opción, así que saqué mi teléfono y le mande un mensaje a Daniela.
No podía decirle que estaba con Luzbel.
Si que le mentí diciéndole que me quedaría en casa de Iván.
Mensaje de Lina para Daniela: “Dani, me quedo a dormir en casa de Iván. Te quiero, te veo mañana”
Le mentí.
Y lo sentí.
Pero había algo en esta noche, en este momento, que me hacía incapaz de resistirme al misterio que era Luzbel Shao.