A sus 30 años Dennis Donovan se mantiene soltero y en buen estado físico, mantiene en secreto su obsesión por la sobrina latina de su vecina.
Penélope una chica curvilinea de 20 años cruza por una etapa fuerte en su vida, luego de perder a su padre.
Dennis quiere acercarse a ella pero la idea de perder el control estando cerca lo lleva a alejarse aún más, pero encontrará la manera de acercarse. Solo espera lograrlo.
NovelToon tiene autorización de Corinne Palmer. para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Ignorado.
Gloria y Penélope se quedaron juntas el resto del día. Dennis volvió a su casa luego de que Penélope lo ignorar, luego de aquella pelea en donde vio como un chico perdía contra una chica.
Sonrió de lado y volvió a su casa. Penélope llamó a Andy, Joe y Ana para que fueran a su casa y la ayudarán con su mudanza. Llegaron pero esperaban a que todo estuviera ordena y decorado, Penélope le había preparado una sorpresa de bienvenida, aunque debía de ser al ves, pensó que ellos tendrían que ser los primeros en ver el interior de su casa.
—Buenos ahora que ya se conocen, quier agradecerles por ayudarme en todo. Desde que llegue, todo estaba patas para arriba. — todos sonríen al escucharla.
—Vamos tia tampoco te pongas sentimental. — agregó gracioso Andy. — Ya sabemos que somos el amor de tu vida... —
—Gracias Andy... — tiene, mientras beben.
—¿Pen que harás con Dennis? — esa pregunta alerta a Ana.
—¿Quien es Dennis? —
—El ex vecino, y el que le robo su primer beso. — Joe, abre una segunda botella de vino. — ¿No le has dicho nada? —
—Hay tantas cosas que quiero decirle y poco tiempo, en el laburo tampoco hablamos muchos. — Confesó.
—Eso es verdad, cada vez que queremos hablar el gilipollas de Clarisa, nos llama. — se quejo.
—No sabía que odiabas tanto a Clarisa. — Andy y Joe se quedaron calladas.
—Ustedes dos hablen. —
—Yo le cuento. Fue cuando mis abuelos fallecieron, me solía meterme en problemas y como mis padres ya no sabían cómo controlar mejor, decidieron castigar me hablando con Clarisa. — reveló.
—¿Que clase de problemas? —
La conversación se extendió hasta las 20:50 de la noche, cuando Joe se ofrece a llevar a Ana a su casa.
Penélope, acomodo toda la cocina y se dispone a ver como todo esta en su lugar. Pensó unos segundos mientras que ve su nueva casa, sus pensamientos Llanos de nostálgica la invaden, pero a su mente llegó el recuerdo de los ojos de Dennis. Aquel día de la cena, con su familia, recordar hace que su piel se herice, su respiración se agita y su corazón late con furia.
—Debo estar volviendo me loca. — Abrió los ojos.
Se fue a dormir después de apagar todo, pero no logra consiliar el suelo, se sienta en la cama y enciende la tele para mirar una película y esperar a quedarse dormida.
A la mañana siguiente, Penélope despertó, en su nueva cama y casa, feliz y Agusta pero incómoda y asustada, vivir sola a los 20 años, es demaciado. Hasta que recordó que le mintió a su tía con respecto a su edad.
Se levantó y buscó su ropa de trabajo, preparó su mochila con las cosas para cebar mate y demás.
Saliendo de su casa, observa su auto y su sonrisa se mantiene firme al tener el trabajo un poco más cerca, es necesario conducir. Al llegar ala empresa, busca las cosas y se encuentra con Ana quien la mira desde la entrada en los vestidores.
—Hoy nos toca ascensores. — se quejo.
—¡Ha! Yo lo haré, tu limpia el pasillo del sexto piso. — Ana le tira una beso.
—Pen... ¿No tienes hermanos? —
—Biologico no, pero tengo un hermanastro de 24 años. — Ana guarda los producto en el carito.
—Y hablando de hermanos ¿Y el tuyo? Yo recuerdo que tenes un hermano. — terminan de cambiarse.
—Ya lo conoces. — esa después la dejó confundida.
—Banca ¿Como que ya lo conosco? ¿Quien es? — ríe nerviosa.
—Evan López. —
—Lo siento, no me acordaba del nombre de tu hermano. —
—Tranquila, Evan y yo estamos distanciados. — suspiro. — Mi madre logró que nuestra familia se distanciara.
—¿Cual es tu apellido? —
—De Franco. —
Ambas chicas no volvieron a hablar, y continuaron trabajando, para las 10:50 de la mañana Penélope se encontraba en el pasillo del sexto piso. Mientras limpia, las puertas del ascensor se cierran y sube hasta el piso 20 sin darle mucha importancia, elaboración continúa limpiando.
De espalda a las puertas, escucha como se abren y entra alguien, caminando lento y con cuidado.
—Descuide, puede pasar. — dijo con una sonrisa.
Aquella persona no dijo nada, cuando termino Penélope se incorporó agachado la cabeza mirando el suelo, para no hacer contacto visual con el presidente. En esos segundos el ascensor se detiene entre los pisos, 10 y 11 los suspiros del presidente se escuchan en el espacio pequeño.
Penélope se quedó parada mirando hacia el suelo, evitando hacer contacto visual con el presidente. Clarisa le había dicho que el presidente le pediría favores pero en la sana aún no le ha dicho nada, ella respira profundo, evitando pensando que aún no puede bajarse. Levanta la cabeza y las luces se apagan, y el miedo invade el cuerpo de Penélope, pero las luces de emergencias se encienden, iluminando muy poco el lugar.
—¡No por favor! Ahora no. La RCDTM. — con sus manos golpea la puerta del ascensor. — ¿Dennis? —
—¿Croissant? ¿Que sucede? — se acerca a ella.
—¡Dejenme salir! — patéa la puerta.
—Eso no servirá. — apreta el botón de emergencia.
—Hoy no. — se queja.
—Bueno, tendremos que esperar... — revisa los bolsillos de su pantalón. — Llama a Clarisa, con tu celular. —
—Supongo que aún vivís dentro de un domo, por órdenes del presidente, los empleados de limpieza no pueden busardo celular en sus horarios laborales ¿Recuerdas? — avisa, apoyándose en el suelo.
—¡Ostia! Voy a cambiar las reglas. — Penélope lo mira confundida. — ¿Que? —
—¿Tu eres el presidente? — este asienta y ella desvía la mirada. — Mierda. —
El resto de la hora se quedaron callados. Aunque a Dennis lo mataban las ganas de hablar con ella, no se anima a romper el hielo, quiere acercarse y tenerla lo más cerca posible, pero su mente le recuerda la noche de la bienvenida y se desanima.
Los minutos pasan, Penélope y Dennis intentan por todos los medios llamar la atención de los empleados.
—¿En donde está todo el mundo? — pregunto, para si mismo.
—Trabajando... ¿En donde más? — respondió murmurando.
—No te pregunte. — atacó, mirando. — Oye, Croissant ¿Cuando comenzase a trabajar aquí? —
—... — ella lo ignora.
—Croissant, te estoy hablando. —
—Soy Penélope Flores, no Croissant. — reprochó, mirando sus manos.
—Para mi eres Croissant, y siempre lo serás. — dijo acercando se a ella. — Croissant, te hice una pregunta. —
—Mantene distancia o... —
—¿O si no que? — susurro acorralandola.
—Voy a golpearte. — amenazó. — Por favor te lo suplico, no me mires así. —
—Quiero ver que lo intentes. —
Las manos de Dennis, sobre las paredes del ascensor, mirando los hermosos ojos de Penélope, haciendo que su respiración choque contra sus pómulos, agachado la cabeza para mirarla, y de ese cuenta por séptima vez su pequeña estatura. Penélope se estremece debajo de él, en acto reflejo sus manos fueron directo al pecho de Dennis, sintiendo lo firme que musculoso que tiene el cuerpo.
La tensión entre los dos crece, las respiraciones agitadas de ambos se conectan en una, Dennis baja las manos hasta la cintura de Penélope y la acerca con fuerza haciendo que ella jadeara, sus mejillas se tornan rojas, en sus labios se forma una pista sonrisa.
Penélope no puede soportar más, los deseos que estaba teniendo ese precisó momento, y sus manos acaricia el rostro de Dennis, notando como las pupilas de él se dilaten. La distancia ya no era un problema, pero sus labios se rozan con necesidad, con hambre el sonido de sus voces no se logran escuchar, el calor aumenté cada vez más. Hasta que Penélope rompe con aquella tensión y necesidad de ser besado de nuevo por Dennis.
—Pen...— jadea.
—Den. — responde.
Dennis aprieta su cuerpo con el de ella, con antojo de más, las manos de Penélope suben hasta su cuello y lo atrae hacia ella, haciendo puntita de pie, Dennis se agacha agarrando sus piernas y la levanta dejándola completamente inmóvil, y a su completa merced. Sus manos a varían los grandes muslos de la joven, de igual manera hasta llegar a detenerse y sentir aquella curva. de su trasero, y limitarse a tocar de más.
¡Tin!
Las luces del ascensor se mueven y la puertas se abren.