En un reino de poder y pasión, donde la lealtad se compra y se vende, y el amor es un lujo peligroso...
Zared, un joven alfa valiente y astuto, emerge como el salvador de Astrum después de una batalla épica contra el enemigo.
Su victoria lo convierte en el general de la Brigada de Caballeros Negros y lo pone en el centro de una compleja red de intrigas y alianzas en la corte real.
Con un corazón lleno de dolor por la pérdida de su amigo y hermano de armas, Lyrien, Zared se ve obligado a navegar las aguas turbulentas de la política y sus propios deseos.
En la fiesta de mayoría de edad de los príncipes del reino, Zared se encuentra face a face con sus futuros rivales y posibles amantes: los príncipes Cassian y Ryker, lobos con piel de oveja que esconden secretos y pasiones detrás de sus sonrisas encantadoras.
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Capitulo 7
En el camino a casa, Camelia notó que su nieto estaba inusualmente callado, de vez en cuando se miraba su mano con una expresión pensativa.
La anciana se dio cuenta y le preguntó si estaba bien.
—¿Te sucedió algo en la mano, Zared?— preguntó su abuela con curiosidad.
—No, solo que pienso— dijo el alfa, soltando un suspiro.
—Ya veo, ¿en qué?— El alfa sonrió al ver lo curiosa que era su abuela.
—Solo en cosas, abuela, dime, ¿decidieron cuando se hará la boda? —preguntó Zared.
—Sí, será dentro de un mes — respondió Camelia, mirándolo con una mezcla de curiosidad y preocupación.
—¿Crees que pasen rápido los días? — le preguntó su nieto.
—¿Por qué dices eso? —
—Es que solo de pensar que se queden solos con esa psicópata me deja inquieto—
Su abuela sonrió al ver la preocupación en los ojos de su nieto. Camelia llevó su mano a la mejilla de Zared y tocó con lentitud su rostro.
—Estarán bien, se tienen el uno al otro. Además, ya viste cómo se enojó el rey cuando la reina levantó su mano contra Cassian — dijo la anciana.
—Lo sé, pero eso no me deja muy convencido—
—Están bien, aunque no lo aparenten, son muy fuertes. Pasaron todos estos años a su lado; un mes más no será nada—
—Eso espero — dijo el alfa.
Al llegar a la casa, Zared se despojó de sus vestimentas y entró en la tina, perdido en sus pensamientos...
La expresión dé los Omegas había tocado algo en él .
tal vez su Abuela tenía razón , estubieron Todos éstos años a su lado , unos días más no
serían Nada , Pero en su corazón le urgía traerlos a su casa y alejarlos dé aquella mujer .
a su lado , Les daría lo mejor .
Si Ellos no querían su Amor , al menos le daría una bonita amistad.
Los días pasaron convirtiéndose en semanas, tanto Zared como los príncipes se preparaban para la boda y para lo que les venía por delante.
Una semana antes de la boda, Zared fue sorprendido con un regalo muy grande.
El alfa sin saber qué decir, ni qué hacer, varios empleados del rey entraban a su casa y llenaban su sala de flores.
—Son hermosas—habló Camelia —Creo que la persona que las mandó, le habrá tomado mucho tiempo elegir entre ellas.
—Sí, también, son demasiadas; con un ramo bastaba — dijo el alfa.
Mientras observaba cómo en sus manos era depositado un ramo envuelto con un moño muy bonito, junto con una nota.
"Espero que las flores te gusten, en especial estas. Agradezco tu ayuda al protegerme de mi madre. También espero que las heridas en tu espalda se curen rápido.
Mi hermano agradece tu ayuda al protegerme.
Espero que estas rosas sean tus preferidas.
Con amor,
Cassian y Alaric."
El alfa terminó de leer la nota y olió las flores.
Camelia sonrió al oler las feromonas de su nieto; se podía sentir cierta alegría en el aire.
El alfa olió el aroma de las rosas y sus mejillas se tiñeron de un rosa claro.
Los días pasaron, y Zared se preparó para la boda con una mezcla de emociones,
por un lado, el alfa se sentía alerta y por el otro sentía miedo, estaba entrando al territorio enemigo y debía estar alerta en todo momento.
—Después de todo, es la boda de los hijos del rey— pensó Zared .
—Y aunque en este momento no estoy ocupando el puesto de general debido a mi boda, debo lidiar con algunas cosas de mi hogar, y asegurarme de que mis soldados más fieles estén alertas ante cualquier amenaza—
—Todos están en sus puestos, Zared—dijo el beta, Victor.
—Te lo agradezco, Víctor, gracias por la ayuda— respondió el alfa.
El beta sonrió y acomodó el traje del alfa.
—Nada que no haría por un compañero de armas como tú.
Zared se vistió con cuidado, sintiendo una mezcla de emociones en su corazón.