¿Cuál Es La Verdadera Cara de Julieta Sanz?
Julieta Sanz una joven que ha vivido su vida bajo el control de su madre y religión. Aparentemente teniendo la vida perfecta, con el novio perfecto siendo incluso admirada y envidiada por la máscara perfecta que lleva consigo.
Todo eso cambia cuando conoce a Magnus, un hombre que cambia por completo su vida.
Israel es un viejo amigo de Julieta que ahora es policía y se ve involucrado en la historia cuando una llamada lo despierta en mitad de la noche.
¿La verdadera cara de Julieta, será realmente la de un mounstro o la de un simple humano?.
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Capitulo 10: Magnus Parker.
Volviendo al 25 Noviembre.
No sabía si sentirme agradecida por qué habían salvado mi vida o maldecir a ese hombre que me había condenado a seguir viviendo.
— ¡Ni creas que te agradeceré!— Dije mirándolo con rabia.
Pero al ver su rostro me quedé inmovil, realmente me había atrevido a gritarle a un hombre así de atractivo.
— Eres muy ruda para vestir así — contestó ese hombre mirándome de arriba a abajo— esa ropa no te queda bien, parece que te empeñas en demostrar que te gusta— Dijo refiriéndose a que cubría todo mi pecho.
— ¿Qué se te perdió?— Dije cubriendo mi pecho con ambos brazos — Ni siquiera te conozco y no dejas de mirarme extraño.
Ese hombre se río y me extendió la mano, diciéndome su nombre.
— Mi nombre es Magnus Parker — Dijo con una enorme sonrisa— ahora ya no soy un extraño.
Di un paso para atrás y mi tacón se rompió.
— Aun así no te permito que me mires de esa forma— dije sin tomar su mano.
— Dime tu nombre — dijo Magnus mientras tomaba mi mano a la fuerza y la movía de arriba a abajo— Te soltaré hasta que lo digas.
Al ver qué este tipo parecía tan terco no me quedo más opción que decirle mi nombre.
— Nunca nos volvamos a cruzar — dije con una enorme sonrisa después de decirle mi nombre.
Tal pareciera que dije lo contrario por qué el me tomó de la mano y me subió a su motocicleta sin importarle que traía un vestido y que mi tacon estaba deshecho.
Me puso un casco con estampas de calavera en la cabeza.
— Este es un secuestro — le dije al oído mientras me ponía el casco— ¡Eres todo un criminal!
— Has tenido la opción de gritar y no lo has hecho— contestó Magnus— Quizás una parte de ti, le gusta esta sensación.
Era cierto, ni siquiera ponía resistencia.
El acelero a la motocicleta y yo rodeé su cintura con mis brazos, con fuerza me sostenía para no caer. Magnus reia al ver qué era fácil secuestrarme, esa risa resonó en mis oídos mientras la motocicleta rugía, llevándonos a una velocidad vertiginosa. A pesar de la rabia que me embargaba, una parte de mí no podía evitar sentirme emocionada. El viento azotaba mi rostro, mezclando la adrenalina con una extraña atracción hacia él. La manera en que hacia lo que le daba la gana me recordaba esa misma esencia que jamás había tenido.
— ¿De verdad crees que esto es un secuestro? —preguntó, mirando por el retrovisor con una chispa traviesa en sus ojos.
— ¡Por supuesto! —respondí, intentando mantener mi tono desafiante—. Solo porque me subiste a tu moto no significa que me agrades.
— Quizás no, pero no puedes negar que no es un mal lugar para estar —dijo, acelerando un poco más, como si quisiera probar mi resistencia a la emoción.
Miré hacia el horizonte, los colores del atardecer pintando el cielo de tonos naranjas y púrpuras. Era una vista impresionante, y algo en el momento me hizo olvidar la rabia que sentía hacia él.
Después de un rato llegamos a mirador alto, totalmente vacío. Magnus se bajó de la motocicleta y me tomo de la cintura para bajarme. Me quitó el casco y sonreía mientras veía como sobre mi rostro tenía una expresión de molestia.
— Por qué me traes aquí, recién nos conocemos —le dije, intentando recuperar la compostura— dudo qué sea tu tipo de chica ideal o que intentes hacer algo indebido conmigo.
— Quiero que veas está puesta del sol—respondió con seriedad—. Solo quiero que veas que hay más en la vida... No me gustaría que volvieras a intentar morir, habiendo cosas tan bellas como estás.
Sus palabras resonaron en mí. Había estado tan atrapada en mi propia burbuja de miedo y desconfianza que olvidé lo que era disfrutar del momento. Sin embargo, eso no eliminaba mi desconfianza.
— Y no, no eres mi tipo de chica — contesto Magnus poniendo un cigarrillo sobre su boca— solo me pareció divertido ver qué casi me maldices con esa apariencia tan tierna.
— Tu tampoco eres mi tipo— dije molesta, había herido mi ego, si yo era todo lo que un hombre deseaba— Si ya te divertiste lo suficiente ¿Podemos volver?.
Magnus caminó con una sonrisa en los labios fingiendo que no me había escuchado, puso sus pies cerca del borde del precipicio y me pidió que me acercará a él.
—En este lugar yo morí — dijo con una expresión seria.
— ¡Que miedo!— dije con sarcasmo— ¿Ya podemos irnos?.
— ¿A qué quieres volver?... La estamos pasando bien — dijo Magnus con una enorme sonrisa.
— Yo no, mírame estos tacones me estan matando y este vestido me aprieta — dije con una expresión de dolor.
El fue a su motocicleta, tomó una mochila, y me la dio.
— Cambiate— dijo.
— ¿Quieres que me desvista frente a ti?— pregunte incómoda.
El comenzó a reírse, mientras yo me ponía roja como un tomate, jamás me hubiera imaginado que sonara tan extraño lo que decía.
— Si quieres hacerlo no hay problema, después de todo será una linda vista— dijo con una sonrisa pícara — pero allá atrás de esa pared sería un mejor sitio.
Si no fuese por qué no aguantaba un segundo más está ropa y zapatos, me hubiese quedado callada, ahorrandome la vergüenza que en esos momentos sentía.
Camine hacia atrás de la pared y comenzé a quítarme la ropa. Al abrir la mochila vi la misma blusa que había visto en aquella tienda, junto con un pantalón lleno de roturas.
— ¡No puedo ponerme ésto!— pensé, era demaciado extravagante para alguien como yo, alguien tan religiosa.
Pero no me pondría ese vestido rosa de nuevo aun que me pagarán, ademas tenía la curiosidad de como me vería finalmente con esa ropa que era tan diferente a lo que acostumbraba usar. Al fondo de la mochila había unas botas tan brillantes y hermosas.
Para mí suerte me quedaban.
Salí de detrás de la pared y caminé hacia Magnus que no dejaba de mirarme.
— ¿No me veo como una ... bruja?— pregunte con nerviosismo.
— ¿Por qué crees esa tontería?— me preguntó mirándome de arriba a abajo— Ahora sí eres totalmente mi tipo de chica.
No dije nada, no diría que mi novio había dicho eso.
— ¿Por qué tienes está mochila con ropa de mujer?— pregunte con curiosidad.
— Era un regalo para mi ahora ex... terminamos antes de que te salvara hace rato — dijo pareciendole no importarle— ahora es para tí.
— Supongo que debo decir, ¿gracias?— conteste sin saber que más decir.
Magnus me abrazó, y pude sentir como parecía estar reprimiendose de llorar. Le di unas palmadas en la espalda tratando de consolarlo.
— Puedes llorar, no te juzgaré — dije.
— No te reirás de que alguien como yo, este llorando— dijo Magnus con voz temblorosa— Después de todo, mi apariencia dice que no me importa nada, pero sigo teniendo sentimientos.
— Si te duele... Dilo y si quieres llorar... Hazlo— contesté— ¿Es lo mínimo que puedo hacer no? Me salvaste...
El me había salvado, e incluso me había dicho con la mirada lo genial que me veía, él, casi un extraño me había dicho que no parecía una bruja, vestida así.
Continúara...
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