Circulos De La Eternidad

Touji se detuvo delante de la pintura y miró cada detalle que encontraba, al prestar más atención, se percató que era idéntico al mismo demonio de sus sueños, ocasionando que se tambaleara.

—¿Te pasa algo touji? ¿te encuentras bien?—preguntó makoto, tratando de acercarse rápido para sujetarlo.

—No sé que pasa conmigo, pero he visto antes a este demonio—respondió touji con un tono quebrante mientras retrocedía.

—¿Estas seguro de lo que dices muchacho?—observó álter la impresión que tenía touji en ese momento.

—¿Ustedes saben quién es?—interrumpió makoto a touji antes de que él respondiera.

—Soló en un sueño, es el mismo que se llevaba a makoto—respondió touji, mientras miraba como temblaban sus manos.

—Su nombre es astaroth, el gran duque de los infiernos en su próximo recipiente—respondió rin, tratando de sentar a touji en la silla.

—Su rostro, es parecido al mío—dijo makoto levemente mientras miraba.

—Álter, puedes traer un vaso con agua para touji—ordenó rin con mucha confianza.

—Lo traeré enseguida—respondió alter entrando rápidamente a la cocina.

—No te preocupes touji o te pondrás peor—le habló makoto con calma.

—No digas nada que lo pueda alterar makoto—habló rin haciendo señas para que no dijera una sola palabra.

—Aquí esta el vaso con agua—caminó álter rápidamente a dárselo a touji.

—Gracias por el agua álter—dijo touji recibiendo el vaso en sus manos.

Touji bebía lentamente el agua, mientras sentía como su cuerpo se relajaba a cada segundo que pasaba, al parecer el agua lo hacía sentir mejor.

—Disculpen chicos, no he tomado su pedido aún—rompió álter la tensión que estaba por rodear el aire.

—Puedes empezar con traer el menú—respondió rin con amabilidad.

Al voltear a ver a touji, se percataron que ahora estaba mucho mejor que antes, para no incomodarlo olvidaron él tema de astaroth, mientras platicaban, álter se acercaba lentamente trayendo el menú consigo.

—¡Quiero carne de venado!—exclamó de repente makoto alzando sus manos sin mirar el menú.

—Yo quiero sopa de lentejas—repitió dos veces rin pasándole el menú a touji para que ordenara.

—Quiero guiso de jabalí y cerveza para cada uno—respondió touji con una actitud diferente.

—Enseguida se los traeré—respondió álter tomando el menú nuevamente.

La campanilla sonó otra vez dentro de la caverna mientras álter traía consigo la comida de sus nuevos clientes, y en un abrir y cerrar de ojos la caverna estaba llena.

—¡Esta carne de venado está deliciosa!—expresó makoto mientras comía con elegancia cada trozo.

—Nunca dejaré de comer está rica sopa de lentejas—dijo rin, probando con delicadeza su guiso.

—Esto es, lo más delicioso que he comido en mí vida—dijo touji degustando la comida mientras sus papilas gustativas sentían el delicioso sabor.

Mientras las personas comían cómodamente dentro de la caverna, el sonido agudo y claro de la campanilla llamó la atención de todos, fijaron sus miradas en la entrada, y observaban como el oficial del pueblo caminaba lentamente sujetando de sus manos un cártel de búsqueda.

—Se gratificará con una bolsa llena de monedas de oro, a cualquier persona que tenga información de éstos delicuentes—habló el oficial mientras pegaba el cártel de búsqueda en la pared.

—Iré a echar un vistazo rápidamente—dijo touji dándole un trago a su cerveza.

—Te acompañaré para conocerlos—detuvo makoto a su amigo levantándose igual.

—¿Puedo ayudarles en algo?—preguntó el amable oficial mirando como se acercaban a él.

—¿Esas personas que problemas han causado en el pueblo?—preguntó makoto mientras miraba las caras.

—Escuché que buscan una misteriosa espada—respondió touji en lugar del oficial.

—Estas en lo correcto muchacho, cuenta la leyenda que un arcángel poderoso escondió una espada en el pueblo—narró ligeramente el oficial con un tono amable.

—¿Y en dónde se encuentra?—preguntó makoto con un interés por ser el primero en encontrarla.

El oficial al intentar responder notó como touji comenzaba a tener una hipertimesia, causando que recordara quien había escondido la espada y en donde la había puesto, así mismo escondiendola de los enemigos para que sólo él pudiera poseerla.

—¿Qué le está pasando a touji?—preguntó rin levantándose de la mesa y dirigiéndose a él.

—Preguntó acerca de la espada y al parecer tuvo una hipertimesia—respondió el oficial rápidamente.

—Álter, puedes traer algo para el dolor de cabeza—gritó makoto mientras trataba de sentar a su amigo.

—Enseguida lo traeré—respondió álter, quien miraba la situación junto a sus clientes.

Mientras álter conseguía lo necesario para touji, las personas que se encontraban ahí lo rodearon para mirar aún más de cerca.

—Álter, date prisa ¡por favor!—gritó rin, tomando de la mano a touji.

—¿Qué ocurriría con el muchacho?—murmuró uno de los clientes mirando de reojo.

—Ustedes, no son del pueblo—argumentó el oficial con una mirada afilada pensando que eran espías.

—Somos del pueblo akaku—respondió makoto, mientras miraba como las personas lo rodeaban.

—Hablas del pueblo en donde los demonios atacaron sin razón—habló el oficial retrocediendo a todos.

Al intentar decir una sola palabra, álter interrumpió, quien traía a la mano un poco de aceite de lavanda y un tazón de agua tibia, junto con una toalla pequeña.

—Esto hará sentir mejor al muchacho—dijo álter, mientras remojaba la toalla con el agua tibia.

—Al oler el vapor se sentirá bien—respondió rin, rociando unas gotas de aceite de lavanda en la toalla húmeda.

—Solo espero que resulte—habló makoto en voz baja mientras recibía la toalla.

Después de inhalar el vapor de la toalla húmeda, touji comenzó a levantarse por si sólo, dirigiéndose al oficial para explicarle el secreto de la espada escondida en el pueblo y eso demostraría que no eran espías.

—Se quien la escondió, y el lugar en donde está—habló touji con un tono ligero seguro de su palabra.

—¿En dónde se encuentra muchacho, dime?—preguntó el oficial sujetando de los hombros a touji.

Las personas que estaban a su alrededor hablaban en voz baja, sabían que si la encontraban ellos primero podrían ahuyentar a los forasteros lejos del pueblo y vivir tranquilamente de nuevo.

—La espada esta oculta en la...—fue interrumpido touji por el sonido de la campanilla de la caverna.

—¡Los forasteros han regresado!—gritó una de las personas entre la multitud.

—Que nadie se mueva, si no quieren salir heridos—gritó uno de los forasteros entrando lentamente.

—Mi nombre es osamu y el de mí compañera marith—dijo osamu mientras caminaba.

—Ustedes, son los del cartel—respondió touji con una voz firme.

En lo que avanzaban el paso, marith reconoció a touji rápidamente como la reencarnación de sora, sabía que era su día de suerte si resultaba eficaz su plan.

—¿Puedes ver al muchacho de allá?—susurró marith en voz baja al oído de su compañero.

—¿Acaso es?—respondió osamu con una cara sonriente.

—Estas en lo correcto, es touji la reencarnación de sora—volvió marith a verificar su rostro.

—Sugiero que continuemos con el plan—sugirió osamu por fin deteniéndose delante de touji.

—¿Qué buscan con touji?—preguntó makoto interponiendose entre ellos.

—No son bienvenidos aquí, váyanse—gritó rin interponiendose también.

—¿De dónde vienen? ¿y qué es lo que buscan aquí?—preguntó touji sintiendose perplejo al sólo mirarlos.