Después de haber sufrido a manos de su padre, Cyra cayó bajo los engaños del dios Daotan, lastimando a miles de inocentes, pero sobre todo, lastimando a las únicas personas que en verdad la amaban y que ella amaba, ahora el dios Kaayo le dio una nueva oportunidad, pero ¿Qué pasa si Cyra no puede dejar atrás su pasado?
Cyra se siente indigna de esa segunda oportunidad, pero nuevas personas en su vida le harán ver que la única manera de vencer a aquellos que le hicieron tanto daño es ser feliz.
Esta historia está relacionada con la tetralogía de los 4 Guerrero de los Elementos, la cual está compuesta por:
1. El Guerrero de la Tierra
2. La Guerrera del Aire
3. La Guerrera del Agua y
4. El Guerrero del Fuego
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Capítulo 18
Cyra y César despiertan en el cuarto del joven, y lo primero que César nota, es que su nariz ya no duele, y lo segundo, es que las heridas de Cyra ya no estaban, lo cual solo significaba una cosa.
- Por el amor de Dios, eso no fue un sueño – dice César, quien aún no logra comprender lo que está pasando.
- No, no lo fue – le dice Cyra, quien sin que César se lo espere, se lanza a sus brazos y une sus labios en un beso – gracias por estar a mi lado, eres el mejor.
- Gracias a ti, por dejarme formar parte de tu vida, y también debo darle gracias al dios Kaayo, ya que él fue quien te trajo aquí, y me permitió conocerte, ¿crees que le agrade que le prenda una veladora? – le pregunta César a Cyra, quien ante sus palabras comienza a reír.
- Eres un bufón – le dice Cyra con una enorme sonrisa.
- Pero soy tu bufón, mi reina – le dice César, a la vez que vuelve a tomar los labios de Cyra con los suyos.
Esa noche la pareja ya no durmió, habían pasado demasiadas cosas como para poder hacerlo, y a pesar de solo haber dormido por un par de horas, ambos se sentían estupendamente.
- Sabes, al menos tus padres ya no me matarán, ya que estoy seguro de que al ver tus heridas a mí no me hubiera ido muy bien que digamos – le dice César a Cyra, mientras ambos están desayunando, si es que se le puede llamar desayuno a comer a las cinco de la mañana.
- Estoy segura de que si les contábamos lo que había pasado, ellos no te hubieran responsabilizado – le dice Cyra.
- Pero para eso tendrían que habernos escuchado primero, y no creo que tu padre estuviera de humor de conversar – le dice César a su novia mientras le da otro bocado de comida.
Y es que Cyra estaba sentada en las piernas de César, mientras esta lo alimentaba, por su parte, Cyra también era la encargada de darle de comer a su novio.
Debido a que Cyra ya no estaba herida, la pareja acordó que esperarían a que fuera un poco más tarde antes de ir a la casa de los padres de la chica, ya que no querían alarmarlos más de lo necesario.
- ¿Crees que mis padres me acepten? – le pregunta Cyra a César una vez que han acabado de comer.
- No lo creo, lo aseguró, ellos te aman, y eso nada lo va a cambiar, así que no tengas miedo – le responde César, mientras besa su frente.
La pareja mató el tiempo de todas las maneras que se les ocurrió, pero al final, a las ocho de la mañana se rindieron, y partieron rumbo a la casa de la joven, solo esperaban encontrar a los padres de Cyra ya despiertos.
Cuando César estacionó la moto frente a la casa de Cyra, el padre de la joven salió a recibirlos, y es que Raúl los había visto llegar, y al ver la hora, no dudó en salir para saber por qué habían venido tan temprano, ya que no esperaban a Cyra hasta la noche.
- ¿Qué hacen aquí?, ¿Qué paso? – les preguntó Raúl algo asustado, pero al ver que Cyra está bien, se calma.
- Yo, necesito hablar contigo y con mi madre – le dice Cyra a su padre, quien al ver la expresión de la chica intuye que es algo serio.
Los tres entraron a la casa y Raúl los guio hasta la sala de estar, en donde dejó a los jóvenes y fue a buscar a su esposa, quien se estaba arreglando.
- Mara, Cyra está aquí – le dice Raúl a su esposa.
- ¿Tan pronto? – pregunta la mujer sorprendida, ya que estaba segura de que Cyra alargaría su hora de llegada todo lo que le fuera posible.
- Quiere hablar con nosotros – continúa hablando Raúl, ignorando la pregunta de su mujer.
Mara, al ver la expresión de su esposo, se da cuenta de que sea lo que sea que Cyra quería decirles, Raúl había intuido que no era nada bueno, algo que de inmediato preocupó a la mujer, quien no dudó en dejar lo que estaba haciendo para ir a ver a su hija.
Mientras tanto, en la sala, César sostenía las manos de Cyra, quien estaba muy nerviosa, ya que temía que sus padres la tomaran a loca, o peor, la rechazaran.
La pareja bajó y se reunió con los jóvenes en la sala.
- ¿De qué quieres hablarnos, amor? – le pregunta Raúl, después de un buen rato en el que los cuatro no dijeron nada.
Tras las palabras de su padre, Cyra tomo aire, y comenzó a relatarles todo, primero les explicó que esta no era su primera vida, y después les contó como fue aquella primera vida, les hablo de lo que sufrió de niña a manos de su padre y las atrocidades que cometió después bajo el control del dios Daotan, por último les hablo de sus pesadillas, y de cómo se hería así misma mientras dormía, al revivir aquella otra vida en sueños.
Una vez terminó, Mara comenzó a llorar y se levantó a para abrazar a su hija, ya que su corazón le dolía al saber todo el sufrimiento que Cyra había estado llevando consigo durante tanto tiempo.