— ¡Aaaaahhhh! —grité aterrorizada. Mi cuerpo reposaba en la cama ensangrentada. ¿Cómo es posible si yo estoy aquí?
— ¿Por qué me haces esto? ¡Termina de mostrarte de una vez por todas! ¿Qué es lo que quieres de mí? ¡Te divierte jugar conmigo! —grité con todas mis fuerzas, pero no hubo respuesta alguna, solo un silencio perturbador.
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Al menos no sufriremos una vergüenza
— ¿Están listos? —preguntó el duque a sus hijos antes de abordar el carruaje.
— Sí, padre —respondieron ambos infantes al unísono.
— No comprendo por qué el exduque desea conocernos —expresó la pequeña, mostrando cierta inquietud. La dama Vitaly era amable, pero carecían de información sobre el exduque Vitaly y su carácter.
— Es para evaluar el desempeño de nuestro padre, por lo que todo depende de él —afirmó el niño, lanzando una mirada severa hacia su progenitor.
El duque se sintió indignado por la actitud de sus hijos, aunque comprendía que aquellos dos traviesos actuaban en función de sus propios intereses. Estaba convencido de que, de haber tenido la oportunidad, sus hijos habrían intentado despojarlo de su cargo y entregárselo a Madeleine.
— Eres muy perspicaz; los Vitaly se distinguen de otras casas nobles por su profundo aprecio por la familia. El exduque solo desea verificar si nuestra familia es adecuada para su hija —comentó la dama Carter, dirigiendo su mirada hacia sus nietos.
— Lady Vitaly me mencionó que hablaría con el duque para asegurarse de que el compromiso no sea rechazado —comentó el duque, mientras reflexionaba sobre qué tipo de dote podría ofrecer a Lady Vitaly que la impresionara a ella y a su familia.
— Al menos no sufriremos una vergüenza —comentó la niña, exhalando el aire que había retenido en sus pulmones.
La dama Carter sonrió ante las ocurrencias de su nieta. Desde que la pequeña había pasado tiempo con Madeleine, su actitud había dejado de ser tan frívola, al igual que su pequeño nieto, quien ahora se expresaba con mayor claridad. La influencia de esa joven estaba resultando sumamente beneficiosa para los niños.
Al llegar al ducado Vitaly, los niños quedaron impresionados al contemplar el palacio ducal. A pesar de ser descendientes de un duque, el palacio Vitaly era hermoso; sus amplios jardines y delicada decoración lo hacían parecer sacado de un sueño. Los duques Vitaly no solo eran importantes por ser el primer pilar del imperio, sino que históricamente habían sido reconocidos por sus aportes tanto a la corona como al pueblo.
— Sean bienvenidos —fue Théodore Vitaly quien les dio la bienvenida. Él era el nuevo duque, y era su deber recibir a los visitantes, con su hermana Madeleine a su lado izquierdo y sus padres a su lado derecho, mostrándose elegantes e imponentes.
Los ocho integrantes fueron guiados a través de los lujosos pasillos del palacio ducal. El duque Carter comprendía un poco el proceder de los Vitaly; ellos no necesitaban hacer acuerdos a través de sus hijos para mantener su posición. Aparte de la familia real, los Vitaly estaban en la cúspide del poder y la riqueza.
Todos tomaron asiento en el lugar indicado, y el ambiente se tornó algo tenso; a pesar de que el actual duque se mostrara amable, la mirada del patriarca de la familia era hostil.
— Estamos aquí para celebrar el compromiso de mi hija, pero antes de dar mi consentimiento, quisiera conocer la opinión de sus hijos, duque Carter —el exduque Estafano centró su atención en los niños. Si el duque Carter era irresponsable con sus hijos, no merecía tener a su hija a su lado.
— Nosotros no tenemos inconveniente con la unión; sería un honor para nosotros tener a su hija en nuestra familia —respondió el niño con sinceridad.
Estafano observó que el niño no mentía, aunque su expresión era demasiado seria para su corta edad.
— Sinceramente, Lady Madeleine es perfecta para convertirse en la nueva duquesa Carter. No conocí a mi madre; apenas sé quién es por los retratos. No negaré que me entusiasma la idea de que lady Vitaly pueda aceptarnos como sus hijos. Vivir entre hombres no es fácil; no se preocupe por el carácter de mi padre, lo entrenaremos muy bien para que no sea una decepción antes de la boda —contestó la pequeña con astucia.
En el fondo, ella deseaba experimentar el amor de una madre, algo que nunca había conocido. Sin embargo, al observar cómo la dama Vitaly trataba a su hija y cómo Madeleine la trataba a ella, la pequeña Catherine anhelaba seguir sintiéndose de esa manera.
El duque Estafano pudo notar cómo los niños miraban a su hija y cómo Madeleine observaba a los niños; era indudable la conexión que existía entre ellos.
— Ja,ja,ja, me agradas, pequeña señorita; tienes unos hijos maravillosos. Los Carter no los han podido tocar, lo que habla mucho de usted, duque. El compromiso será anunciado en una semana, el mismo día que se repartan las invitaciones para la boda. La fecha pautada será en un mes, de modo que no interferiremos con el baile de debutantes y la boda de mi segunda nieta. Discutiremos otros términos en el despacho después de la cena.
El duque Carter pudo respirar con calma al recibir la aprobación. Madeleine lo miró con curiosidad, a lo que el duque sonrió, desconcertado ante la joven.
— Duque, he escuchado que es un buen espadachín —preguntó el pequeño a Théodore con curiosidad.
— Así es, aprendí de mi padre. Cuando gustes, puedes venir al ducado y yo te enseñaré las técnicas de los Vitaly —respondió Théodore sonriendo, mientras el exduque Estafano sentía curiosidad por el pequeño, aunque prefirió no intervenir.
— ¿Padre, puedo? —preguntó el pequeño entusiasmado.
Al observar la emoción de su hijo, el duque Carter comprendió que había tomado una buena decisión. Si algo llegara a sucederle, los Vitaly protegerían a sus hijos.
— Si no es molestia para el duque, puedes venir cuando quieras, pero solo sería después de la boda; no deseo que se esparzan rumores maliciosos —comentó el duque Carter.
— Del ducado solo sale la información que consideremos pertinente; tenemos un buen manejo del personal, así que no debe preocuparse por esa trivialidad. El niño puede venir cuando lo desee —comentó Théodore con entusiasmo.
— Mañana comenzaré con los preparativos para la boda; no tenemos mucho tiempo, solo necesitamos el listado de sus invitados —dijo la dama Vitaly.
— Mañana le haré llegar mi pequeño listado. De mi familia solo asistirá mi madre y mis hijos; extenderé la invitación a tres socios de confianza —a pesar de que se tratara de una boda por conveniencia, era algo íntimo para él y no tenía por qué compartirlo con buitres.
— Comprendo; por nuestra parte, estará nuestra familia cercana y socios importantes —comentó la dama Vitaly.
— Lady Madeleine, sé que utilizará sus reliquias familiares, pero hace años confeccioné un velo que yo misma bordé. No puede usarlo el día de mi boda, y me gustaría que usted lo portara —la dama Carter se había mantenido en silencio, habló con delicadeza guardando la esperanza de que la joven aceptara, sintiendo que ese velo traería buena suerte al matrimonio.
El duque Carter se sorprendió al ver que su madre iba a entregar su preciado velo, aquel que había guardado con esmero durante tantos años.
— Con gusto lo usaré; será un honor portar algo tan valioso para usted —respondió Madeleine sonriendo.
— Duque —bastó una palabra del patriarca Estafano Vitaly para que el duque Carter entendiera que era hora de enfrentarse a su suegro.
Ambos hombres caminaron en total silencio hasta que ingresaron al despacho y las puertas fueron cerradas.