Ana vive una vida monótona y sin sabor. ¿Estará dispuesta a dejarse llevar por la tentación?
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INESPERADO
Mi día empieza como de costumbre, no he tenido un buen descanso, de hecho no pude dormir sin tener sueños tormentosos donde Gonzalo y Gabriel se encontraban cara a cara o donde Gabriel estaba con la mujer con quien me engaña Gonzalo, sueños horribles.
Gonzalo me espera en el comedor con el desayuno servido, clara señal de que quiere una reconciliación, pongo los ojos en blanco, nunca hemos sido una pareja cursi, seguramente la culpa lo está matando y sabe muy bien que si aparece con un ramo de rosas se pondría totalmente en evidencia así que utiliza armas más sencillas, en este caso, un desayuno "casual".
Sería demasiado hipócrita si lo rechazo y continúo en mi postura de indiferencia, al fin y al cabo solo estoy enojada porque no se comunicó durante un día entero, el resto de la historia, supuestamente, no lo sé. Así es que trato de poner buena cara y seguir el juego, será solo un momento ya que debo partir al trabajo.
__ Buenos días, cariño__ dice mientras aparta la silla para que me siente__ espero que tengas hambre, ya que anoche no probaste bocado.
__ Buenos días__ respondo haciendo un gran esfuerzo por no sonar tan fría__ gracias, sí tengo hambre.
__ Perfecto__ comienza a servirme huevos y panqueques que, realmente, se ven deliciosos, aunque no estoy a acostumbrada a desayunar, debo admitir que tengo bastante apetito esta mañana.
Trato de comer rápido así no le doy tiempo de explicaciones y evito un momento extremadamente incómodo.
__ Escucha, Ana... lo de ayer... __ Ni siquiera lo dejo terminar de hablar.
__ Está bien, Gonzalo, no te preocupes, creo que exageré un poco. Entiendo que estuvieras durmiendo si tomaste tanto como me dices.__ Clavo mis ojos en los suyos y remarco cada una de mis siguientes palabras__ En definitiva, saliste con tus amigos y bebiste de más, no me engañaste con ninguna mujer. Fue una tontería de mi parte enojarme tanto.
Gonzalo palidece en el acto, sus ojos se abren mucho y su cuerpo se pone rígido.
__¿Cómo dices?
__ Digo que no estamos acostumbrados a salir de noche y beber, pero no es un pecado que pase. Confío en tí plenamente, cariño. Sé que me dices la verdad.
Pobre hombre, estoy siendo extremadamente cruel, aún cuando lo merezca yo no soy quien para sentirme libre de culpa y cargo. De todas maneras debo actuar como lo haría si continuáramos siendo la pareja perfecta que éramos.
Dicho esto, tomo mi bolso, le doy un ligero beso en los labios y digo:
__ Gracias por el desayuno, cariño. Nos vemos esta noche.
Antes que pueda responder cierro la puerta de casa y suelto un largo suspiro. Me siento horrible de actuar así, no sé si podré sostenerlo en el tiempo.
Una vez en el tren chequeo mi teléfono para ver si Gabriel me ha escrito, pero nada. Está aplicando la ley de hielo y, tristemente para mí, funciona. Deseo llamarlo y escuchar su voz, deseo volver a estar con él, deseo que hagamos el amor y que me lleve lejos de todo. Pero no debo tampoco mostrar debilidad, si le doy el poder de tenerme cuando quiera y como quiera, como una idiota detrás suyo, va a hacer de mí lo que quiera. No, no puedo permitirlo. ¿Quiere actuar con frialdad? Perfecto, yo puedo ser la reina de las nieves.
Mientras camino al trabajo paso por la puerta del hotel en el que pasé la noche más delirante de mi vida, mi instinto me dice que Gabriel aún está en la habitación que dejé a toda prisa ayer por la tarde, subiría sin pensarlo y le rogaría que hagamos las pases, pero me mantengo en mi postura.
Cuando llego a la oficina mi querido jefe aparece para coronar mi día con una reunión "para tratar mi desempeño". Camino como cordero a su oficina y, una vez que la puerta se cierra, siento que las cosas no van bien.
__ Tome asiento, señora D'angel.
__ Gracias, señor__ me acomodo en la silla __ Usted dirá para qué me ha citado a su oficina.
__ En primer lugar es para informarle que la nueva practicante ocupará su puesto.
__¿Qué? ¿Nina tendrá mi puesto? ¿Esto es por tomarme el día libre ayer?
__No se exalte, señora. Déjeme terminar.
Mi corazón está a punto de salir por mi boca de la rabia. ¿Qué diablos pasa aquí?
__Como le decía, su puesto ya no está disponible, tengo órdenes del jefe de promoverla a Coordinadora General del departamento de Administración, tendrá una nueva oficina, se encargará de entrenar y capacitar a los nuevos aspirantes de la empresa y por supuesto, supervisará todos los movimientos de su área. Recibirá un aumento del 40% en su salario y sus horarios serán más flexibles. Ya no estará más bajo mis órdenes, a partir de ahora se manejará directamente con el señor Prado.
No puedo creer lo que escucho, es demasiada información en pocos segundos, mi jefe no será más mi jefe, ascendí de puesto, tengo jefe nuevo y mejor salario... ¡Son excelentes noticias! ¿Prado? Ese es el apellido de Gabriel. "¡Oh Dios mío!" pienso con desconcierto, pero desecho la idea de inmediato porque me dijo que tiene una empresa de seguridad. No me mentiría respecto a eso... ¿o si?
__ Señora ¿no piensa responderme?__ Mi jefe me saca de mis pensamientos devolviéndome a la realidad.
__ Lo... lo siento, señor, me ha dejado impactada con la noticia. No esperaba nada como esto.
__ Pues está en todo su derecho de rechazar el puesto.
__No, no, por supuesto que lo acepto. Muchas gracias, señor, es un gran privilegio que se me haya tenido en cuenta para ocupar ese cargo.
__ Agradézcale a su nuevo jefe, él fue quien insistió en que fuera usted y solo usted quien ocupe ese lugar.
__ Lo haré entonces, ¿cuando puedo conocerlo?
__ Ahora mismo debe presentarse en el octavo piso. Ahí la atenderá la secretaria del señor Prado para darle las directivas, por lo tanto, puede retirarse.
__ Perfecto, señor, muchas gracias.
Salgo de la oficina flotando en una nube, he sido ascendida al puesto de mis sueños. Nina, que me ve como ida, se acerca para pedirme perdón por ocupar mi lugar, cree que me han despedido. La tranquilizo y le explico lo sucedido, ella festeja abrazándome con fuerza.
Voy a mi, recientemente, antíguo escritorio y recojo mis cosas en una pequeña caja, con eso en mano, me dirijo al ascensor y pulso el número 8.
Realmente es otro nivel, pareciera que el octavo piso no perteneciera al mismo edificio, la decoración es delicada, minimalista, reluciente.
La secretaria me recibe con seriedad pero amablemente.
__ Usted debe ser la señora D'angel.
__ Sí, soy yo... me enviaron a hablar con usted, señorita...
__Salaroza__ dice terminando mi frase__ el señor Prado la espera en su oficina, por favor, deje eso aquí y sígame.
Dejo mi caja a un costado y camino tras la bella secretaria, es una mujer esbelta, más alta que yo, vestida finamente, camina con gracia, se nota que lo hace naturalmente. Golpea la puerta de la oficina que hay frente a nosotras, alguien le da la orden de entrar, intercambian unas palabras y al salir me cede el paso con un gesto de su mano.
Al cruzar la puerta mis pies se clavan al piso, se me congela la sangre y siento todo mi cuerpo rígido. Gabriel me mira sentado detrás del escritorio con una sonrisa de lado en su rostro.