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ENTRE EL AYER Y EL HOY

ENTRE EL AYER Y EL HOY

Status: En proceso
Genre:Malentendidos / Traiciones y engaños / Familias enemistadas / Batalla por el trono / Viaje a un mundo de fantasía
Popularitas:690
Nilai: 5
nombre de autor: Isabel Campos

Dos mundos, dos almas, un destino entrelazado a través de los siglos. En esta historia de fantasía atemporal, un eco del pasado resuena en el presente, uniendo realidades paralelas. Nuestros personajes principales se encontrarán atrapados en un círculo lleno de romance prohibido, misterio, rivalidades familiares y secretos milenarios que convergen en una trama donde sus vidas se conectan de forma inesperada e inquebrantable. Encuentros emotivos, contrastes entre inocencia y sorpresa, darán intesidad, capturando la magía de cada momento. Mientras una profecía ancestral juega alterando el curso de la historia, viejos lazos, nuevos misterios, deberán navegar entre el amor y la sed de venganza que amenaza con consumirlos para decidir si su conexión perdurará por siempre o se desvanecerá en el tiempo

NovelToon tiene autorización de Isabel Campos para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 16… Conexiones Invisibles

Theodor sintió vibrar el medallón, pero lo ignoró, y mientras ayudaba a Valentina, pensó que lo mejor era no decir nada por el momento. La ira de Andrew solo empeoraría las cosas. Debía encontrar una forma de que se conocieran poco a poco, sin la brusquedad de un choque, para que pudieran reconstruir la relación sin problemas.

— Príncipe, recuerde que no estamos en el reino. Aquí no lo van a reconocer —dijo Theodor, sosteniéndolo para calmarlo.

— Deberían volver a su teatrito o ir directo al manicomio, de donde creo que realmente escaparon —refirió Valentina, quien había escuchado las palabras de Theodor. En su mente, pensaba que eran un par de locos.

Subió a su scooter y, sin mirar atrás, siguió su camino.

Los demás también despejaron el lugar, como si nada hubiese pasado.

Por el contrario, Andrew y Theodor, agotados de tanto caminar sin rumbo fijo, se sentían cada vez más desequilibrados al ver los edificios y los autos. No estaban en su mundo, ni mucho menos en sus dominios. Aquí, simplemente eran un par de desconocidos con ropas que parecían vagabundos.

Theodor vio un lugar con la palabra "Hospedaje".

— Majestad, creo que aquí podemos pasar la noche —señaló el lugar, queria intentar nuevamente usar las monedas. Andrew asintió y lo siguió, realmente desanimado.

— Buenas, posadero, ¿tendrá habitaciones disponibles? —preguntó Theodor, poniendo una bolsa con monedas de plata sobre el mesón. El recepcionista los miró con desconfianza. Sus trajes no eran para nada normales. Revisa la bolsa y, al ver las monedas, se carcajea.

— ¡Esto es un chiste! Ja, ja, ja. Par de locos, esto no tiene validez. Salgan de aquí antes de que llame a la policía —les dijo el hombre con una cara de pocos amigos, señalando la entrada del hotel.

El guardia se acercó con disimulo, esperando la reacción de los dos.

Justo en ese momento, una anciana con el cabello canoso y una sonrisa amable se acercó a la recepción. Llevaba un delantal y olía a pan recién horneado.

— ¿Qué pasa, chicos? ¿Están en problemas? —preguntó con voz suave.

— ¡Estos locos intentaron pagar con monedas de juguete! —se quejó el recepcionista.

La anciana giró hacia Andrew y Theodor, sus ojos se detuvieron en sus ropas. Vio el miedo en los ojos de Theodor y la furia contenida en los de Andrew.

—No son de juguete.- Replica Andrew enojado. La anciana las observa y le responde al recepcionista.

— Esas monedas no son de juguete. Son muy antiguas —dijo con una calma sorprendente, y le dio al recepcionista una mirada severa—. Déjalos en paz, por favor.

La anciana se volteó hacia ellos.

— Mi nombre es Rosa. Soy la dueña de la panadería de la esquina. Vi la forma en que los miraron y no me gustó. Vengan conmigo, chicos. Sé que tienen hambre.

Andrew dudó, su orgullo le impedía aceptar la ayuda de una mujer extraña.

— No necesitamos caridad. Somos... —comenzó a decir.

— ¡Andrew! —lo interrumpió Theodor, con un golpe en el codo—. Gracias, señora. Aceptamos su generosidad.

Andrew frunció el ceño, pero el hambre y la desesperación pudieron más que su orgullo. Los siguió en silencio, sintiéndose humillado, pero aliviado de no tener que dormir en la calle.

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EIOC 23
E
Elizabeth Sánchez Herrera
más ➕ capítulos
EIOC 23: Atenta, actualizando casi a diario.../Smile/
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