En esta vida parece que el mundo te protege, pero... eres la única que no sabe lo que pasó en la vida anterior, podrás perdonar o será muy tarde para hacerlo.
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Cap. 17 No voy a arriesgar nada
En el campamento enemigo, el Juez de Almas recibió un mensaje de su espía favorito: un niño sirviente que limpiaba las habitaciones de Dely.
—El Rey Dragón la entrena día y noche —leyó en voz alta —ese asistente parece que es una mujer, dicen los otros sirvientes que es la princesa muerta de los Valerian... ahora brilla con brujería. —El Juez rompió el papel con manos temblorosas. No era miedo lo que sentía, sino excitación. Más demonios, más brujas, y una certeza profunda de que él tenía razón y siempre la tuvo.
—Preparen el Hierro Maldito —ordenó a sus acólitos—. Cazaremos a su diosa en su propio altar. Debemos ver si esa bruja tiene más poderes malignos —el hombre gruñía de éxtasis contenido.
El hombre quiere a Elian, pero lo quiere, como lo ve, un demonio.
*_*
El sol de la tarde teñía de dorado de las aguas del lago de entrenamiento cuando Raquel, la sirena guerrera, emergió con un salto acrobático, mojando a Dely de pies a cabeza. Había llegado hace días, pero se negaba a salir del agua, además, aún estaba estudiando la situación y viendo a los guapos guerreros que se bañaban en la laguna.
—¡Pequeña Fénix! —canturreó, apoyando los codos en la orilla—. Tu fuego es bonito, pero tu técnica es lenta como tortuga marina —gracias a los dioses que ahora me tienes —dijo sonriente como un pequeño sol en la tierra.
—O ¿es el amor que te deja medio bruta? —dijo risueña. Ya había visto el romance de esos dos, ella, una experta en amores, no podía omitir ese tema.
—Sirena, no seas entrometida, nadie te ha preguntado anda —dijo Dely aun goteando por todos lados como trapeador de hospital.
—Su majestad el Rey Dragón ya te dijo que seas más ágil —la sirena hacía el ademán de sacar un pergamino y ponerse pensativa, y decidió anotar varias cosas en su pergamino imaginario.
Dely, con el rostro aún encendido por los comentarios anteriores, lanzó una chispa hacia el agua que Raquel esquivó con una risa cristalina.
—No necesito que me recuerdes lo que ese lagarto siempre dice—bufó Dely, secándose la frente con un gesto brusco—. ¿Acaso las sirenas solo hablan de romance? —dijo desdeñosa; sin embargo, ella misma se sentía nerviosa ante las afirmaciones de esa chismosa.
Raquel giró en el agua, mostrando las branquias azules que recorrían su torso.
—Nosotras hablamos de lo que el corazón grita —susurró, señalando el pecho de Dely—. Como ese fuego rojo que solo sale cuando piensas en él. —dijo haciendo un corazón con las manos.
Dely bufó y se dispuso a practicar, Elián le dijo que tendría una nueva entrenadora cunado él no pueda, pero nunca se imaginó que sea una Sirena enamoradiza y cursi.
Raquel, lejos de ser solo una chismosa, resultó ser una maestra brutal:
Lanzó olas con su cola para obligar a Dely a sus llamas lleguen más lejos. Cantó una melodía hipnótica que hacía titubear su concentración.
—"¡Si resistes mi voz, resistirás los gritos del Juez, los gritos de los que mueren y agonizan en una guerra!". —dijo entre carcajadas, era un bromista empedernida.
Y finalmente, la arrastró al fondo del lago.
—¡Los Fénix también deben saber luchar bajo el agua! —gritó Raquel mientras Dely liberaba burbujas de fuego que hervían el agua alrededor.
Elian, que observaba desde la distancia, no pudo evitar sonreír. Ellas tienen la misma edad; sin embargo, la Sirena es una guerrera desde niña, así que será un gran aporte para su entrenamiento.
Al terminar, Raquel se acomodó en una roca, peinando su cabello verde esmeralda.
—Eres un Fénix muy fuerte, ya veo la razón por la que el Rey Dragón te mira con codicia, pero la pasión en sus ojos es más fuerte que el fuego y más resistente que una montaña—dijo sonriente, salió del agua y su cola se convirtió en piernas esbeltas y suaves.
—El Rey Dragón es solo mi entrenador, no digas cosas que me perjudiquen y manchen mi honra —dijo ella mirando para todo lado.
—¡Claro! —dijo sonriente mirándola de arriba para abajo.
—Puedo ver que el Rey Dragón te entrena de día y de… noche —seguido de una carcajada, haciendo que Dely se ponga roja como un camarón.
—Tú…. No huyas, sirena habladora, ven aquí cobarde —Dely perseguía a la risueña sirena que aún tambalea por no usar sus piernas hace días.
En todo contraste con las jóvenes risueñas de afuera.
Las sombras del corredor oeste se alargaban como garras cuando el niño espía, un sirviente de no más de doce años, tropezó con su propio miedo. Los tres espectros que el nigromante había convocado lo arrinconaron contra un ventanal, sus susurros helándole la sangre:
"El Juez de Almas te abandonó... como abandonarás este mundo." “¿Estás listo para morir hoy?”
Fue entonces que la Valquiria apareció.
Con su armadura de huesos tallados y ojos como luna llena, la guerrera del clan Usera se plantó frente al niño. Aterradora como solo ella puede ser.
—Pequeña serpiente —dijo, inclinándose hasta que su aliento le empañó el rostro—. Tu alma está tan podrida que hasta los gusanos la rechazan.
El niño quiso gritar, pero una mano invisible, el alma de un antiguo verdugo, le cerró la garganta. El niño escucha susurros de ritos antiguos en sus oídos haciendo que se le erize todo el cuerpo.
—No necesitamos ensuciarnos las manos contigo —susurró la Valquiria, dibujando una runa en su frente con polvo de plata—. El destino ya firmó tu sentencia —dijo ella tomando la secesión del destino y de la muerte.
Y entonces... el niño tropezó. Su cuerpo se balanceó de un lado a otro y sin poderlo evitar todo paso como el destino lo fijaba, o como la Valquiria lo había predicho.
El sonido de su cuello rompiéndose contra las escaleras de mármol resonó como un trueno mudo. Al caer, un pergamino rodó de su bolsillo:
"Santísimo, la bruja se entrena con fuego blanco. Deben atacar al amanecer."
La Valquiria lo recogió y lo guardó entre sus grebas. Era la prueba que necesitaban.
—Jonier tenía razón —murmuró, mirando hacia el lago donde Dely reía con Raquel, ellas chapoteaban en la orilla felices—. Hay traidores entre los sirvientes.