Rómulo Carmona Jr. es hijo del hombre más poderoso y temido del país y ante el mundo, es el heredero devoto, y la sombra perfecta de su padre. Pero en su interior, lo odia con cada fibra de su ser, porque Carmelo Carmona, es un tirano que lo controla todo, y ha decidido su destino sin dejarle opción: un matrimonio por conveniencia con Katherine León.
Para Rómulo, casarse con ella es la única manera de proteger a la mujer que realmente ama, sin embargo, lo que comienza como una obligación, pronto se convierte en un viaje inesperado y en el camino, descubre que los sentimientos pueden surgir cuando menos te lo esperas.
¿Podrán Rómulo y Katherine encontrar la felicidad en un matrimonio marcado por el deber?, o, por el contrario, estarán condenados a vivir en las sombras de un destino que ellos nunca eligieron (Historia paralela de la saga Romance y Crisis)
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Capítulo XVII: La boda de Rómulo Jr. y Katherine parte 3
Katherine con la ayuda de su padre subió al vehículo manteniendo una postura muy digna, una vez listos el auto se deslizó por la carretera, envuelto en una calma tensa, con una conversación que ninguno de los dos quería tener, pero que tampoco podían evitar.
Edison ajustó su corbata, como si el gesto le diera tiempo para encontrar las palabras correctas.
—Tenle paciencia a tu madre.
Katherine soltó un suspiro corto, frustrado.
—Quizás lo único bueno de casarme es que ya no tendré que verla todos los días ni escuchar sus comentarios sarcásticos.
Su tono no buscaba discusión, solo era una verdad que, por primera vez, se permitía decir en voz alta.
Edison no respondió de inmediato, porque sabía que su hija tenía razón y que no había argumento válido para contradecirla, porque sabía que esta dinámica familiar tenía tanto tiempo instaurada, que era imposible cambiarla, así que, en lugar de corregirla, intentó sonar consolador.
Pero incluso su propio tono lo traicionó, porque Edison también sabía otra verdad silenciosa y es que, de sus cuatro hijos, Katherine siempre había sido la menos valiosa para él.
Cuando Katherine dio los primeros pasos hacia el altar, la mirada de todos estaba sobre ella, los flashes iluminaban el camino.
Las sonrisas de los invitados eran cálidas, satisfechas, porque ella era la novia perfecta, aunque por dentro, se sentía vacía, Edison se inclinó apenas mientras avanzaban.
—Estoy muy orgulloso de ti.
Su sonrisa era impecable y voz medida, no obstante, Katherine sabía que esas palabras eran vacías, porque él no estaba orgulloso de sus logros académicos, ni de su buen desempeño en la empresa familiar, ni de la mujer que se había construido con esfuerzo y disciplina, él solo estaba orgulloso de que ahora sería la nuera del presidente.
Cada paso se sentía más pesado que el anterior, como si avanzara hacia un destino que no le pertenecía.
Y aunque esa verdad la aplastaba, y todo dentro de ella quería detenerse, sus pies siguieron adelante, porque ahora, ya no había vuelta atrás.
Cuando la marcha Nupcial de Mendelssohn resonaba en la iglesia, las miradas se posaron en Katherine, y el murmullo de los invitados se transformó en absoluta admiración.
—Es muy hermosa la novia — se escuchaba murmurar entre los invitados.
Katherine se veía sublime en ese momento, el encaje del vestido era perfecto, entre la caída majestuosa de la tela, y el aura impecable que emanaba era la imagen de una novia que debía ser recordada.
Y aunque Rómulo había intentado prepararse para este momento, y se había repetido en su mente que no debía sentir nada, cuando la vio avanzar por el pasillo, su certeza se tambaleó, porque por un segundo, quedó confundido.
Porque ella era muy hermosa, y se preguntó si alguna vez la había observado realmente, pero fue solo por un instante, luego, el peso de la verdad lo golpeó de nuevo.
—No pienses en tonterías — murmuró para sí mismo.
Cuando sus ojos vagaron por la primera fila, y la imagen de Natalia volvió a atraparlo, la dureza regresó a su expresión porque ella también lo estaba observando, recta, impasible, sin una sola emoción visible en el rostro, pero con una presencia imposible de ignorar.
Y cuando sus miradas se cruzaron fugazmente, Rómulo sintió que había perdido algo que nunca podría recuperar, sin embargo, antes de que pudiera permitir que la confusión creciera, Katherine llegó hasta él, sellando el destino
Rómulo mantuvo su postura firme, su expresión impenetrable, no la miró con amor, ni con ilusión, sino con aceptación resignada.
Y en ese instante, Katherine sintió la verdad en su piel, ambos estaban atrapados en la misma jaula dorada.
Cuando se detuvo frente a él, sus manos estaban heladas, pero su rostro no lo demostraba, los votos se pronunciaron con precisión.
—Yo, Rómulo, te quiero a ti, Katherine, como esposa, y me entrego a ti, y prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y la enfermedad, todos los días de mi vida.
—Yo, Katherine, te quiero a ti, Rómulo, como esposo, y me entrego a ti, y prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y la enfermedad, todos los días de mi vida.
Las palabras fueron dichas, pero ninguno las sintió realmente. Cuando llegó el momento del beso, Katherine mantuvo la compostura, y Rómulo rozó sus labios con los de ella con cuidado, como si fuera un acto mecánico.
Y en ese instante, Katherine supo que esto era solo el comienzo de una historia que nunca había querido escribir. Los aplausos retumbaron en la iglesia, las felicitaciones llovieron de cada rincón.
—¡Que vivan los novios!
Mientras las luces parpadeaban, y las voces celebraban, y la música envolvía todo el recinto, Katherine solo tenía una pregunta en su mente: ¿Cuánto tiempo podría soportar esto antes de convertirse en alguien que no reconociera?
Cuando la ceremonia terminó, y las palabras fueron dichas, y los votos quedaron marcados para siempre, Katherine y Rómulo caminaron tomados de la mano, sin embargo, ninguno sonreía.
Los flashes seguían iluminándolos y las voces seguían celebrando, con las expectativas acumulándose, pero entre ellos, solo había un silencio abrumador.
Durante el viaje en auto hacia el lugar donde se celebraría la fiesta, el silencio se mantuvo, sin conversaciones triviales, ni intentos de suavizar lo que habían hecho, y sin palabras que disfrazaran lo que realmente sentían.
Finalmente, llegaron, y el aire de celebración los envolvió, muchos pétalos comenzaron a caer sobre ellos y Rómulo la observó con detenimiento, y en ese instante, notó algo que no había visto antes y era que Katherine estaba muy nerviosa.
El peso de la situación, y la presión de los invitados, así como la manera en la cual su respiración parecía más contenida de lo normal, le revelaron que, detrás de su impecable imagen, algo dentro de ella temblaba.
Rómulo adoptó una actitud protectora y fue una imagen que engañó a todos, la manera en que su mano se ajustó con más firmeza alrededor de la de Katherine, la forma en que su cuerpo se inclinó levemente hacia ella y la expresión serena que mostró ante los presentes, dieron la imagen de un hombre enamorado.
Los invitados lo notaron de inmediato, los murmullos se convirtieron en apreciaciones sobre la conexión entre ellos, las sonrisas se volvieron genuinas, como si el amor en esta boda estuviera muy presente.
Sin embargo, Katherine sabía la verdad, y Rómulo también, porque en realidad, lo único que había en ese gesto, era un reflejo de algo que ninguno entendía del todo, un intento de hacer la situación más soportable.
—¿Te sientes bien? — preguntó Rómulo.
—Descuida, solo me sentí un poco agobiada — respondió Katherine.
La recepción comenzó, los invitados se acomodaron en sus lugares, y las luces se ajustaron para crear el ambiente perfecto.
—Le presentamos a los señores Rómulo y Katherine Carmona — dijo el animador.
Katherine respiró hondo, porque sabía que este momento llegaría, pero no esperaba que su cuerpo reaccionara de esta manera.
Rómulo extendió la mano, y por un instante, por un segundo que se sintió demasiado largo, ella dudó antes de tomarla. Pero finalmente, sin alternativa, y sin posibilidad de retroceder, sus dedos se entrelazaron con los de él.
Cuando Rómulo colocó una mano en su cintura, y ella descansó la suya sobre su hombro, y sus cuerpos comenzaron a moverse con la música, la tensión se instaló entre ellos, no porque hubiera incomodidad, ni porque hubiera rechazo, o que no se soportaran, sino porque curiosamente, sentían algo que no habían considerado antes: Química.
El ritmo los envolvía, la cercanía hacía que sus respiraciones se sincronizaran, el roce de sus manos, de sus cuerpos, de cada paso, Los hizo darse cuenta de algo que no querían aceptar, porque esto no debía sentirse así, y no debía haber conexión,
porque se suponía que esta boda era solo un acuerdo, pero en este momento, en esta pista de baile, en este instante donde no había más opción que seguir el movimiento, sus cuerpos parecían entenderse en un lenguaje que sus mentes se negaban a aceptar.